Primero tuvimos que adaptarnos a la cuarentena, con el estrés que supone pasar 24 horas en casa. Cuando aprendimos a estar confinados, de repente llegó la desescalada, y de nuevo volvimos a salir a la calle, a llenar los parques e incluso a hacer deporte, aunque con precauciones.
En esta nueva normalidad no sólo nos estamos reencontrando con las terrazas de los bares, que están hasta los topes, sino también con nuestras parejas. Son 4,79 millones los españoles que han pasado el estado de alarma solos. A esta cifra, se le deben sumar todos los que han estado aislados con su familia o con sus compañeros de piso. En definitiva, millones de personas que han estado separadas de sus parejas durante más de dos meses y que ahora, con mascarillas de por medio, se vuelven a reencontrar.
"Tenía muchísimas ganas de volver a ver a mi novio, y está siendo como cuando empezamos a salir hace dos años", comparte Lola, de 25 años. "Igual suena un poco cursi, pero la cuarentena me ha hecho valorar mucho más a mi pareja y en general mi vida. Antes íbamos a una terraza y estábamos con el móvil pasando el uno del otro. Esto me pasaba con mi novio, con mis amigas e incluso con mi familia. Ahora no paramos de hablar, de contarnos cosas y de reír. Espero que no volvamos a lo de antes", añade.
Aunque todos estábamos deseando poder volver a nuestra rutina, quedar con nuestros amigos o ir a comer los domingos a casa de nuestros padres, la desescalada también está provocando ciertas secuelas psicológicas: ansiedad, miedo a una nueva oleada de contagios, apatía, falta de motivación, cansancio… Esta fatiga emocional no sólo nos afecta psicológicamente, sino que también se ha extendido al ámbito de las relaciones. Para muchos el reencuentro con sus respectivas parejas está siendo una especie de luna de miel, pero otros lo están viviendo con cierta angustia y estrés.
Aroa tiene 19 años y por fin ha podido ver a su novio, que vive en un pueblo de su localidad, Alicante. "Durante la cuarentena he estado más salida que el pico de una mesa, y yo creo que me puse unas expectativas muy altas", relata entre risas. "Mi novio y yo llevábamos haciendo sexting desde el segundo día de confinamiento, y cuando por fin nos hemos visto ha sido un poco plof… También influye que estamos un poco apáticos y que con esto de no movernos en dos meses, nos cansamos en seguida. Al final el tema del sexo nos está afectando un poco como pareja, pero bueno, yo creo que con el tiempo y un poco de ejercicio volveremos a lo de antes".
Para Quique, de 22 años, pesan más los contras que los pros en el reencuentro. "Me he dado cuenta de que mi relación es un poco aburrida. Si no vamos al cine o a tomar algo con amigos, no tenemos cosas de las que hablar. A lo mejor suena egoísta, pero después de tanto tiempo hablando sólo por teléfono, la vida real se me queda corta. Hay muchos silencios que no son incómodos, pero tampoco me siento a gusto. Yo creo que mi novia y yo cada vez tenemos menos cosas en común, y con la desescalada me estoy dando cuenta de que lo nuestro no da para mucho más", relata.
Las expectativas están jugando un papel fundamental en los reencuentros amorosos. Al fin y al cabo, durante estos últimos dos meses nos hemos imaginado como sería la nueva normalidad, y es totalmente comprensible que la realidad diste mucho de la idealización que habíamos generado.
También debemos tener en cuenta que estamos readaptándonos a una nueva situación vital, con el estrés que eso supone. Es muy normal que surjan pequeños roces o que sintamos que nuestras relaciones han cambiado de alguna manera. Debemos ser pacientes y, sobre todo, comunicarnos con nuestra pareja.
"A veces pienso que mi novio me quiere más que yo a él", confiesa Jesús, un joven asturiano de 24 años. "No para de decirme que me ha echado muchísimo de menos durante la cuarentena y que lo ha pasado fatal. Yo he estado bastante bien. A ver, hay ratos en los que me apetecía estar con él obviamente, pero he disfrutado mucho estando a solas". Ahora que por fin pueden pasar tiempo juntos, Jesús está sintiéndose algo agobiado. "Hemos hablado y yo no sé si el problema es que yo soy muy pasota o él muy dependiente, pero yo no necesito vernos todos los días para estar feliz. Estoy enamorado, pero no necesito ir a su casa o que venga a la mía cada noche. Quiero mi espacio otra vez".
El testimonio de Jesús refleja una necesidad que muchos estamos desatendiendo: nuestra autonomía. Aunque por fin podamos pasar tiempo con nuestros amigos, familia o pareja, no debemos dejar de invertir tiempo en nuestro autocuidado. Estar solos de vez en cuando no es algo negativo, sino un acto necesario.
Para Carla, de 20 años, el desconfinamiento ha marcado un antes y un después en su relación. "Cuando empezó la cuarentena mi novio y yo estábamos fatal y decidimos darnos un tiempo. No lo dejamos, pero aprovechando todo lo del coronavirus quisimos dedicarnos tiempo a nosotros mismos. Él ha empezado a ir al psicólogo y yo estoy trabajando mi autoestima", relata orgullosa. "Cuando hemos vuelto a vernos nos hemos dado cuenta de que nos queremos mucho y de que estar juntos nos ayuda a ser mejores personas. Me alegra mucho habernos tomado este tiempo, y creo que la relación es más fuerte que nunca".