Nada de chupitos, cervezas, copas ni cocktails. Alberto lo tiene claro: da igual que esté sentado en una terraza tomando algo o en un festival de música dándolo todo, él no quiere saber nada del alcohol. Es abstemio por decisión propia desde que cumplió los 22 años y hoy ha compartido con Yasss su experiencia: cómo ha afectado a su salud física, si se divierte más o menos, lo que opinan sus amigos y la tentación que siente a veces.
Todos (o casi) hemos probado alguna vez el alcohol, pero, ¿qué sabes sobre él? Si quieres saber que efectos negativos produce en tu cuerpo, ¡haz clic en el vídeo de apertura!
Estos datos asustan mucho, pero debemos ser consciente de los riesgos que tiene esta sustancia, sobre todo porque actualmente se consume alcohol a edades tan tempranas como los 15 años.
Mi nombre es Alberto, actualmente tengo 25 años y soy abstemio desde que cumplí los 22 y acabé la universidad más o menos. Creo que llevo 3 años sin probar una gota de alcohol.
Aunque la decisión de no beber más alcohol fue fácil, cumplirla no tanto. Me explico… Yo he bebido alcohol desde que era un crío como casi todo el mundo. Con 15 o 16 años probé mi primera cerveza y al vivir en una ciudad muy pequeña, tenía bastante libertad para salir de fiesta. Durante el verano en el que cumplí los 16 año empecé a salir de fiesta con mis amigos y bebíamos lo típico: Eristoff o Licor 43 con Coca Cola, Malibu Piña, los primeros chupitos de Tequila que te destrozaban el cuerpo… Y después llegaban las primeras resacas.
Siempre fui bastante tímido así que el alcohol me ayudaba a ser más extrovertido y espontáneo, y poco a poco empecé a necesitar beber para poder cambiar mi faceta de “chico friki y callado” por la de “el graciosillo del grupo”. El problema es que no me gustaba el alcohol. Yo creo que mucha gente que dice que le encanta beber miente, porque una copa más o menos cargada sabe fatal. Te habitúas, sí, pero de primeras es asquerosa. ¿Por qué tenemos que acostumbrarnos a beber algo que sabe mal?
En la universidad seguí esta misma dinámica y en la fiesta de graduación toqué fondo. Me desperté al día siguiente con una resaca y con lagunas y mis amigos me contaron todo lo que había pasado. No hubo ningún drama, todo lo contrario. Fue un fiestón y yo sólo recordaba algunos momentos y acabar vomitando en un árbol. Me estaba perdiendo las mejores noches de mi vida por culpa del alcohol. Dije “hasta aquí” y prometí no beber más.
Al principio se hizo cuesta arriba porque por un lado estás acostumbrado y tienes una especie de adicción, además la sociedad se encarga de recordarte una y otra vez lo guay que es beber. Si salía de fiesta y no bebía, mis amigos me insistían, me intentaban engañar echándome alcohol en las copas cuando iban a pedir o incluso se cabreaban porque yo no bebiese. A veces cedía y bebía un poco, pero me di cuenta de que no podía emborracharme para complacer a los demás. Hablé seriamente con ellos y me entendieron bien, así que ya no volvieron a insistirme.
A diferencia de lo que mucha gente piensa, me divierto exactamente lo mismo. Hay noches en las que estoy supercansado y me voy para casa pronto porque no me apetece salir, y otras en las que me siento a tope y aguanto sin beber alcohol hasta que amanece. He descubierto que no necesito beber para aguantar más ni para ser más sociable o divertido. Esto último ha sido muy importante porque ha mejorado mucho mi autoestima. Poco a poco he aprendido a ser más seguro de mi mismo sin depender del alcohol, y eso hace que me sienta orgulloso de mi esfuerzo y que esté a gusto en mi piel.
Respecto a la salud física tampoco he notado mucho porque no bebía todos los días. Ya no tengo resacas y no vomito de fiesta y eso se agradece. Igual si tuviese una analítica del antes y del después podría decir “pues ahora estoy mil veces más sano”, pero mi motivo para ser abstemio no fue la salud como tal, sino sentirme bien conmigo mismo y ser más feliz.
De todos modos, este es mi caso. Yo no me siento ni mejor ni peor que nadie por ser abstemio y tampoco me gusta comerle el tarro a los que sí que beben alcohol. Sí que es cierto que la gente suele desfasarse demasiado de fiesta y da pena verlo, pero no va a servir de nada que yo les diga “tienes que beber menos”. Eso es algo que uno aprende por su cuenta igual que me pasó a mí. Necesitas verte hundido y sentir que estas tirando tu vida para que algo haga click en tu cabeza, y mis palabras no conseguirán nada en otra gente.”
Si tienes un problema con la bebida, pide ayuda médica y psicológica. Cuando el alcohol controla tu vida, debes ponerle remedio.