Después de un verano en el que la okupación se ha convertido en uno de los debates alternativos a la pandemia del coronavirus, la polémica en torno a este tema tan delicado se ha seguido alimentando estas últimas semanas en la calle, en los medios y en las redes sociales. En Yasss hemos ido un poco más allá de los titulares y tuits más provocadores, y hemos hablado con Luna, una chica de 26 años que vive desde hace año y medio en una vivienda vacía en Madrid.
Por ofrecer un poco de contexto sobre cómo está la situación realmente, lo cierto es que aún no hay datos oficiales que demuestren que en los meses de verano se haya disparado la ocupación ilegal de viviendas. La única fuente que arroja algún dato referente al 2020 es el Ministerio del Interior, que señala que en los primeros seis meses de este año hubo 7.450 denuncias de okupación, frente a las 7.093 del mismo periodo en 2019. En este sentido, Interior señala también que las denuncias por okupación de inmuebles se han incrementado en España un 40,9% en cuatro años, pasando de 10.376 hechos conocidos por las Fuerzas de Seguridad en 2015 a los 14.621 de 2019.
Luna tiene 26 años, es graduada en Humanidades y estudió una FP de Sonido e Imagen. Actualmente trabaja en el equipo de sonido en diferentes rodajes. Hace año y medio "abrió" una vivienda vacía en el distrito de Arganzuela. Era la primera vez que okupaba un piso: "Empecé a okupar cuando entré en el mercado laboral. Soy una mujer trans, así que tampoco lo he tenido muy fácil para encontrar trabajo", cuenta. "Yo no soy de Madrid, aquí vivía con unos familiares pero llegó un momento en que me tenía que ir. Sobrevivía con una pensión de orfandad y los currillos que me iban saliendo, y pagaba el alquiler de una habitación en Carpetana, pero un día nos dijeron que nos echaban del piso porque se acababa el contrato y querían subirnos el alquiler. Encontré la oportunidad de entrar en este en el que vivo ahora por un amigo de un amigo, y lo hice", explica a Yasss.
En esta zona, en el sur de Madrid pero dentro de la M30, los alquileres rondan los 1.026€ mensuales de media, según datos de agosto de 2020 proporcionados por En Alquiler. Un precio que parece alto, pero que, según indican en el mismo portal de alquiler de viviendas, ha bajado un 20% en los últimos seis meses, probablemente por la pandemia.
"La parte buena de vivir okupando es, precisamente, no pagar el alquiler", cuenta Luna. "La parte negativa es la inseguridad con la que vives. En cualquier momento se puede presentar la Policía en tu casa para decirte que va a abrir un proceso judicial por el que te tendrás que ir". En este sentido, cuando alguien denuncia a unos okupas se inicia un proceso que puede alargarse bastante en el tiempo ya que entran muchos factores en juego: desde el tipo de personas que viven en la vivienda (por ejemplo, si hay menores de edad) hasta el tipo de domicilio que ha sido okupado. No es lo mismo hablar una primera o una segunda vivienda donde reside alguien habitualmente (en este caso estarían cometiendo un delito de "allanamiento de morada"), que el procedimiento que se sigue si se trata de un inmueble abandonado en el que ya no habita nadie (la verdadera okupación, que se regula jurídicamente en España como "delito de usurpación").
Volviendo al caso concreto de esta técnico de sonido, en el edificio en el que vive hay otras dos viviendas más okupadas. Las tres responden a un mismo patrón de vivienda abandonada según nos cuenta: dueños muy mayores que murieron sin descendencia, o cuyos herederos no reclamaron el piso (quizás al no poder pagar el impuesto de sucesiones). En su caso, ella se enteró de la existencia de este piso por el inquilino que vivía anteriormente allí, quien, al querer irse de la vivienda e intentar contactar con el casero, no consiguió localizarlo. "Cuando tuvo que irse, me habló de este piso. Él tenía las llaves del portal pero no me podía dar las llaves de la vivienda, ya que tuvo que entregarlas a un juzgado. Meses después, el juzgado le avisó de que no habían podido ponerse en contacto con el propietario y entonces me informé y decidí okuparlo", explica Luna.
Ahora comparte piso con otra chica a la que le ofreció la habitación que le quedaba libre por la mala situación en la que se encontraba: "Al mes de empezar a vivir aquí di con ella. Cuando supe de su situación, que era bastante jodida porque no tenía trabajo y estaba viviendo con su padre, que tiene un curro precario, y vivían los dos en una habitación, le dije que se viniese conmigo".
Para Luna "las inmobiliarias y los conglomerados financieros aprovechan la gran demanda que hay en las ciudades para especular con el derecho a la vivienda e imponen alquileres insostenibles para los sueldos que tenemos hoy en día", y por eso se ha arriesgado a ocupar un piso aunque tiene un trabajo. En este sentido, es interesante señalar que, según el Índice Inmobiliario de alquiler de Fotocasa, el incremento acumulativo del precio del alquiler en España ha aumentado un 50% desde 2014 hasta 2019. Los sueldos, evidentemente, no han aumentado tanto en el mismo periodo de tiempo: el salario mínimo interprofesional (SMI) pasó de 645€ al mes en 2014 a 900€ al mes en 2019, es decir, un 39.5% más.
