Son muchas las empresas que ya han abierto sus locales de cara al público. Sin embargo, la mayoría de personas que pueden seguir trabajando desde casa tienen que tener un poco de paciencia, porque todavía quedan meses de teletrabajo.
Según los datos preliminares, hasta agosto muchas empresas van a mantener el teletrabajo, y cuando vuelvan la normalidad se producirá una desescalada progresiva. Esto significa que muchas personas no volverán a trabajar presencialmente hasta finales de septiembre.
De primeras parece un dato positivo: se evitan contagios y como en casa en ningún sitio. Sin embargo, el teletrabajo está resultando agotador para muchas personas. Por un lado, es habitual experimentar la sensación de que tienes que estar disponible constantemente. Por otro lado, muchas personas que viven en minipisos apenas tienen espacio para instalar una pequeña oficina. Acaban utilizando la mesa baja del café o la mesa del comedor, sentándose durante 8 horas en superficies que no están pensadas para el trabajo precisamente. El dolor muscular y la fatiga acaban saliendo a la luz, desgastando física y psicológicamente a los trabajadores.
Jesús tiene 25 años y trabaja en una empresa de informática. Esta semana sus jefes ya han dado fechas: "hasta septiembre no vuelvo a la oficina". Cuando le preguntamos cómo está gestionando el teletrabajo lo tiene claro, no puede más.
"Vivo en un estudio de 25 metros cuadrados. Antes me apañaba, porque me pasaba todo el día fuera, pero ahora es agónico. No tengo espacio para trabajar y me duele la espalda de estar sentado en un taburete cutre", confiesa. "Compraría una silla de oficina, pero no tengo dónde ponerla. O trabajo en la mesa de café, o trabajo en la barra de la cocina".
Hace dos meses la falta de espacio no nos parecía un inconveniente, sobre todo si tenemos en cuenta los ritmos vitales de muchas personas que trabajan. Salir de casa a las ocho de la mañana y volver a las ocho de la noche no deja apenas tiempo en el hogar. Ahora es cuando estamos aprendiendo a la fuerza que vivir en esas condiciones no es viable.
En el caso de Laura, a los problemas de espacio se le suma la convivencia en pareja. "Mi novio y yo tenemos que turnarnos el escritorio. Al principio te vas apañando, pero yo no sé si aguantaremos dos meses más sin mandarnos a la mierda mutuamente", bromea entre risas, pero preocupada por la situación. "Yo trabajo en un medio digital, y aunque antes de vez en cuando teletrabajaba, no es ni comparable a lo de ahora. No rindo igual, es imposible".
Su testimonio nos permite entender algo que muchos ponen en entredicho, y es la dificultad para concentrarnos y rendir igual que antes. Si bien el teletrabajo puede ofrecernos cierta flexibilidad, no podemos olvidar que estamos en un estado de alarma. En otras palabras, estamos expuestos a muchos estresores: el miedo por nuestra salud o por la de nuestra familia, las dudas acerca de una posible crisis económica que afecte a nuestro trabajo, la convivencia forzada con otra persona, la falta de formación previa relativa al teletrabajo… Es imposible que nuestra productividad sea igual que antes.
Teniendo en cuenta que muchos tendremos que pasar como mínimo un mes en casa, lo ideal es aprender a gestionar este tiempo ya para no acabar saturados.
Tal y como acabamos de explicar, no vas a ser igual de productivo que antes de la pandemia. No te responsabilices ni te culpabilices por ello. Da todo lo que puedas, pero no fuerces tu cuerpo ni tu cabeza porque acabarás estresado y frustrado.
Esta técnica inventada por el ingeniero informático Francesco Cirillo consiste en dividir el trabajo en periodos cortos con descansos.
Concretamente se debe trabajar durante 25 minutos y después descansar 5 minutos. Esto sería un ciclo de Pomodoro.
Tras hacer 4 ciclos (es decir, dos horas), se recomienda hacer un descanso más largo de entre 15 y 30 minutos.
Si te resulta muy lioso estar pendiente del temporizador, puedes instalar una aplicación basada en el método Pomodoro en tu móvil.
Todos queremos ser buenos trabajadores, pero tu tiempo libre es sagrado. Si tienes tareas pendientes, mañana las retomarás, pero nada de prolongar tu jornada cinco minutos porque al final acabarás media hora tarde.
Lo mismo sucede con los WhatsApps y emails. Para evitar la tentación, mejor evita leerlos fuera de tu jornada laboral. Si es algo de vital importancia, te llamarán.
Por muy pequeño que sea tu piso, hay opciones muy prácticas. Incluso puedes ir a una tienda de bricolaje y pedir que te corten un tablón de madera con las medidas que tú quieras. Después sólo tendrás que comprar cuatro patas y atornillarlas.
No subestimes la importancia de una silla de oficina. En general son caras, pero es una inversión con vistas de futuro. Mejor gastarte cincuenta euros en una buena silla, que acabar necesitando cuatro sesiones de fisioterapia y gastando el cuádruple.
Lo ideal es salir a pasear a un ritmo moderado o alto, pero también puedes hacer yoga o estiramientos.
Por un lado, se ha demostrado que el ejercicio físico mejora el bienestar psicológico aunque no haya cambios en nuestro cuerpo. Es decir, el objetivo no es que adelgaces o te muscules, sino distraerte y relajarte.
Por otro lado, es importante trabajar nuestro cuerpo para evitar problemas físicos derivados del teletrabajo. Si te pasas todo el día en una mala postura, tus músculos y articulaciones se van a resentir. Estírate y muévete.