Pablo Bella, de 31 años, estaba acostumbrado a recorrerse los pasillos varias veces al día del hospital Puerta del Hierro. Estar con los pacientes era su rutina porque él es enfermero por vocación hasta que la crisis del coronavirus le ha obligado a quedarse en casa. Haciendo caso al "me tengo que cuidar yo para cuidar a los demás", Pablo ha asumido otro papel fundamental durante la pandemia porque aunque sea enfermero, él también es un paciente de riesgo.
Pablo padece la Enfermedad de Crohn, un proceso inflamatorio crónico del tracto intestinal que junto con la colitis ulcerosa afecta a más de 300.000 personas en nuestro país según la Confederación ACCU Crohn y Colitis Ulcerosa. Su problema le obligó a retirarse de la primera línea de batalla nada más declararse el estado de alarma, pero eso no le ha impedido dejar de asistir a los demás. Pablo se ha puesto a trabajar desde casa y, "aunque suene raro eso de que un enfermero no esté en contacto directo con los enfermos", tal como confiesa, su atención telemática está siendo muy importante para controlar esta situación tan complicada.
Mediante el teléfono y mails pasa la jornada de trabajo. Él que ante cualquier problema antes agarraba la mano de sus pacientes en señal de afecto, ahora lo hace a través de esta forma que también en su caso es la única posible. Cuenta que "esas llamadas para los pacientes son como el abrazo que no se puede dar, ni recibir" y eso ya es mucho en unos tiempos en los que cualquier gesto es más de lo que parece.
Desde el inicio de la crisis, la actividad en los hospitales está siendo frenética, pero lo cierto es que el trabajo de asistencia, seguimiento de pacientes, resolución de dudas y el dar mucha información constante sobre el coronavirus por vía telemática es continua y no siempre tiene todo el reconocimiento que se merece. "En este tiempo el teléfono no ha parado de sonar y hay que ser conscientes de que ahora todo suma", dice Pablo. Los que están trabajando como él al otro lado saben que lo peor son los miedos y las incertidumbres. Cualquier síntoma por leve que sea, representa dudas y sus respuestas tras el auricular tienen un gran impacto positivo.
Pablo sabe muy bien lo que es eso. Cuando empezó a ver cómo los casos se multiplicaban en su hospital y se empezó a valorar que el COVID-19 no era una gripe al uso, entendió que era el momento de ser prudente ante algo desconocido. ¿Qué implicación podía suponerle a él contraer el virus teniendo la Enfermedad de Crohn? ¿Estaba dentro de la población de riesgo, aunque en esos momentos no estuviese inmunodeprimido? ¿Le tocaría tomar alguna medida extra en caso de contagio del coronavirus? Por suerte, alguien atendió también a sus preguntas.
Las respuestas llegaron a través de un comunicado de GETECCU (Grupo Español de Trabajo de la Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa) que sirvió de guía para muchos pacientes. Ante la cantidad de información que se extendió los primeros días, las dudas y dónde había que poner los límites, se consideró que todos los pacientes con la enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa tendrían que solicitar valoración médica, vía telemática o presencial dado que surgieron muchas dudas en torno a la medicación.
A partir de ahí se trazaron varios perfiles para contemplar todas las situaciones. En caso de mantener un tratamiento base, este tenía que seguir su curso. Así se resolvía la primera de las dudas: ¿Algunos de los medicamento podían provocar efectos adversos en caso de contagio tipo la Mesalazina? La respuesta era que en un principio no y lo mismo sucedía con los corticoides. De todas formas todas esas decisiones, así como el posponer cirugías y endoscopias electivas (es decir, aquellas cuya fecha se puede elegir), no han sido exclusivas de los pacientes. Todos han contado con la opinión médica en cada momento para ver sus necesidades. Eso fue lo que determinó que Pablo estuviera en la distancia atendiendo en esta crisis sanitaria a los pacientes.
