Pedro Alfonso reconoce y se arrepiente de haber maltratado a su madre: “Me duelen los empujones y moratones que yo le hice"
El maltrato filio-parental es aquel que ejercen los hijos hacia sus padres, produciéndose alrededor de 4.000 denuncias al año
El debate sobre este tipo de violencia se ha popularizado a raíz del documental 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'
Pedro Alfonso fue condenado por el Tribunal de Menores y hoy, arrepentido, explica cómo vivió aquella etapa de su vida
Cuando hablamos de violencia en el núcleo del hogar, hay una realidad que permanece silenciada por la vergüenza y el estigma: el maltrato filio-parental, es decir, la que ejercen los hijos contra sus padres.
Según la Fiscalía de Menores de España, anualmente se recogen aproximadamente 4.000 denuncias de padres contra hijos, estimándose que uno de cada diez menores de edad ejerce maltrato contra sus padres. Sin embargo, y como sucede con otros tipos de violencia, los expertos consideran que sólo se denuncian el 15% de los casos, existiendo muchas más situaciones conflictivas en los hogares españoles que o bien se normalizan, o bien se viven en silencio.
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¿Qué es el maltrato filio-parental?
Es importante señalar que el maltrato filio-parental no es una discusión aislada. Cuando un adolescente se enfada porque quiere salir y sus padres no le dejan, no podemos hablar de violencia como tal.
El maltrato es un patrón de abusos mantenidos en el tiempo que se basa en la humillación y el control sobre la otra persona, en este caso uno de los progenitores o ambos. Por otro lado, el maltrato es consciente. No es una bronca que se va de las manos en un momento aislado; hay intencionalidad.
Pero debemos quitarnos de la cabeza la idea de que el maltrato sólo implica golpes. Más allá de las agresiones físicas (empujones, apretones en los brazos, tortazos y puñetazos…), también hay otros tipos de abuso:
- El abuso psicológico. Son insultos, humillaciones verbales, chantaje emocional, mentiras, intimidación… También son habituales las escapadas de casa con el único objetivo de preocupar a los padres, y al volver los hijos pueden actuar ignorando a sus padres o negándoles afecto.
- El abuso económico y material. Este tipo de violencia se puede manifestar mediante robos a los padres, ya sea de dinero o de objetos para venderlos, pero también destrozando la casa. Por ejemplo, rompiendo puertas, platos, cristales o algún objeto de valor, ya sea económico o sentimental.
El origen de la violencia hacia los padres: la historia de Pedro Alfonso
Según los expertos en psicología infantojuvenil, algunos factores de riesgo del maltrato filio-parental son la negligencia de los padres, el abandono temprano o el maltrato en el hogar.
Cuando un niño es testigo de violencia de género en su propio hogar, ya sea mediante abusos físicos o psicológicos, puede normalizar el maltrato llegando a ejercerlo él mismo. Esto es lo que le sucedió a Pedro Alfonso, un joven de 28 años que fue denunciado por su madre cuando era menor de edad.
“Cuando hablo de lo que hice no busco ni dar pena ni que me perdonen, porque no tiene perdón de Dios”, afirma contundentemente. “Sólo quiero que si hay algún chico que está actuando igual que yo lo hice, pare, piense y se dé cuenta de que no está bien”.
Si hay algún chico que está actuando igual que yo, que pare, piense y se dé cuenta
Todo empezó cuando Pedro Alfonso tenía 8 años y fue consciente de que en su casa se ejercía violencia de género. “Mi padre pegó a mi madre seguramente desde antes de que yo naciese, pero yo no me di cuenta hasta que con 8 años lo vi en directo. Estábamos de vacaciones y mi padre hizo algo mal con el coche, no me acuerdo el qué, pero mi madre se lo dijo y se puso nerviosa, y él le dio un tortazo estando yo en el asiento de atrás”, recuerda. “Después se abrió la veda y ya nunca se cortó aunque yo estuviese delante”.
“Yo no entendía nada. Al principio lloraba porque me daba mucho miedo mi padre y le decía a mi madre que quería que nos fuésemos con los abuelos al pueblo. Luego de alguna forma empecé a ver eso normal y culpaba a mi madre por permitirlo”, reconoce avergonzado.
“Cuando pasé al instituto mi padre me empezó a pegar a mí”, confiesa. “No era algo como lo de mi madre. Era de vez en cuando, pero aun así me dolía que ella no me defendiese. Y en vez de coger y parar los pies a mi padre o decírselo a un profesor, a mis abuelos o a la policía, empecé repetir la violencia que veía en mi padre”.
Empecé repetir la violencia que veía en mi padre
Insultos, hurtos, humillaciones, golpes… La vida de la madre de Pedro Alfonso se convirtió en una tortura, tal y como el relata. “Odio hablar de esto, pero con 15 años o así yo empecé a maltratar también a mi madre. Le decía de todo. Hija de puta. Zorra. Mala madre. Lo que oía de mi padre, lo repetía”, confiesa. “Le quitaba dinero del bolso y luego en vez de ocultarlo se lo decía presumiendo, como enorgullecido de ser un hijo de mierda. Y lo que más me duele son los empujones y los moratones que yo le hice”.
Ese infierno se acabó cuando su madre conoció a quien es su actual pareja en el trabajo, que le animó a denunciar a su marido y a hacer algo con su hijo para salvar su vida. “Odié a ese hombre tanto que me planteé matarlo. Pensaba que le estaba comiendo la cabeza a mi madre y poniéndola en contra mía y de mi padre. Lo que hizo fue salvarle la vida”.
Con 17 años, a punto de cumplir la mayoría de edad, Pedro Alfonso fue juzgado por el Tribunal de Menores de su ciudad y condenado a realizar prestaciones en beneficio de la comunidad.
Tardé tiempo en acercarme a mi madre. Me daba vergüenza después de todo.
“Con 24 años acabé la universidad y me di cuenta de que mi padre, que era con quién tenía relación, me había comido la cabeza. Le vi como lo que era, un maltrador, un mal padre y una mala persona. Y no quise volver a saber nada de él”, explica. “Pero tardé tiempo en acercarme a mi madre. Me daba vergüenza después de todo. Cuando por fin tuve el valor ella me perdonó sin preguntar y sin echarme nada en cara. Me abrió los brazos, me abrió su casa para cuando la necesitase y su pareja se convirtió en alguien muy importante para mí. Le veo más padre que a mi propio padre”.