Nicole tiene 21 años, estudia Derecho en la Universidad de Granada y acumula 5.424 seguidores en TikTok y 10.600 en Twitter, plataformas que utiliza, entre otras cosas, para visibilizar con humor y claridad cómo es ser una mujer trans. No es tarea fácil en una sociedad en la que la transfobia está a la orden del día, pero su mensaje es un antídoto contra los prejuicios.
Aunque Nicole, Niki para sus amigos y seguidores, creó su Twitter en 2014, no fue hasta 2019 cuando se dio cuenta de que tenía en sus manos una herramienta de cambio. “Recuerdo que mis inicios a la hora de informarme sobre movimientos sociales fueron en esta red social, pero no fue hasta 2019 cuando empecé a ver su potencial social y la oportunidad de tener un altavoz. Desde entonces fui aumentando poquito a poquito mi actividad y mis granitos de arena a la causa, con parones entre medias porque una es muy joven y también quiere poder pensar y hablar de temas más simples”, nos relata.
Pese a la buena acogida que ha tenido siempre, ha sido este año cuando las cifras de seguidores, retweets y likes han comenzado a subir. Esa influencia tiene un propósito en su cuenta: “Llevar el tema a gente que lo desconocía y a educar un poco, cosa que me emociona bastante si te soy sincera”.
Cuando una persona alcanza cierta repercusión mediática, se convierte en una especie de faro que atrae interés y apoyo, pero también haters. Lidiar con ambas facetas es un reto. En el caso de Nicole, hay pocos haters en comparación con otras cuentas, pero los mensajes de personas tránsfobas, sobre todo trolls y personas feministas transexcluyentes, han aumentado en los últimos meses. En Yasss hemos hablado con ella de eso, del aumento de los delitos de odio por LGTBIfobia, de su proceso de transición o de la importancia de la visibilidad y la presencia de referentes trans en redes sociales.
Pregunta: ¿A qué mensajes de odio y críticas destructivas tránsfobas te sueles enfrentar más a menudo?
Nicole: Existe la falsa creencia de que las personas del colectivo “negamos la biología” como si fuésemos diciendo por ahí que las mujeres trans tenemos regla y no sólo uno sino 3 pares de ovarios. Son bastante frecuentes mensajes recordando nuestros genitales de nacimiento o nuestros cromosomas, como si a mí se me olvidasen. Mensajes recordando a mujeres trans que no podemos quedarnos embarazadas, cosa que a mí en lo personal no me afecta puesto que considero que ser madre va mucho más allá de eso, pero que me parece rastrero y ruin cuanto menos. Cualquiera vería en cuestión de segundos que hacer esos comentarios a mujeres cisgénero que no pueden quedarse embarazadas es cruel, pero parece que se lo toman a broma cuando nos los hacen a nosotras. Luego también están las típicas alusiones al físico o la voz y si no ven nada a lo que puedan agarrarse se lo inventan, ya ves tú el problema. ¿Pareces la mismísima Angelina Jolie? No importa, ahora tienes “cara de hombre”.
Por otro lado, ¿hay comentarios que aunque son “con buena intención” o “por desconocimiento” resultan especialmente molestos o dañinos?
Nicole: Solo aquellos que se empeñan en llevar la razón aun cuando intentas explicarles en qué se han podido equivocar, más que nada porque cansan y decepcionan mucho. Por ejemplo, cuando se siguen usando expresiones como “no pareces trans” o “estar en el cuerpo equivocado” e intentas mantener un diálogo explicando por qué esas expresiones están mal utilizadas y deciden llevarte la contraria, porque ahí te das cuenta de que aprender sobre la causa nunca fue su intención, solo quedar bien e intentar demostrar lo “abiertos y tolerantes” que son.
¿Prefieres responder a las críticas o pasar?
