Por qué Rocío Carrasco habla tan bien: así lo explica ella misma
Analizamos las claves de su eficaz y sorprendente forma de expresarse que ha conectado tanto con la audiencia
La propia Rocío se "sorprende" del impacto de su lenguaje en la gente, ya que "no era consciente" de tener esta habilidad, nos cuenta su entorno
"Mi madre siempre se obsesionó porque yo hablase bien", explica. Y aunque no lee mucho, sí es una "adicta a los crucigramas"
Mucho se habla de lo bien que habla (valga la redundancia) Rocío Carrasco. Su particular y cuidada forma de expresarse en Rocío, contar la verdad para seguir viva es una de las claves para que la serie documental de Telecinco se haya convertido en un fenómeno mediático.
Para los espectadores que apenas la hubieran visto u oído en estos últimos 25 años fue una auténtica novedad, ya desde el primer capítulo, descubrir la serenidad, el lenguaje preciso y el rico vocabulario con los que narra cada mínimo detalle de su vida.
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"¡Pero qué bien habla Rociíto!", habrán escuchado o dicho ustedes mismos a lo largo de estas últimas semanas, sobre todo si aún la llamaban "Rociíto" y tuvieran en la memoria la antigua imagen de su etapa más mediática como la joven hija de Rocío Jurado.
Rocío Carrasco "no era consciente" de hablar tan bien
La propia Rocío Carrasco, nos cuentan desde su entorno, es la primera "sorprendida" de que la gente le diga lo bien que habla, ya que hasta ahora ella misma "no era consciente de ello, nunca me lo habían dicho".
"Supongo que habrá sido por la cantidad de tiempo que me ven ahora en pantalla", cuenta Rocío a los suyos, consciente de lo mucho que se está descubriendo de ella por el escrutinio al que se ve sometida después de tantas e intensas horas de televisión.
'Rociíto' ya hablaba así
¿Por qué habla tan bien Rocío Carrasco? Para empezar, hay que decir que esto puede ser nuevo para el público, pero no para su entorno más cercano o los periodistas que la seguían desde niña, a los que desconcertaba por su madurez al hablar, impropia de su edad o de otros hijos de famosos. Rocío habla así desde que era "Rociíto". Para comprobarlo, basta ver sus primeras declaraciones a la prensa, cuando empezó a salir con Antonio David Flores, con solo 18 años, o sus colaboraciones con María Teresa Campos, cuando tenía 23:
Un ritmo inusualmente pausado y contundente que siempre la han caracterizado, aunque hasta ahora no hubiéramos reparado tanto en ello.
Cuando su forma de hablar le hacía parecer altiva
La particular forma de expresarse de Rocío no siempre ha jugado a su favor en los medios, ya que contribuía a esa imagen de persona "estirada, distante o indolente" que mucha gente ha reconocido que tenía de ella.
¿Quién dijo que los silencios son "anti televisivos"?
Su narrativa flemática pero implacable, tan eficaz para que su historia llegue a los espectadores, no es mérito de la cadena o la productora de la docuserie, sino un "regalo" natural con el que se encontraron.
Después de 20 años de silencio elegido, la única condición que puso Rocío Carrasco a La Fábrica de la Tele para grabar la entrevista es que "la dejaran explicarse con libertad, desde el corazón, tomándose su tiempo y sin ser interrumpida", explicó Carlota Corredera.
Rocío no tiene prisa. Su exposición es tranquila, con pausas de varios segundos entre frase y frase, y un tono bajo que puede resultar hasta monótono. Esto podría asustar a priori a cualquier directivo de televisión, ya que aparentemente su estilo es más propio de la llamada slow tv que de la televisión de hoy en día que exige un ritmo más acelerado y, en ocasiones, hasta ruidoso.
Pero paradójicamente, esa cadencia en el lenguaje, aparentemente tan anti televisiva, es lo que ha resultado moderno y conectado con la audiencia.
