No le he contado a nadie que vomito y se me está yendo de las manos

yasss.es 12/03/2019 15:42

A menudo no somos conscientes de la seriedad asociada a los problemas de la alimentación y restamos importancia a esas "manías con la comida", cuando en realidad son más serias de lo que pensamos. Muchas chicas se adentran en el mundo de los Trastornos de la Conducta Alimenticia (TCA) de forma evidente, pero como vivimos en una sociedad que da tanta importancia al culto al cuerpo, nadie se da cuenta de que algo va mal.

Cuando digo "chicas" o utilizo el femenino, es porque más del 90% de las personas que padecen un TCA son mujeres y normalmente adolescentes. Sara es una de ellas. Contactó conmigo vía email y, con su consentimiento, he compartido su testimonio (cambiando el nombre para mantener su anonimato).

"Te escribo porque tengo un problema que nadie sabe, pero quiero contarlo, lo que no sé cómo. He escrito en foros y sigo igual así que pensé que una psicóloga me podría aconsejar mejor. Así resumiendo, vomito desde hace un mes. No sé cómo contar toda la historia porque es larga, pero bueno.

Hace tres años o así, cuando empecé el instituto más o menos, empecé a sentirme muy mal con mi cuerpo. Casi todas las chicas de mi clase son más delgadas que yo y los chicos no se fijan en mí. Siempre he tenido algún kilo de más, pero mis padres dicen que tengo un cuerpo normal y no querían que fuese a un nutricionista ni que me pusiese a dietas. Yo me siento muy insegura y desde que empecé el instituto he querido adelgazar, pero aunque hago deporte no lo consigo y peso lo mismo que con 12 años (39 kilos la última vez que me pesé), no he perdido ni un kilo en todos estos años.

El año pasado pasé a 3º de la ESO y descubrí en Instagram cuentas de chicas que estaban sufriendo lo mismo que yo, así que empecé a seguir algunos consejos que daban. Disimuladamente comía cada vez menos y hacía mucho ejercicio, pero tampoco conseguía adelgazar. Y hace un mes empecé a vomitar. Primero vomitaba cuando comía mucho pero ahora vomito incluso cuando como normal o poco.

Sé que vomitar está mal, pero no lo puedo controlar. Si mis padres se enteran me matarán, y yo me siento muy mal. Quiero dejar de sentirme así. ¿Qué puedo hacer?"

Sara ha hecho algo muy valiente: pedirme ayuda. Yo no voy a diagnosticar nada a nadie a través de una pantalla de ordenador, pero es evidente que estas pautas reflejan un Trastorno de la Conducta Alimenticia (TCA) que empezó hace mucho tiempo. Vomitar ha hecho que se dé cuenta de que la cosa se le ha ido de las manos, pero los problemas comenzaron en cuanto empezó a obsesionarse con el peso.

Lo que está viviendo Sara lo vive mucha gente y cuanto antes se pida ayuda, antes se podrá trabajar.

En primer lugar, hay dos formas de experimentar la anorexia: adelgazando mucho o no engordando cuando estás en edad de crecimiento. Una chica que con 14 o 15 años pesa lo mismo que a los 12 años, debe ir a un médico. Él valorará si el peso es normal, si hace falta cambiar la alimentación y si hay problemas hormonales o psicológicos.

Por otro lado, hay personas con anorexia que vomitan y personas con bulimia que no vomitan. A veces la diferencia es muy sutil y por eso no quiero poner etiquetas diagnósticas al caso de Sara. Obviamente está sufriendo un TCA, pero sólo se podrá valorar cuál en una consulta psicológica.

El problema de los TCA es que una no empieza vomitando o dejando de comer de un día para otro. Es un camino largo en el que la primera señal es una baja autoestima. Quienes lo padecen asocian erróneamente la belleza y la felicidad con la delgadez. Poco a poco desarrollan pautas disfuncionales con la comida y a veces adelgazan, pero los problemas de autoestima y autoimagen siguen ahí; he visto chicas que pesando 45 kilos seguían teniendo una inseguridad tremenda porque se veían obesas.

Sara tiene un gran problema con la comida que ha pasado desapercibido, y lo primero que debe hacer es hablarlo con sus padres. A veces es complicado contar algo así porque nos da miedo que nuestros padres se enfaden, nos castiguen o se preocupen, pero no podemos cargar con ese peso solos. Obviamente se van a preocupar, pero también van a ayudarte si estás sufriendo algo así.

Todos queremos sentirnos guapos y deseados, sobre todo en el instituto, pero dejar de comer, hacer ejercicio excesivo, usar laxantes o vomitar no son soluciones. Siguiendo estas pautas pones en peligro tu salud física (desnutrición, inanición, problemas hormonales, desajustes electrolíticos, etc.) y psicológica (depresión, ansiedad, baja autoestima, irritabilidad, intentos de suicidio, etc.).

Estos problemas no se pueden resolver a través de una pantalla y no vas a encontrar la solución leyendo un artículo en Internet. Si estás sufriendo un TCA, mi intención con este texto no es poner fin automáticamente a tu dolor, sino hacerte ver que no estás solo, que tus padres, hermanos o amigos te van a escuchar y que hay muchísimos profesionales que pueden ayudarte a salir del pozo.

Recuerda que el peso no lo es todo, aunque la sociedad nos haga pensar que sí. Ni la delgadez es sinónimo de salud o belleza, ni el sobrepeso es sinónimo de enfermedad o fealdad. Todos tenemos celulitis y estrías, todos tenemos michelines y todos tenemos cicatrices; y como en los espejos no hay Photoshop, tenemos que aceptarnos.

Igual que trabajamos nuestro físico con dietas, ejercicio y cremas, debemos trabajar nuestra autoestima. Querernos es un trabajo complicado, pero merece la pena.

Si te has sentido identificado con este texto, pide ayuda profesional. Un psicólogo puede ayudarte.