La Real Academia Española (RAE) define que una bandera es "una tela de forma comúnmente rectangular, que se asegura por uno de sus lados a un asta o a una driza y se emplea como enseña o señal de una nación, una ciudad o una institución". Los colores y diseños de las banderas nacionales no se seleccionan arbitrariamente, sino que se derivan de la historia, la cultura o la religión del país en particular.
De las banderas de los 194 países que existen en el mundo (reconocidos por la ONU), hay un color que hoy en día es de lo más normal pero que en el pasado era difícil de conseguir y muy costoso, por lo que sólo unos pocos podían permitírselo. De este modo, la mayoría de los países prescindieron en su bandera de una tonalidad que no iba a estar al alcance de todos: el morado.
Durante siglos, el morado fue asociado a la realeza y a la clase dominante porque su prohibitivo precio lo convirtió en un símbolo de estatus. El púrpura se obtenía en pequeñas cantidades de la mucosidad de un caracol marino llamado múrex que habita en la región del Pacífico-Índico. Lo elaboraban en la ciudad fenicia de Tiro (actual Líbano).
Tendríamos que decir que el morado está casi ausente de las banderas del mundo porque sí aparece en dos, aunque en cantidades pequeñas: en la de Dominica y en la de Nicaragua.
En el caso de la isla caribeña de Dominica, el morado es el color del plumaje del pecho y la cabeza de un loro Sisserou (o loro imperial), que es el ave nacional del país. El pequeño Sisserou aparece encima de una cruz de San Jorge en amarillo, negro y blanco sobre un fondo verde que simboliza la vegetación.
En cuanto a la bandera de Nicaragua, el color morado aparece en una de franjas del arcoíris del escudo situado en el centro de la enseña nacional.
Fue en 1856 cuando el químico británico William Henry Perkin consiguió democratizar este color. Eso sí, accidentalmente. Perkin intentaba encontrar una fórmula para producir de manera artificial la quinina, que en aquella época era el compuesto principal del tratamiento contra la malaria.
Agregándole hidrógeno y oxígeno al alquitrán de hulla, se dio cuenta de que los frascos de cristal quedaban manchados de negro. Tras echarles agua, dio con el primer tinte sintético: la anilina morada, también conocida como malveína, malva, violeta o púrpura de Perkin.
Perkin, que apenas contaba con 18 años, consiguió que su padre le ayudara para abrir un negocio de tintes y de fragancias sintéticas, convirtiéndose en millonario.