No me saco el carné porque tengo fobia a conducir
Si nos paramos a analizar números, aproximadamente 13 millones de españoles y españolas sufren amaxofobia o fobia a conducir. Sin embargo, el grado de incapacidad varía mucho en función de cada caso. Algunos siguen conduciendo pero con mucho miedo, lo que aumenta el riesgo de accidentes, y otros directamente han renunciado al coche para evitar la sensación de malestar y tensión que experimentan al volante.
La mayoría de las veces la amaxofobia surge tras aprobar el carné de conducir, ya que no estamos acostumbrados a conducir sin supervisión. También hay casos de personas que empiezan a tener pánico al volante tras un accidente de tráfico, independientemente de haberlo causado o no. Sin embargo, una pequeña proporción sufre esta fobia sin haber conducido todavía, que es lo que le sucede a Pedro, de 18 años:
"Todos mis amigos se están sacando el carné de conducir y yo paso. Me miran raro, pero es que es pensar en subirme a un coche y me pongo nervioso. Vivo en Madrid, hay metro, no necesito el coche para nada. Además así me evito sustos.
Cuando tenía 8 años mi padre tuvo un accidente y estuvo una semana en coma. Le tuvieron que operar y ponerle hierros en la pierna, y ahora después de 10 años todavía tiene dolores. Por suerte la única secuela son molestias a veces al andar, pero podría haber muerto. Y lo peor es que él no tuvo la culpa, se le cruzó un ciervo.
Esto es lo que me da pánico. Tú puedes ser un conductor de 10 que nunca sabes qué puede pasarte. Igual se te cruza alguien borracho o igual viene un animal y das un volantazo del susto. Prefiero no coger el coche. Me quito riesgos".
El caso de Clara, de 21 años, también es bastante complicado. Tuvo un pequeño accidente en la autoescuela y desde entonces le ha cogido manía hasta a los coches del Mario Kart:
"Yo empecé a tener fobia a conducir cuando tuve un susto en la autoescuela. Estaba en una calle muy empinada aprendiendo a subir cuestas sin que se me calase el coche, y sin querer le di un golpe a una furgoneta que había delante. Fue algo muy flojo, pero los de la autoescuela tuvieron que dar parte al seguro y mi profesor me echó la bronca. Me sentí muy culpable y mal, y dejé de ir a la autoescuela. Tenía un bono de 15 clases y sólo di la mitad.
Este año me he vuelto a matricular en otra autoescuela, pero en los exámenes suspendo. El profesor dice que voy bien, pero cuando tengo el examen me pongo muy nerviosa y me despisto. Aparco mal, me salto pasos de peatones, no pongo el intermitente... La faena es que sólo me pasa el día del examen, en las clases conduzco genial.
Creo que no volveré a coger un coche en cuanto apruebe, pero por lo menos me quito de encima el marrón de sacarme el carné".
Alba. de 19 años, es uno de esos curiosos casos en los que la fobia surge aparentemente de la nada. Ni ella ni ningún familiar ha tenido jamás un susto conduciendo, pero le da pavor subirse a un coche:
"Yo sigo conduciendo porque vivo en un pueblo y necesito moverme en coche para ir a la universidad, pero lo paso fatal.
Todo empezó un día que estaba yendo a clase. Eran las 8 de la mañana o así y no había desayunado porque iba con mucha prisa, así que mi idea era comer algo en la universidad. Me metí en la autopista y empezó a darme un bajón de azúcar. Sentí que los oídos se me taponaban, que la vista se me ponía borrosa y que mis brazos y piernas estaban débiles.
Para que me entiendas, fue como cuando vas a donar sangre o a hacerte una analítica y todo te tiembla. Intenté mantener la calma y paré el coche en el arcén. Me bajé, respiré hondo y a los 5 minutos me volví a subir, pero iba tan cagada de miedo que no pasé de los 60 km/h. Tú imagínate qué habría pasado si me llego a desmayar conduciendo. Igual no lo cuento…
Desde ese día me da mucho miedo conducir. Intento ponerme música e ir cantando para no darle vueltas, o mastico chicle. También me pongo el aire acondicionado hasta en invierno porque cuando hace calor me agobio y me da la sensación de que me estoy mareando. Supongo que con el tiempo se me pasará, pero reconozco que es duro".
Si sufres amaxofobia, un psicólogo puede ayudarte. Hay tratamientos científicamente validados para fobias como esta. Pide ayuda profesional.