"Odio el verano porque me quedo muy solo": 5 tips para gestionar el vacío social en vacaciones
Si en verano sientes ansiedad, vacío social y mucho malestar, estos trucos para lidiar con el tiempo libre y la sensación de soledad te ayudarán
Para muchos el verano son vacaciones interminables, fiestas constantes y planes cada día de la semana, pero un gran número de personas vive estos meses del año con mucho malestar por culpa de la temida soledad, entre ellas Juanjo. Sus amigos se han ido al pueblo o de vacaciones, y la ciudad en la que vive parece haber quedado desértica. Inevitablemente tiene que aprender a lidiar con el tiempo libre, el aburrimiento y sobre todo con la sensación de vacío social que tanto miedo genera. Hoy, junto con el testimonio de Juanjo, hemos recopilado varios consejos que pueden resultarte útiles si también estás experimentando la soledad veraniega.
El caso de Juanjo (22 años):
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"A todo el mundo le suele gustar el verano, pero sin duda es la estación del año que más aborrezco. Todos los años me pasa lo mismo: mis amigos se van o bien al pueblo, o bien de monitores en campamentos, o bien de vacaciones con sus parejas u otros grupos de amigos, y acabo yo solo en la ciudad muerto del asco.
Las primeras semanas intento tomármelo con optimismo e incluso ver el lado bueno de las cosas. Pienso que tengo más tiempo para mí mismo y aprovecho para ver a mi familia, leer, dibujar y hacer deporte. El problema es que cuando llega julio ya estoy muerto del asco y en agosto todavía peor. Me genera mucha ansiedad porque me siento solo.
Al final acabo rayándome pensando que si estoy solo es por algo como por ejemplo que mis amigos prefieren hacer otros planes a quedar conmigo porque soy aburrido. Cuando acaba el verano es cierto que mi vida social vuelve a la normalidad, pero estos meses siempre consiguen minar mi autoestima y dejarme echo polvo".
Cómo gestionar la sensación de soledad en verano
Aunque esta sensación de vacío y aislamiento es pasajera y dura un par de meses, es tan desagradable que lo mejor es aprender a gestionarla de una forma sana. ¿Cómo?
- Diferenciando entre “evitar” y “afrontar”
“Evitar” significa evadirnos mentalmente hasta que pase la tormenta. En este caso, sería dejar que los días pasen sin disfrutarlos, contando el tiempo que queda en el calendario para que llegue septiembre sin aprovechar el momento presente. No mola nada.
En cambio, “afrontar” es superar nuestros miedos y limitaciones, aprendiendo a identificar todo lo que nos asusta y mejorando nuestras capacidades para poder hacerle frente de la mejor manera posible. A veces es difícil afrontar los problemas por nuestra cuenta, y por eso mucha gente pide ayuda o bien a personas de confianza, o bien a un psicólogo. No somos robots, es tan normal como necesario buscar apoyo.
- Ampliando nuestro círculo social
Si todos tus amigos están lejos, ¿por qué no conoces gente nueva? Sí, da un poco de miedo hacer amigos cuando somos veinteañeros; socializar no es tan fácil como cuando teníamos 3 años y nos sentábamos al lado de otro niño en el arenero del colegio. A medida que crecemos, las relaciones sociales implican más intimidad, madurez y esfuerzo, pero eso es algo positivo ya que se forman amistades más estables.
Una forma de conocer gente nueva es apuntándonos a actividades como voluntariado, ludotecas, eventos deportivos, etc. Creemos que apenas hay opciones, pero hasta en las ciudades más pequeñas podemos encontrar planes diferentes en los que hacer amigos.
- Descubriendo el lado bueno de la soledad
Como hemos dicho antes, no tienes que evitar la soledad. Aprender a valorarla forma parte del proceso de afrontamiento, ya que estos momentos de “aislamiento” tienen muchos más beneficios de los que creemos.
Por un lado, la soledad nos permite autoconocernos mejor. Cuando estás solo, distraerte es más difícil que cuando tienes compañía. Tarde o temprano tienes que pararte a analizar tus pensamientos y plantar cara a tus inseguridades. El primer paso para superarlas es conocerlas, así que la soledad puede resultarte útil si quieres mejorar tu autoestima.
Por otro lado, cuando estamos solos es inevitable experimentar ciertas emociones que de normal nos resultan desagradables. La tristeza, la ira, la melancolía… Todas ellas nos generan mucha incomodidad, pero son totalmente inocuas. Podemos aprovechar la soledad para perderles el miedo.
- Disfrutando de nuestros hobbies y conociendo otros nuevos
A menudo dejamos de hacer ciertas cosas porque nos asusta fallar, pero en vez de admitir esta inseguridad, la disfrazamos con la excusa de la falta de tiempo. No pasa nada por tener miedo al fracaso, a todos nos sucede, sin embargo lo ideal es poder identificar esta preocupación y trabajar en ella.
Si llevas meses queriendo aprender japones, pero no encontrabas el momento, ¡es ahora! Da igual si se trata de un idioma, clases de cocina, practicar algún deporte o tocar un instrumento. Estoy segura de que hay mil hobbies que o bien tienes abandonados, o bien te gustaría aprender, pero que has ido posponiendo durante todo el año porque estabas demasiado liado. Ya no tienes excusas.
- Reconstruyendo el concepto de amistad
A veces es imposible encontrar tiempo si estamos muy ocupados, pero si sientes que algún amigo está descuidando vuestra relación de forma constante, lo mejor que puedes hacer es hablarlo con él. Aunque estéis en ciudades distintas, hay muchas formas de mantener el contacto para no sentirnos solos.
No eres egoísta ni inmaduro por exigir una amistad más cercana, igual que tampoco lo son los que prefieren relaciones más despegadas. Simplemente son tus necesidades, y lo ideal es encontrar gente que pueda satisfacerlas.