Nicole: Depende de quién provenga y qué legitimidad tengan. Por ejemplo, una crítica destructiva de alguien sin ninguna influencia real no merece ser respondida (quitando alguna que otra vez que me aburra mucho y me pille graciosa) porque sería ofrecerle ese altavoz y exponer a mis seguidores a odio gratuito. Pero una crítica constructiva, de quien sea, siempre merece la pena ser tenida en cuenta. Las críticas destructivas de gente con cierta relevancia sí las suelo responder o contraargumentar, ya sea para educar o para enseñar a chavalas trans que me siguen a responder ante ciertos tipos de odio o comentarios.
¿Hay alguna línea roja que no estás dispuesta a cruzar en redes?
Nicole: Realmente no. Me han dicho ya de todo, y si bloqueo a alguien es generalmente por pesado o porque no me interesa que ciertas cuentas con según que contenido muy específicos me sigan. Si me he cansado de ver tu cuenta o siento que utilizas mis tuits para responder cosas para llamar la atención (los trolls), voy a bloquearte, pero nunca porque me hayas “hecho daño” o algo así.
¿Crees que se exige a las activistas trans más de lo que pueden o deben ofrecer a sus seguidores?
Nicole: Aunque dudo mucho que me haya ganado aún el honor de ser llamada “activista”, sí que ocurre un fenómeno cuando usas tu cuenta para tratar algún tema de carácter social y es que la gente hace que todo gire alrededor del mismo. Es lo que mencionaba al principio sobre los tiempos de descanso y ser joven o querer hablar de tonterías.
A nivel positivo, ¿qué te ha aportado tener un perfil público en redes sociales?
Nicole: Una cantidad de apoyo y de fuerza que nunca esperaba encontrar. Un sentimiento de unidad que se ve en muy pocos ámbitos de la vida y que, con el círculo de gente adecuado, puede convertirse en tu día a día. Un lugar en el que poder expresarme con claridad y transmitir el mensaje en el que creo. Un sitio en el que he aprendido no solo que mi voz importa, sino que la de los demás también. Resumiendo, he aprendido a aprender. Poder ver claramente la variedad de ideas y opiniones de los demás te permite crear una imagen general sobre la cual formar tu propia opinión, mejorar la comprensión y la empatía y, sobre todo, que de literalmente cualquier cosa se pueden sacar memes.
Según los informes anuales del Ministerio del Interior, en los últimos años se ha producido un aumento del 20% de los delitos de odio en relación a la orientación o identidad de género. En 2016 se interpusieron 230 denuncias, en 2018 fueron 256 y en 2020 la cifra fue de 277. Desde fuera son simplemente números, pero hablamos de vidas, de agresiones constantes y de un clima de miedo generalizado en la comunidad LGTBIQ+.
¿Has vivido alguna experiencia de discriminación o agresión fuera de las redes sociales?
Nicole: Sobre todo lo estoy notando cuando salgo de fiesta. No me malinterpretes, no soy yo de ir gritando por ahí que soy trans, pero sí que es verdad que soy pública en lo que al tema respecta, entonces sí que he tenido algún encontronazo o choque aleatorio sobre el tema. Lo gracioso es que nunca de la persona con la cual estoy hablando, siempre de hombres que me escuchan “de refilón” o a los que sus amigos les han informado de que soy trans. Desconozco la motivación detrás de esos repentinos y algo agresivos “acercamientos”, sobre todo cuando ni les dirigí la palabra, pero me puedo hacer una idea. Si te soy sincera y quitando algunos momentos un poco más “chungos”, puedo decir que he tenido bastante buena suerte comparado con otras chicas o gente del colectivo en general. Como detalle te tengo que decir que fueron peores los encontronazos en mi pueblo que en Granada.
¿Por qué crees que han aumentado los delitos de odio por orientación sexual o identidad de género?
Nicole: Es algo que creo que ocurre con cualquier fenómeno social. Antes de la aprobación del matrimonio igualitario, la gente homófoba no tenía por qué salir a manifestarse, era lo considerado normal, y no fue hasta que el movimiento tomó la fuerza que tomó y empezó a cambiar las leyes y conseguir derechos que comenzaron a tomárselo en serio. Cuando ocurren cambios sociales de suficiente notoriedad, cuando el «status quo» se amenaza, las masas se mueven, la gente reacciona y se posiciona, los contrarios al cambio se asustan y comienzan a utilizar los recursos que tengan disponibles para intentar frenarlo y eso, por desgracia, puede acabar incluyendo la legitimación o justificación de la violencia hacia aquello mismo que originaba el cambio (el colectivo LGTBIQ+ en este caso).
