Si bien la dependencia emocional no es un trastorno psicológico (y menos mal, porque si no más de la mitad de la población la padecería), suele aquejar a muchos pacientes con problemas más 'serios'. Aquí entra en juego la gran pregunta: ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Sufrimos ansiedad y depresión por ser excesivamente dependientes, o nos volvemos dependientes tras empezar a experimentar ansiedad y depresión?
La respuesta no es tan simple como parece, pero desde mi punto de vista una personalidad dependiente suele ser el caldo de cultivo perfecto para trastornos depresivos El motivo es que responsabilizas a otra persona de tus necesidades afectivas, y cuando no realiza bien ese 'trabajo' (ya que no tiene por qué hacerlo), te decepcionas, tu autoestima se deteriora y pueden aparecer síntomas depresivos.
Como no entiendes por qué la persona no te cuida tal y como quieres, empiezas a darle vueltas, surgiendo la ansiedad. Al experimentar depresión y ansiedad, te ves más vulnerable, demandando más cuidados y atención. La otra persona no te los proporciona y se reinicia el círculo vicioso.
Esta explicación es un poco simple ya que en la vida real suelen intervenir otros factores, pero nos permite entender bien los riesgos de la dependencia emocional; por eso ponerle freno es tan importante. No sólo deteriora nuestras relaciones interpersonales ahuyentando a amigos y parejas, sino que también perjudica nuestro estado psicológico (y permitidme decir que eso es más peligroso todavía).
Carolina empezó a notar que tenía un problema cuando su novio cortó con ella. Después de reflexionar sobre la ruptura, se ha dado cuenta de que tiene un problema de dependencia emocional. Por este motivo contactó conmigo vía mail:
"Hola Marina. Te escribo porque no puedo más y no sé si seré capaz de resolver esto por mi cuenta. Lo he intentado más veces y no lo he conseguido, igual algo estoy haciendo mal.
La semana pasada mi novio me dejó. Al principio me dijo que era mejor que nos distanciásemos y yo no entendía nada. Ayer hablamos y me contó que me había dejado porque estaba muy agobiado y que soy demasiado dependiente.
Primero me cabreé, pero tiene razón. Si salía con sus amigos me sentía fatal, no por celos, sino porque me sentía sola. Al final le acompañaba a todas partes y no pintaba nada allí. Necesitaba que me dijese constantemente que yo era lo más importante de su vida, que nunca me dejaría y cosas así.
Creo que este es el motivo por el que todos mis amigos han acabado huyendo de mí y aunque al principio creía que la culpa era de los demás, empiezo a pensar que igual yo tengo un problema. Agobio a la gente y les exijo demasiado para no sentirme sola y desprotegida.
¿Esto es suficiente para ir al psicólogo o es una tontería? No sé si necesito ayuda, pero me gustaría que de ser así fuese de una persona con conocimientos y tal. Gracias."
Tras valorar la situación entre las dos, ha decidido ir a terapia. Sin duda será un trabajo de autoconocimiento duro, pero merecerá la pena. Como la dependencia emocional es un problema tremendamente común tanto en población sana como en personas con trastornos psicológicos, hay algunos consejos que pueden ayudarte a gestionar la situación. ¡Ojo! No sustituyen a un psicólogo. Si no sabes manejar la dependencia por tu cuenta, pide ayuda profesional.