La gordofobia, el rechazo hacia las personas con sobrepeso, se manifiesta muchas veces en forma de discriminación e insultos. “A mí me ha pasado de ir caminando por la calle y que alguien me insulte por gorda. Me han llegado a gritar ‘gorda’ desde un coche y, en otra ocasión, al pasar por encima de una rejilla que había en el suelo, un señor mayor me dijo ‘gorda, no pases por ahí que lo vas a romper’”, nos cuenta Magda Piñeyro, cofundadora de la plataforma Stop Gordofobia.
La cara de incomodidad con la que se encuentra cuando se sienta al lado de alguien en el avión, nos cuenta la joven de 31 años, es otro de los ejemplos del rechazo social con el que se suele topar en su vida cotidiana. “Sufrí discriminación en el colegio y la sigo sufriendo en la calle. No conozco ni a una sola persona gorda que diga que no haya notado gordofobia”, explica.
¿Afecta por igual la gordofobia a hombres y mujeres? Magda lo tiene claro: “Ellos también sufren la gordofobia, pero nosotras empezamos a ser gordas con menos kilos que los hombres. El patrón estético de hombre grande y fuerte hace que no se salgan del canon de belleza si se pasan de los kilos que se consideran normales. En cambio, como el patriarcado espera de nosotras que seamos delgadas y delicadas, en cuanto nos salimos de la norma reventamos las costuras”.
“Me he sentido discriminada a la hora de ligar. Para una persona gorda ligar en una discoteca es algo casi anecdótico. El primer chico con el que estuve saliendo me dijo que no quería seguir conmigo porque estaba gorda y no le gustaba físicamente”, cuenta Magda, quien además afirma que “es muy típico que te digan eso de ‘bueno, pero al menos eres guapa de cara’”.
Los armarios, el que alguien no quiera reconocer públicamente que le gusta una persona con sobrepeso, también forman parte del rechazo, tal y como explican desde Stop Gordofobia: “Nos han escrito hombres a la página para decirnos que les gustan las gordas pero que no saben cómo contárselo a sus amigos. Parece que hay también como un armario del que salir si te atrae la gente gorda. Hay chicas que nos cuentan que sus parejas no quieren salir con ellas a la calle ni presentárselas a sus familias y amigos porque se avergüenzan”. Magda Piñeyro también nos habla del caso contrario: “Hay gente que sale abiertamente con una persona con sobrepeso y se encuentran con que aparece alguien para decirles que se merecen algo mejor”.
Los tópicos es otra de las cosas de las que están hartas las personas con sobrepeso. El que asocia el estar gordo con tener que ser simpático es uno de ellos. “Tengo una amiga que está gorda y que es una antipática impresionante. Ella dice que tenemos que dejar de ser simpáticas porque parece que tengamos que serlo por obligación”, cuenta Magda.
“Yo sé que soy la típica gorda simpática, y me da rabia, pero no puedo evitarlo, soy así. La mala leche en la gente con sobrepeso es muy revolucionaria, pero yo no he podido dar ese paso. Como nuestro cuerpo no gusta nos toca ser los graciosos del grupo para poder ser aceptados y tener colegas”, relata Piñeyro. A pesar de su sentido del humor, la joven reconoce que las bromas relacionadas con los kilos le hacen daño: “Cada vez que oigo un chiste sobre gordos me duele, siento rechazo social a través de él”.
Aparte de seguir una buena alimentación, hacer deporte es muy importante para estar en forma. Sin embargo, algunas personas con sobrepeso se quejan de las burlas que reciben cuando lo practican. “Mucha gente gorda no hace ejercicio porque cuando no son miradas, son insultos. ¿Quieren que hagamos deporte para que estemos sanos o lo que quieren es que salgamos a hacerlo para humillarnos?”, se pregunta Piñeyro, que aprovecha para hablarnos de su experiencia personal en este sentido: “Me apunté a Pilates pero lo acabé dejando porque la monitora era gordofóbica. No solo era hacer deporte con el cuerpo que tengo, eran las miradas de la gente y la presión de una profesora que me rechazaba”.
Piñeyro denuncia que el de la salud es el pretexto que utilizan los gordofóbicos para discriminarles: “Algunos creen que con solo una mirada a un cuerpo gordo puedes saber el estado de salud interior de esa persona. El hecho de que gente desconocida venga y te diga que está preocupada por tu salud es alucinante. Te preguntan por qué no haces dieta pero nadie se interesa por si, por ejemplo, te has hecho una revisión ginecológica. Siempre se da por hecho que las personas gordas comemos mal y que no hacemos ejercicio. Hay mucha gente gorda que hace deporte. ¡Hay gordos que están en las Olimpiadas!”
La activista de Stop Gordofobia explica que los traumas causados por la discriminación atentan más contra su salud que el propio sobrepeso: “Parece que no piensan cómo afectan sus humillaciones a nuestra salud mental. Muchas personas gordas hemos sufrido depresión, ansiedad, fobia social o agorafobia a causa de la discriminación. Toda esa presión nos afecta”.
