Para muchas personas, los 20 son la década dorada. Vas a la universidad, quedas con tus amigos para tomar algo, viajas, conoces gente, ligas, tienes sexo esporádico, te enamoras, te rompen el corazón… La vida transcurre de manera sencilla, hasta que un día recibes una llamada que lo cambia todo, o al menos así fue para Iván.
Iván tiene 25 años, un buen trabajo y vive en un pequeño piso de Madrid. Su vida es normal, salvo por un pequeño detalle. Cuando acabó la universidad se enteró de que su novia estaba embarazada y decidió romper con ella y cortar todo contacto. Con el tiempo, comenzó a arrepentirse de su decisión. De la mano de su testimonio, conoceremos las consecuencias psicológicas de ser padre o madre en la veintena y algunos consejos para gestionar la noticia de la mejor forma posible.
Aunque ahora mismo Iván tiene un trabajo estable y un colchón económico que le permite vivir en Madrid, su situación no siempre fue así. "Tenía 22 años y acababa de graduarme. No tenía trabajo y tampoco sabía muy bien lo que quería. Sentía que había tirado cuatro años de mi vida estudiando algo sin futuro. Estaba en una crisis personal, yo creo que como la mayoría de personas cuando salen de la universidad".
El estrés por su situación laboral y económica se mezcló con las discusiones de pareja. "Mi novia y yo llevábamos juntos un año, y siempre estábamos discutiendo. Lo dejábamos y volvíamos. A ella le parecía mal que yo quisiese irme fuera de España a buscar trabajo. A mí me parecía mal que no me apoyase. Rompíamos, nos echábamos de menos y otra vez estábamos igual", confiesa.
"Yo tenía pensado irme en septiembre a Inglaterra a trabajar de lo que fuese, pero en julio me enteré de que estaba embarazada. Cuando me llamó para quedar pensé que íbamos a dejarlo otra vez", recuerda, "pero en vez de eso me soltó la noticia".
La primera reacción de Iván fue de incredulidad. "No entendía cómo era posible si siempre usábamos condón. Le pregunté si quería abortar. Igual fui un poco brusco, pero sabiendo cómo era nuestra relación y que ninguno tenía dinero, me pareció lo más lógico. Me dijo que no, y que esperaba que yo estuviese a su lado. No me siento orgulloso, pero empecé a evitarla. Si llamaba no le contestaba y al final le dije que quería desentenderme", relata.
Cuando llegó septiembre, Iván se fue a Inglaterra con un amigo y comenzó a trabajar de todo lo que surgía. Después encontró un puesto relacionado con sus estudios, y tras un año y medio, decidió volver a probar suerte en España.
"Cuando estaba en Inglaterra no hubo un solo día en el que no pensase en mi ex. Sabía que había tenido a la niña por amigos en común, pero nunca me llamó ni me pidió nada a nivel económico o legal. Respetó mi decisión. Y al volver a España ese remordimiento se hizo más fuerte", comparte.
"Ahora han pasado 3 años y me gustaría llamarle, pedirle perdón y estar en la vida de mi hija. No quiero volver con mi ex porque era una relación muy tóxica, pero sí quiero ser padre".
La maternidad y la paternidad son situaciones psicológicamente difíciles, y si se producen en la veintena todavía más.
En el año 2000, lo más habitual era tener hijos antes de los 30. ¿La razón? Que nuestros padres tenían una economía que para nosotros es utópica. Sin embargo, con la llegada de la crisis y las dificultades para conciliar familia y trabajo, la edad media del primer hijo ha ido retrasándose hasta los 31 años según el Instituto Nacional de Estadística.
Si bien entre los 20 y los 30 años el estado de los óvulos femeninos y del esperma masculino es el ideal, el físico no lo es todo. Las condiciones sociales y económicas de la generación millennial hacen que ser padres en la veintena sea especialmente difícil.
Pese a las dificultades para ser padres en la veintena, son muchas las personas que deciden tener un hijo a esa edad o que, en la otra cara de la moneda, no utilizan protección (o la protección falla).
Si esto sucede, solo tenemos una opción: gestionar la noticia de un embarazo con la mayor madurez posible. Pero, ¿cómo?
En primer lugar, afrontando la noticia con calma y empatía:
En el caso de que tu pareja decida tener al bebé, debes pensar a largo plazo:
Si, por el contrario, tu pareja decide no tener al bebé, es importante que la apoyes en todo momento. Para muchas mujeres abortar es un proceso duro a nivel psicológico y físico. Debes evitar juicios de valor y mostrar a tu pareja empatía, cariño y amor.