¿Ser trans y rumana te ha supuesto una doble discriminación?
Nicole: A nivel social las dos cosas a la vez nunca, pero sí por separado. He tenido algún encontronazo con porteros de discoteca por mi documentación. Y a nivel burocrático es una pesadilla. No sólo tienes que lidiar con que no sepan muy bien qué necesidades o documentos especiales de diferente índole necesitas cuando eres una persona extranjera, sino que ni se ponen de acuerdo con los protocolos a seguir para las personas trans. Algunos no quieren ser tránsfobos y utilizan mi nombre real que, como aún no se corresponde con el legal, acaba ocasionando líos y traspapelamientos o retrasos. Eso sin mencionar los que ni idea tienen de ninguna de las dos cosas.
¿Qué podemos hacer a nivel social e individual para reducir los prejuicios hacia las personas trans?
Nicole: Escuchar. En eso se resume, a tener en cuenta nuestras vivencias y a compartirlas. Mantener diálogos con nosotras cuando no se entienda algo o tengas una opinión, en principio, diferente para conocer los matices que nos caracterizan y que puedas comprender a qué nos referimos. Dejar durante un momento todo lo que has aprendido sobre nuestra existencia desde fuentes que no seamos nosotras y vernos como lo que somos, personas, no conceptos ni ideas. Educar a tu círculo una vez has escuchado y comprendido quienes somos y qué atravesamos, entender que somos diferentes tanto a ti como entre nosotras y cualquier otro ser humano, pero que tenemos una voz que puede aportar un punto de vista completamente diferente al que se lleva imponiendo desde hace muchísimos años.
La sociedad tiene una idea preconcebida de lo que es la transición de género, en parte por los prejuicios con los que hemos sido educados.
A menudo, limitamos este proceso a la parte física y biológica. En otras palabras, pensamos que la transición es vestirse con ropa tradicionalmente asociada al otro género, cambiarse el corte de pelo y someterse a una intervención hormonal y quirúrgica, pero no es así. Hay personas trans que deciden no cambiar su imagen, hormonarse ni someterse a ninguna operación, y conocer todas las realidades es fundamental para crear un clima de apoyo mutuo, comprensión y libertad de elección.
Por otro lado, debemos otorgar también importancia a la faceta psicológica de la transición, un proceso que puede comenzar muy temprano y que a menudo obviamos o invisibilizamos.
¿Cómo describirías tu proceso de transición?
Nicole: En mi caso la que más fuerza me dio para continuar y poder dejar de lado esa disforia y disconformidad con mi cuerpo fue la transición social, que ocurrió incluso antes que la física, en mi entorno tanto familiar como amistoso. Gané paz en aquellos años en los que la gente de mi alrededor se refería a mí en femenino y todo sonaba tan…. ¿Natural? Era incomparable a nada de lo que había sentido antes. El problema de enfocar la transición puramente como un “cambio físico” es que se desvirtúa el propósito original de la misma y se ignoran otros tipos de transición. El cambio físico es algo que puede o no ocurrir, y generalmente ocurre porque quieres sentirte más cómoda ya no con tu aspecto, sino a la hora de moverte a través del mundo, ser percibida por la población general como lo que eres y reducir significativamente el riesgo de agresiones o la carga mental que se va acumulando cuando la gente te trata por el género que no es o te juzga cuando tú te tratas por el tuyo propio. No es una competición de belleza o una forma de “ser más guapa” y que se enfoque así le come el cerebro a más de una chavala trans que lo va a pasar mal.
En el terreno de la salud mental, ¿cómo has vivido tu transición?