Hace dos años Magda se hizo vegana. “Los nutricionistas y endocrinos que me machacaron con dietas no consiguieron que cambiase mis hábitos alimenticios. Lo primero para cambiar tu cuerpo es quererte. Cuando logré hacerlo y reconciliarme conmigo misma conseguí hacerme vegana. Esto último fue fácil, tomé la decisión desde el amor por mí y los animales. El mayor acto de salud que puede hacer cualquier persona independientemente de cómo sea es quererse a sí misma. Esa es la base de una buena autoestima”, afirma.
En Stop Gordofobia reciben casos de gente que ha sido discriminada en el ámbito laboral por su peso. “Hay personas que se han presentado para un trabajo y les han dicho directamente que no contratan a gente gorda. Esto les ha pasado a chicos y a chicas con mucha formación que cumplen con el perfil de lo que pide el trabajo”, nos cuentan desde la plataforma. “Hay un prejuicio que es el de considerar que las personas gordas somos improductivas. Estamos hartos de tópicos como el del gordo vago que se pasa todo el día tirado en el sofá jugando a la Play Station”, se queja Piñeyro.
Ella no ha tenido problemas por su físico en su trabajo como agente de igualdad, sin embargo, Magda asegura que en el ámbito laboral las personas con sobrepeso no suelen tenerlo nada fácil: “Nunca he intentado presentarme para trabajar en una cadena de tiendas de ropa. Sé que no me contratarían para estar de cara al público. Supongo que te tiene que entrar la ropa que venden para poder trabajar ahí y a mí su ropa no me entra”. Y es que, aunque cada vez son más las marcas que ofrecen tallas grandes, según su testimonio, encontrar ropa no siempre resulta sencillo para las personas con sobrepeso: “Sigue habiendo limitaciones. La ropa de tallas grandes suele ser horrible, muchas de las prendas son oscuras, como si no pudiésemos llevar colores”.
La actriz Itziar Castro, nominada a un Goya por su papel en la película Pieles, abría hace poco el debate sobre la gordofobia en el mundo del cine. “Da igual que seas una gran artista, vivimos en una sociedad que es incapaz de ver a una persona gorda más allá de su gordura”, se lamenta Magda. Las caras conocidas, dice, pueden hacer mucho para luchar contra la gordofobia: “La visibilización, siempre y cuando no sea desde el punto de vista de los tópicos, es muy necesaria. Una presentadora como Tania Llasera que se planta y dice ‘estoy gorda, ¿y qué?’ es un gran ejemplo para plantar cara al asunto”.
La plataforma Stop Gordofobia lamenta que no haya apenas personajes con sobrepeso en la ficción interpretando papeles que no tengan que ver con los kilos de más: “Los gordos no aparecemos y si lo hacemos es porque somos la amiga de la guapa, el personaje torpe o el gracioso. Somos ridiculizados. No solemos aparecer en el cine o en las series y si estamos, los protagonistas son nuestros cuerpos. Es raro que los gordos hagan de algo que no sea de gordo. El personaje es su propio cuerpo. Nosotros no somos el cuerpo neutro de una historia de amor, somos la gorda de una historia de amor. Hasta que la sociedad no deje de ser gordofóbica esto va a seguir pasando en las películas, en las series y en todo”.
Sobre Stop Gordofobia
Harta de la discriminación sufrida por las personas gordas, Magda Piñeyro puso en marcha junto a un amigo lo que se convertiría en la página de Facebook de Stop Gordofobia, que hoy cuenta con más de 73.000 seguidores. El proyecto creció y tuvo su propia web. “Lo creamos como un lugar en el que compartir todas las cosas que nos pasaban a las gordas y a los gordos, donde contar cómo la gordofobia afectaba a nuestra vida”, cuenta.
En Stop Gordofobia hay testimonios de personas que han sufrido discriminación o ataques por estar gordas, pero también hay noticias, denuncias sobre publicidad que consideran gordófoba e información sobre talleres y charlas entre otros contenidos. Lo suyo no es quedarse de brazos cruzados. Tal y como nos cuentan desde Stop Gordofobia, el activisimo es una de sus tareas: “A veces trabajamos con grupos de adolescentes, asociaciones juveniles, colectivos de mujeres y colectivos feministas entre otros”.
La co-administradora de Stop Gordofobia asegura que los testimonios que comparten en la web es la parte más importante de su trabajo: “Recoger lo que a la gente le sucede es importante para mostrar que existe esta discriminación, ya que hay gente que dice que la gordofobia no existe. Nos escriben muchas personas contándonos su experiencia. Es una forma de denuncia y de desahogo. Nosotras administramos contenido, no somos psicólogas, no podemos dar una respuesta individual ni consejos. Lo que hacemos es compartir las historias y es gente de la comunidad la que contesta, cuenta qué ha hecho si ha estado en un situación parecida o qué considera que podrían hacer”.
Lo que comenzó siendo un grupo privado de Facebook es hoy una comunidad abierta que lucha por el respeto a las personas con sobrepeso. La plataforma tiene hasta su propio libro Stop Gordofobia y las panzas subversas, escrito por Magda Piñeyro. Sin embargo, a pesar de los avances, aún queda mucho por hacer para que el peso de una persona no sea motivo de rechazo y discriminación.