Coincide con ella el abogado Eduardo Gómez, de Red-Jurídica, que dio su punto de vista sobre el tema en Uppers, haciendo hincapié en que el movimiento okupa no es el problema, a pesar de declararse en contra de él, sino el síntoma de algo mayor: "Nadie en su sano juicio puede pretender que se acabe con la okupación realojando en las calles, poblados chabolistas o en las cárceles, como proponen algunos partidos, a las personas que no pueden acceder a una vivienda. Si los alquileres fuesen asequibles o razonables, proporcionales a los salarios, probablemente acabaríamos con el 90% de las okupaciones".
Precisamente por eso okupa Luna: "tenemos salarios de mierda, contratos temporales, desempleo, así que a veces la okupación es la única opción para la emancipación de la juventud". Actualmente España está a la cabeza del paro juvenil en la Unión Europea, con un 41,7% de desempleo entre personas menores de 25 años, según las últimas cifras de Eurostat. "Siempre se habla de la okupación en términos de extrema necesidad, como las familias que han desahuciado y okupan su propia casa para poder tener un techo, pero creo que con la precariedad de los jóvenes también hay que reivindicar el derecho a la emancipación de la juventud", explica Luna.
Y sus vecinos, ¿qué opinan de esto? Normalmente, en la convivencia vecinal es donde suelen surgir más roces cuando se habla de la ocupación ilegal de viviendas. Luna comenta que la relación que mantienen ella y su compañera de piso con el resto de la comunidad es buena, "aunque al principio también vives con miedo de que se vayan a enfadar". En su caso, ellas pagan además pagan a la comunidad: "Pagamos una cuota como el resto ya que ellos gestionan el suministro de agua", explica. ¿Y la luz e internet? ¿Cómo disfrutan de esos suministros sin ser propietarias? "Para poder contratar la luz solo te piden una factura antigua, así que no tuvimos ningún problema", detalla. Con la línea de teléfono y la fibra óptica ocurre lo mismo, nadie les pidió el contrato de arrendamiento para hacer una instalación.
Finalmente, cuando le preguntamos por el reflejo que se está haciendo en los medios de comunicación sobre las noticias relacionadas con este tema, Luna opina que es "vergonzoso y muy descarado". "Realmente es la campaña de los grandes poseedores de la vivienda, que son los bancos. El objetivo es criminalizar a los okupas actuales y futuros okupas, gente que por la crisis no podrá pagar el piso en el que está viviendo, para ganar apoyo público y conseguir una reforma a nivel legal que facilite la expulsión exprés de los okupas y de las familias que se verán obligadas a okupar sus propias viviendas", concluye,
El fenómeno de la okupación está de actualidad. Tanto, que hasta la propia fiscal del Estado, Dolores Delgado, anunció durante la inauguración del año judicial una nueva instrucción orientada a los fiscales. En principio no habrá reformas legislativas nuevas, pero, ante la creciente preocupación de la población, la Fiscalía no ha querido dejar pasar este tema por alto. "Los diferentes fenómenos delictivos que preocupan a la población ya gozan de respuesta suficiente en el ordenamiento jurídico", dijo Delgado al final de su discurso.
¿Cuál es esa respuesta que se da entonces? Como hemos explicado un poco más arriba, no es lo mismo el allanamiento de morada que la usurpación. Ambos delitos están recogidos en el Código Penal pero afectan a bienes jurídicos diferentes y tienen penas distintas: mientras que en el primero se protege el derecho a la vivienda, se puede actuar de forma inmediata y está castigado con pena de prisión de seis meses a dos años; en el segundo caso (la verdadera okupación) se protege el derecho a la propiedad y el desalojo sólo se podrá ejecutar por la vía judicial (y por lo tanto, se puede tardar más). Este delito está castigado con la pena de multa de tres a seis meses.
"Eso de que me voy de finde y me okupan la casa es materialmente imposible. Y en su caso, el desalojo sería inmediato, al tratarse de un allanamiento de morada", aclara un juez en un hilo viral de Twitter que ya sobrepasa los 26.600 me gusta.
Sobre la okupación, la abogada y activista de los derechos humanos Pastora Filigrana explicó también en otro hilo viral en Twitter, compartido más de 13.000 veces, algunos escenarios en los que no es delito y que, según ella, todo el mundo debería saber:
Finalmente y frente a esto, está el derecho a una vivienda digna recogido en el artículo 47 de la Constitución Española. Aquí la ley española no protege a los okupas, protege a las personas, que tienen derechos fundamentales recogidos por nuestra Constitución.