Los trastornos psicológicos cada vez tienen mayor visibilidad, pero la depresión no es como las series y películas te han contado. Estar deprimido significa no tener fuerzas para levantarte, para comer o incluso para ir al baño. Es aislarte, minimizar tu problema y autoconvencerte de que te mereces estar así.
Lo peor de todo es el miedo a que la gente te tome por débil o que piense que no es para tanto y estás exagerando. En consecuencia, a menudo se oculta la realidad. Esto es lo que le sucede a Daniel y a miles de personas en el mundo. Hoy, de la mano de su testimonio, conoceremos varias preguntas que debes hacerte para decidir si contar que tienes depresión o no.
"Empecé a estar mal cuando me fui a la universidad. Decidí estudiar fisioterapia porque pensaba que me gustaría, pero me equivoqué. Durante ese año empecé a agobiarme porque no quería decepcionar a mis padres, pero tampoco me apetecía ir a clase. Estaba muy frustrado y desmotivado, y me aislé. En la carrera no conocía a nadie prácticamente, así que tampoco se preocuparon porque yo no fuese a clase. A mis padres les mentía.
En Semana Santa les conté lo que pasaba y decidí tomarme un “año sabático”. Todos se pensaban que estaba haciendo el vago, pero en realidad era mi primer episodio de depresión. Cuando mis amigos venían a la ciudad y me decían de quedar, yo me inventaba excusas como que estaba de viaje o enfermo.
Fui al psicólogo y tras muchos altibajos, mejoré. Volví a salir con mis amigos y empecé a estudiar arquitectura, y con el tiempo ese episodio depresivo quedó en el pasado. Nunca le conté nada a nadie.
Ahora vuelvo a estar en el pozo. No hay un motivo, se podría decir que, como le ocurre a muchos famosos, mi vida es perfecta, pero tengo una recaída. Por suerte lo he sabido identificar a tiempo y he vuelto a ir al psicólogo, esta vez con intención de conocerme mejor y curarme del todo.
Me considero más maduro que con 18 años, y es cierto que no es una depresión tan bestia como la que tuve en aquella época. No tengo pensamientos suicidas ni me aíslo tanto. El problema es que no sé si debo contárselo a mis amigos o no. Por un lado, quiero desahogarme, pero también me da miedo que se asusten y me traten diferente."
La decisión de contar que padeces depresión o no es algo muy personal, nadie te puede dar la respuesta correcta ni obligarte a hacer algo de lo que no estás seguro. Es necesario reflexionar, y para ello puede resultar útil hacernos varias preguntas.
Algunas personas prefieren no compartir determinados detalles sobre su intimidad porque son reservadas, algo totalmente respetable.
Pregúntate cómo reaccionarías si se tratase de una enfermedad física. Esta reflexión puede ayudarnos a ver todos los mitos y tabúes que rodean a los trastornos psicológicos. A menudo pensamos que un episodio de depresión o un trastorno de ansiedad generalizada no son graves, al menos comparados con enfermedades como el cáncer, la diabetes o un problema de corazón. Es cierto que los trastornos psicológicos no son potencialmente mortales, pero el sufrimiento que sienten quienes los padece no puede ser minimizado. Tanto lo físico como lo psicológico es igual de grave, y no debes avergonzarte por padecer ninguna enfermedad, trastorno o dificultad.
A la hora de decidir si contarlo o no tienes que valorar lo que te pueden aportar tus amigos. Tal vez busques simplemente desahogarte o a lo mejor lo que necesitas es un poco de ayuda extra, por ejemplo, proponiéndote más planes.
Nadie conoce mejor a tu circulo de amigos que tú, y lo más probable es que no te den de lado y reaccionen de una forma positiva y empática. A lo mejor incluso te sorprendes y alguno de ellos ha vivido algo parecido en primera persona o en su familia. Los problemas psicológicos muchas veces se ocultan, pero cuando compartes que has vivido un episodio de este tipo, todo el mundo conoce a alguien que también.
Sin embargo, si sientes que contándolo te van a aislar o juzgar, puedes plantearte ir a un grupo de apoyo. Ponte en contacto con tu psicólogo y pregúntale por recursos de este estilo en tu ciudad.
Durante un episodio de depresión, lo más probable es que tus pensamientos estén más enmarañados que la caja de hilos de tu abuela. Es normal que te de miedo no saber explicarte, pero simplemente debes contar abiertamente lo que estás viviendo. No intentes suavizar o minimizar tu sufrimiento, di todo tal y como lo estás sintiendo para que tus amigos puedan entenderte de verdad.
Puede serte útil escribir un guion previamente o durante una semana ir añadiendo a un papel cosas que quieres decir. Así podrás organizar tu pensamiento, y también autoconocerte mejor.