Rocío ha sido rupturista en este sentido. Va lenta pero segura, y nos recuerda la importancia de los silencios oportunos en televisión, idóneos para crear el clima de tensión e incertidumbre que te tienen pegado al televisor. "Dios mío, ¿qué va a decir ahora?", nos hace pensar a cada momento.
La fuerza de la palabra de Rocío, que además tiene la ventaja de tener una voz grave, se ve multiplicada, esto sí es mérito de la productora, por el impecable trabajo de escenografía, grafismo y ambientación musical que hay en el formato Rocío, contar la verdad para seguir viva.
"A mi madre le obsesionaba que yo hablase bien"
Llama la atención el extenso vocabulario que exhibe Rocío Carrasco para describir sus vivencias, aunque algunos consideren que a veces use términos algo rebuscados o pedantes. Dicen que para hablar bien hay que haber estudiado o leído mucho. En el caso de la hija de Rocío Jurado, su facilidad de palabra es algo innato. Aunque no tiene estudios superiores, probablemente es una persona de Letras.
En su entorno nos revelan, además, que Rocío Carrasco "no es una gran lectora ni tiene reparo en reconocerlo", pero su madre, Rocío Jurado, sí que lo era, como desveló su propia hija en el documental para sorpresa de muchos. Cuando ahora le preguntan a Rocío por qué comunica tan bien, a qué lo atribuye ella, cuenta que su madre "siempre se preocupó por transmitirme, desde muy pequeña, la importancia de hablar bien, sobre todo cuando empecé a tener exposición pública en los medios".
No es lectora, pero sí "adicta a los crucigramas"
Y aunque no sea una devoradora de libros, Rocío Carrasco cree que algo habrá ayudado a enriquecer su vocabulario el hecho de que siempre haya sido una "adicta a los crucigramas" y, sobre todo, "a los autodefinidos, pero no las sopas de letras, que las detesto", bromea con su gente. Se compra libros enteros de "Pasatiempos" y cuando va a la peluquería, como cabría de esperar en ella, no es de las que que se lanzan a las revistas de corazón para matar el tiempo, sino que prefiere pasarlos rellenando casillas con letras.
Un lenguaje jurídico tras años entre juzgados y un "marido abogado"
También llama la atención el dominio del lenguaje jurídico que Rocío Carrasco muestra en el documental, que en este caso "sí ha sido adquirido por tener un abogado en casa" -su marido, Fidel Albiac-, además de por haber tenido que vivir entre juzgados en todos estos años de litigios con su ex, Antonio David Flores.
Así ha reconstruido Rocío el guion real de su vida
"El padre impío", "he tenido a mis hijos muertos en vida", "les sembró la semilla del odio", "perro no come perro"…. Rocío Carrasco tiene expresiones poco habituales y con una carga dramática que no se le ocurrirían al mejor guionista.
Sus frases son tan llamativas que los amantes de las teorías de la conspiración se preguntan si la productora no le habrá ayudado a construir un guion para contar su historia en televisión.
Lo cierto es que Rocío ni siquiera tenía escrito un diario de vida, como hace otra mucha gente, que le pudiera haber servido de base. Pero sí tiene el guion de su vida interiorizado en su cabeza, después de 25 años en los que ha tenido que bucear en su memoria para reconstruir los sucesos más duros con todo tipo de psicólogos, terapeutas, abogados, jueces, peritos y familiares o amigos más cercanos.
Un ejercicio de descarga emocional que le ha ayudado a poner nombre a todo lo que sucedía y a ordenar los hechos en su vida. Y no olvidemos que el orden siempre ayuda para comunicar. "Rocío lo explica todo tan bien porque es un discurso que ha tenido que repetir mucho a lo largo de estos años", comentaba el colaborador Santi Villas en su intervención de este pasado miércoles.
La clave principal para hablar bien en público, dicen siempre los expertos, es conocer muy bien el tema que trates. Rocío habla con tanta propiedad porque lo hace con la seguridad de haberlo vivido. Como le ocurre a tantos otros 'animales televisivos', independientemente de cual sea su nivel cultural, como Belén Esteban, Rocío Carrasco transmite porque habla con la fuerza de la verdad.