Justin Bieber, Jim Carrey, Lady Gaga, Britney Spears… La lista de famosos que han sufrido problemas de depresión y ansiedad es tan larga como la de personas de a pie, porque el dinero, la fama o el número de películas y canciones en la lista de éxitos no es un factor protector para un trastorno psicológico.
Si la depresión y la ansiedad ya de por sí están desvirtuadas por los mitos y el estigma, cuando le afecta a una celebrity los comentarios despectivos son todavía mayores: ‘Si lo tiene todo, ¿por qué se deprime?’, ‘Esto es una llamada de atención’, ‘Eso se le pasaría trabajando en una mina’ y un largo etcétera. Todas estas frases reflejan la necesidad de concienciar a la sociedad sobre los problemas psicológicos, ya que pueden afectar a cualquiera.
En el mundo 300 millones de personas experimentan depresión y 260 millones padecen ansiedad. Entre ellas nos podemos encontrar niños, adolescentes, adultos y ancianos; mujeres y hombres; estudiantes, políticos, panaderos, médicos, periodistas, psicólogos y hasta al mismísimo Justin Bieber. Da igual la edad, el género o el nivel socioeconómico, porque la depresión y la ansiedad pueden afectar a cualquiera.
Aunque a veces pensamos que la vida de un famoso es dormir hasta las dos de la tarde, ir de compras y salir de fiesta, muchos están expuestos a situaciones estresantes: jornadas laborales intensivas, viajes con cambios horarios que desgastan a cualquiera, paparazzis persiguiéndoles por la calle, fans y haters obsesionados con cada movimiento que hacen, etc. Si a esto le sumamos el posible consumo de drogas y su influencia negativa en la salud mental, tenemos el caldo de cultivo perfecto para experimentar ansiedad y depresión.
También debemos tener en cuenta que una persona famosa tiene más medios económicos para pedir ayuda y para recibir un diagnóstico. Hay muchas personas de a pie que no pueden permitirse un psicólogo o un psiquiatra y otras ni siquiera son conscientes de que deben pedir ayuda, ya que creen que lo que experimentan es normal y minimizan su sufrimiento.
Por eso es importante concienciar a la sociedad sobre la importancia de pedir ayuda psicológica cuando experimentamos malestar y, sobre todo, no minimizar los problemas de los demás por el simple hecho de que los nuestros parezcan ‘más graves’. Sufre lo mismo el que se ahoga a 5 metros de profundidad que el que se ahoga a 20 metros.
Responder a esta pregunta es como adivinar el sentido de la vida o acertar el número que va a tocar en la lotería mañana. La expresión ‘cada persona es un mundo’ parece un tópico, pero es totalmente cierta. Todos tenemos una forma de pensar diferente moldeada por lo que ha sucedido a lo largo de nuestra vida. Diferentes amigos, diferentes colegios, diferentes tipos de relaciones, y una forma totalmente diferente de procesar lo que sucede en el exterior.
Como la depresión y la ansiedad son trastornos diferentes −aunque en muchos pacientes vayan de la mano− los analizaremos por separado. Sin embargo, tienen algo en común y es que, aunque se ha estudiado la influencia genética y biológica para explicar su origen, la teoría que más peso tiene para ambos problemas es la psicológica, concretamente el papel del aprendizaje.
Según psicólogos como Lewinsohn, Costello o Fester, las personas con depresión experimentan una pérdida de reforzadores. En otras palabras, aquello que antes les provocaba felicidad y tranquilidad, ya no les sirve. Hay varias razones por las que puede suceder esto:
Respecto a la ansiedad, destaca la teoría de Mowrer. Según este psicólogo, la ansiedad se consolida en dos fases.
No debemos olvidar que hay otros factores que también influyen en el origen y mantenimiento de la depresión o la ansiedad. Es imposible explicar estos trastornos en un par de párrafos y para entender por qué surgen es necesario un análisis individualizado llevado a cabo por un psicólogo o psiquiatra. Autodiagnosticarse o buscar el origen de nuestro problema a partir de un artículo sacado de Internet es peligroso para nuestra salud mental.