El clásico Bic, el bolígrafo más vendido de Europa, no es tan sencillo como parece. De hecho, cada detalle está pensado y es muy "complejo técnicamente". Por ejemplo, el agujero de su capuchón no siempre ha estado ahí y tiene una función.
"El BIC® Cristal parece extremadamente sencillo, pero en realidad es un instrumento de escritura muy sofisticado. Desde sus inicios, hace 70 años, no se ha hecho ninguna concesión y no se ha dejado nada al azar para garantizar que los consumidores reciban un bolígrafo de alto rendimiento y fiable que proporcione el mismo placer de escribir desde la primera hasta la última línea", explica la compañía en su página web sobre un instrumento que su creador Marcel Bich, que falleció el pasado 31 de mayo, logró hacer asequible y de calidad en 1950.
"Para garantizar esta excelente calidad, se realizan más de 70 controles a lo largo del proceso de fabricación", informan. Así, entre otras cosas, según explicó la compañía hace ya algunos años, en la década de los 90 se decidió fabricar los capuchones así como medida de seguridad para evitar el centenar de ahogamientos que se producían al año por ingerir esta tapa.
Si alguien se traga el capuchón, este podría obstruir la tráquea y podría morir ahogado. El agujero asegura que haya una vía respiratoria abierta, que puede ser vital. En su página web, Bic lo explicaba así: "Todas nuestras tapas BIC® cumplen con las normas de seguridad internacionales que tratan de minimizar el riesgo de que los niños se traguen accidentalmente tapas de los bolígrafos".
"Algunas de estas tapas de ventilación, al igual que la utilizada para el BIC Cristal, tiene un pequeño agujero en la parte superior para cumplir con las normas de seguridad existentes", añadía entonces la empresa.
Además de este, el boli tiene otro agujerito, uno en el tubo del cilindro. Este, explicaban, sirve para igualar la presión atmosférica dentro y fuera del boli, es decir, "ayuda a prevenir fugas de tinta".
El bolígrafo ha celebrado este 2021 su 70 aniversario y es un clásico en los estuches de todo el mundo. La fama de que no se le gasta nunca la tinta pese a que no llega hasta el final del tubo no es para menos ya que tiene la suficiente para escribir 3 kilómetros, aseguran. Además, son perfectamente esféricos y casi tan duros como un diamante.