Nicole: Me encantaría decirte que el odio no afecta, pero sería mentira. Hubo una época muy temprana en mi transición, en la que apenas acepté que no solo era una chica sino además una chica trans, en la que simplemente asumí que nadie iba a quererme nunca. Que una chavala con 15 años sea capaz de pensar “bueno, ahora sí que no me va a querer nadie, en fin, voy a ver qué hay de comer” es algo por lo que ninguna persona debería pasar nunca. Te convencen de que eres esa especie de bicho raro e inadaptado a quien nadie se va a molestar en amar o escuchar y nada más lejos de la realidad.
Claro que hay odio, y habrá secuelas de ese odio, y estrés y momentos malos, por eso es importante un seguimiento psicológico durante, al menos, la fase temprana de la transición (si lo necesitas), porque la presión puede ser abrumadora. La parte buena es que con el tiempo todo se desvanece muchísimo. Conforme pasan los años y te sientes cada vez más segura y cómoda en tu identidad, cuando esa nube de dudas e inseguridades desaparece y puedes empezar a crecer como persona, es ahí cuando te das cuenta de que todo mereció la pena y, para ser sincera, hasta te olvidas un poco del camino que pasaste. Siempre existirá ese estrés o esa pequeña ansiedad, pero es algo que creo que va más ligado a ser una minoría en general que al hecho mismo de ser trans.
¿Cuáles han sido tus principales fuentes de apoyo durante la transición?
Nicole: No habría llegado a ninguna parte sin mis amistades. Antes de salir del armario con mis padres lo hice con mis amigas las cuales empezaron a tratarme en femenino desde el primer momento. Fue una época muy confusa para mí porque no sabía muy bien que es lo que me pasaba y en parte me lo estaba negando, pero ellas supieron mantener el ritmo completamente. Para mi sorpresa, mis compañeros de clase también se adaptaron muy bien e incluso con los que no había tenido mucho trato no tardaron en acostumbrarse.
Como ya mencioné, yo vivo en una “ciudad pequeña” o “pueblo grande” como quieras llamarlo y todos nos conocemos. Las noticias vuelan y en este caso estoy contentísima de que fuese así porque en las chicas de mi pueblo no encontré otra cosa que no fuese apoyo, me incluían, insistían en que utilizase los baños que debía utilizar (a pesar de que yo al principio no quería por evitar incomodar a nadie) y fueron, en resumen, geniales. Mi segundo pilar fueron mis padres, ellos dos son básicamente la única familia que tengo y han hecho todo lo posible desde que asumieron “la noticia” para que me sintiese cómoda y fuese feliz, son básicamente tan activistas LGTBIQ+ como yo.
Finalmente, y como persona que da visibilidad a la realidad de las personas trans, Nicole manda un mensaje a las personas jóvenes trans que quieren comenzar su transición, pero no saben cómo hacerlo y no se lo han dicho a nadie: “La información es poder, busca testimonios, experiencias, teorías, dudas más frecuentes que suelen tener padres y amigos”, aconseja. “Aprende todo lo que puedas sobre tu propia identidad, aunque ni tú la tengas clara todavía, no te preocupes, porque el hecho de que tú sepas todo lo que tienes que saber va a allanar mucho el camino para que tus seres queridos te acepten y apoyen lo más rápido posible. La gente de tu alrededor va a tener mil preguntas y si tú tienes dos mil respuestas, todo se hará más fácil”. También señala que “no todo el mundo quiere atacarte, pero no permitas que te falten el respeto, eso te haría perder credibilidad y eso es algo que ni tú ni yo nos podemos permitir. Finalmente deja claro que “todo va siempre a mejor”.
Aunque parezca que el mundo de internet es una burbuja ajena a las relaciones cara a cara, lo que ocurre en las redes sociales influye en todo lo que nos rodea. Esta influencia puede ser dañina como ocurre con el auge de los mensajes discriminatorios, pero sin duda hay una comunidad que contrarresta el odio. Nicole forma parte de ella y, como bien explica, nuestra labor es sencilla: escuchar, preguntar, respetar y aprender.