Con la llegada del verano pasamos más tiempo fuera de casa disfrutando de escapadas de fin de semana, vacaciones en la playa, campings al aire libre y festivales de música. Para muchos es obligatorio inmortalizar estos momentos con la cámara del móvil y después subirlo a sus redes sociales bajo la creencia de que “si no está en Instagram, no ha pasado”. Idealizar la vida de nuestros amigos y conocidos en base a lo que vemos en sus stories es un arma de doble filo; no es oro todo lo que reluce y estas imágenes no reflejan la perfección que nosotros imaginamos desde el sofá de casa. Por eso hoy hemos recopilado varios consejos para que dejes de fijarte tanto en la vida de tus amigos por Instagram.
Tómate un par de minutos para pensar en las diez últimas fotos que has subido a tu Instagram. Si no te acuerdas, puedes abrir la aplicación y echar un vistazo rápido a tu feed. ¿En cuántas de esas imágenes sales triste? Probablemente en ninguna. El motivo es sencillo: no nos hacemos fotos cuando estamos de bajón y si lo hacemos, nos esforzamos mucho para disimular la tristeza.
Nuestra galería del móvil está repleta de instantáneas de paisajes que hemos visitado, amigos con los que hemos pasado un buen rato y selfies de cuando estábamos con el guapo subido. Sin embargo, lo último que nos apetece cuando tenemos un mal día es abrir la cámara del móvil y hacernos una sesión de fotos. Esos momentos de soledad y frustración no se inmortalizan y caen en el olvido.
Si tú eres el primero que sólo sube fotos alegres aunque estés pasándolo fatal, ¿qué te hace pensar que tus amigos no hacen lo mismo? Y al decir amigos, también me refiero a los influencers que sigues o a esos conocidos con los que fuiste a clase en el instituto aunque acabaste perdiendo el contacto. Parece que sus vidas son perfectas y que tienen todo lo que desean, pero también sufren, también se sienten solos y también idealizan la vida de los demás en base a lo que ven en Instagram. La tendencia a pensar que la vida ajena es mejor que la nuestra nos afecta a todos.
Nadie tiene una vida perfecta, ni siquiera ese colega que ahora mismo está bañándose en una cala de Formentera. El problema es que la tristeza sigue siendo tabú y las emociones negativas son víctima de la minimización, sobre todo en las redes sociales. Ocultamos la ansiedad, el enfado, la decepción, la frustración, la melancolía… En resumen, todo aquello que no es “alegría, paz y amor”. Inevitablemente ponemos la etiqueta de “indeseables” a estas emociones y cuando las sentimos (porque tarde o temprano las sentimos) nos sentimos culpables, desagradecidos o bichos raros. No lo somos, todos sufrimos en algún momento.
El primer paso es ser consciente de la cara oculta de Instagram que acabamos de describir. Las redes sociales sólo reflejan un 10% de la vida de los demás, y ese pequeño porcentaje además está filtrado y editado. Si aun siendo consciente de que lo que ves en tu móvil no es del todo real, hay algunos consejos que pueden resultarte útiles:
1. Detoxifícate de Instagram
Si vives obsesionado con la vida de otras personas, a lo mejor te vendría bien dejar las redes sociales durante una temporada. El verano es un momento ideal para desintoxicarnos e invertir nuestro tiempo libre en aficiones más enriquecedoras (o al menos que no nos generen ansiedad).
Intenta usar Instagram cada vez menos, reduciendo cada día 10 minutos de consumo. También puedes dejar de seguir o silenciar a determinadas personas. Poco a poco debes aprender a entrar en esta aplicación cuando tú quieres y no por una necesidad compulsiva de cotillear la vida ajena. Recuerda que Instagram es un pasatiempo, no una obsesión.
2. Pon nombre a tus emociones
Es muy complicado identificar ciertas emociones y todavía lo es más admitirlas abiertamente. Por ejemplo, es normal sentirte un poco aislado cuando ves que tus amigos están de fiesta en un festival al que tú no has podido ir. Tampoco tiene nada de extraño sentir cierta envidia en ocasiones, siempre y cuando utilicemos esta emoción para ser mejores personas.
Todas esas emociones que a menudo reprimimos y consideramos “negativas” cumplen una función. Por un lado, nos hacen más conscientes de nuestras virtudes y nuestros defectos; ¡conocerse mejor a uno mismo siempre mola! Por otro lado, fomentan la cohesión grupal o, en otras palabras, nos incitan a buscar apoyo de nuestros seres queridos.
3. No finjas ser algo que no eres
Es difícil ser fiel a uno mismo cuando el postureo inunda las redes sociales, pero está en nuestra mano poner punto y final a la falsedad de Instagram. Por eso es importante no fingir ser algo que no somos, y esto es aplicable a muchos aspectos: no aparentes conocer música que no te suena de nada, no ocultes que te gustan las películas románticas y tampoco disfraces tu tristeza.
Si estás de bajón, es totalmente entendible que no quieras subir nada a Instagram. Sin embargo, publicar fotos alegres fingiendo una felicidad que no es real sólo aumentará la culpabilidad y la sensación de incomprensión. No le debes nada a nadie, así que actúa en consonancia con tus principios.