James Hamblin, profesor de Medicina en la prestigiosa Universidad de Yale, en Connecticut (EEUU), dejó de ducharse hace cinco años y se siente "perfectamente bien", según ha revelado en una entrevista que concedió a la cadena británica BBC.
Este educador de 37 años realizó el proceso de manera paulatina a partir de 2015: pasó de bañarse casi todos los días a reducir la frecuencia tanto de ese proceso como del uso de jabón, champú y desodorante. En vez de aplicar dichos productos, Hamblin se deshace del sudor y la suciedad con cortos lavados. "Me enjuago cuando lo necesito o cuando lo deseo, solo con agua, especialmente cuando tengo el cabello como si me hubiese acabado de despertar o si visiblemente tengo algo sucio", explica.
Eso sí, asegura que se lava las manos y los dientes varias veces al día puesto que ello sí es imprescindible para mantener una correcta higiene.
Según su teoría, "el olor de los cuerpos es producto de bacterias que viven en nuestra piel y se alimentan de las secreciones aceitosas del sudor y las glándulas sebáceas que están en la base de nuestros folículos pilosos. Cuando te duchas agresivamente, destruyes los ecosistemas. Se repueblan rápidamente, pero las especies quedan desequilibradas y tienden a favorecer los tipos de microbios que producen olor".
Hamblin indica que cuando dejas de ducharte hay un momento en el que "tu ecosistema llega a un estado estable y dejas de oler mal. No hueles como agua de rosas. Simplemente hueles como una persona". Añade que hoy en día él tiene un olor "propio", que a su mujer le gusta y que para otras personas "no está mal". Durante algún tiempo le preguntó a "colegas, amigos y personas que sabía serían honestas" para no molestar a nadie.
El profesor explica que la ducha diaria es un concepto muy moderno: "Sí, porque no solíamos tener agua corriente. La mayoría de la gente no tuvo acceso a agua corriente hasta los últimos cien años. Era algo que quizás la realeza podía hacer, pero que la gente sólo podía hacer ocasionalmente. Quizás se metían en un río o en un lago, pero no era algo que necesitáramos hacer todos los días".
"Diría que la ducha es una preferencia, pero no una necesidad médica", concluye Hamblin.