En su puesto frente al ordenador y al teléfono ha estado este enfermero de manera casi incansable durante esta crisis haciendo jornadas maratonianas que se han alargado mucho más de su horario (de lunes a viernes de ocho de la mañana a tres de la tarde). En un momento dado, el volumen de dudas que recibió su equipo llegó a sobrepasar cualquier bandeja de correo electrónico. "El equipo ha tenido que abordar hasta 1.100 correos durante el mes de marzo", explica. El pico, tal y como nos cuenta, fue el día 16. Dos días después de que se decretase el estado de alarma.
Por otro lado han estado las llamadas. No ha habido ni un respiro en más de cuarenta días de pandemia en España. Lo positivo de todo es que a día de hoy se ha rebajado el volumen de consultas: "Han descendido mucho las dudas acerca del coronavirus y los pacientes contactan para preguntar sobre otras dolencias que han dejado durante este tiempo aparcadas. Ahora se les está animando a que acudan a los hospitales en caso de necesitarlo".
Las consultas que se suspendieron van a ir retomando poco a poco su actividad, aunque mientras tanto Pablo y sus compañeros seguirán en este puesto 'junto a los pacientes' para resolver consultas y valorar resultados de pruebas. De esto no solo se ha aprendido un método de higiene que ya no se nos puede olvidar: "Medidas como cuidarse mucho, el lavado frecuente de manos, no tocarse la cara, y seguir sin salir de casa hasta que se estime oportuno", están prácticamente interiorizadas, indica Pablo al igual que se ha visto lo importante que es dar una información fiable y contrastada. "Se ha pasado por mucho miedo, incertidumbre y ansiedad durante la cuarentenaansiedaddurante la cuarentena".
¿Qué va a pasar a partir de ahora? Esa pregunta es la que nadie todavía sabe responder, pero lo que tiene claro Pablo es que cuando se pueda parar porque nos estemos instalando en la 'nueva normalidad habrá que pensar mucho en todo lo que ha pasado.
Sobre la mesa se han puesto algunos datos que hacen inevitable el examen de conciencia. En torno al 60% de los profesionales sanitarios contagiados de coronavirus en España (más de 38.000 actualmente), han sido enfermeros tal como revela el dato del Consejo General de Enfermería y el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE). Se trata de una pandemia global para la que era casi imposible estar preparados, pero Pablo añade que "tal vez con menos recortes el primer golpe hubiera sido diferente". Los sistemas de protección han llegado en muchos casos tarde y los sanitarios desgraciadamente se han tenido que acostumbrar a trabajar con materiales precarios.
En general, para el sector sanitario esta crisis ha sido un reto enorme. Con muchas complicaciones, médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, personal de limpieza, técnicos de laboratorio, farmacéuticos, investigadores y hasta estudiantes han trabajado codo con codo. Su labor se ha aplaudido cada día a las ocho de la tarde (o a las 19:58 en algunos barrios) en ventanas y balcones, un gesto que ellos siempre han agradecido y les ha dado ánimos. Sin embargo, después del agradecimiento lo que exige el sector es un nuevo impulso.
"Creo que es muy importante que se vaya especializando más la enfermería. En esta crisis hemos visto que hacía falta enfermeros con formación y experiencia en cuidados intensivos, que sepan usar respiradores. Hay que entender que muchas veces no podemos saber de todo, pero que la estabilidad en el empleo es fundamental en este entorno", explica Pablo sobre lo que se vive habitualmente en su profesión.
Es habitual entre ellos que cuenten con contratos de pocos días o que trabajen con miedo: "A veces no sabemos en qué planta o servicio estaremos mañana", confiesa Pablo. "Si tras la pandemia se reflexiona sobre estas condiciones habrá servido de algo más todos los esfuerzos". Por su parte y su situación personal, él agradece el haber podido adaptar su trabajo para seguir desde casa y tiene claro que seguirá ahí al pie del cañón todo el tiempo que se necesite.
"Es una pena que haya tenido que pasar una situación como esta para que se vea reflejada la enfermería como un pilar fundamente en el sistema salud", pero apela a una famosa cita de Henry Ford para que tomemos conciencia de cara al futuro: 'El único error real es aquel del que no aprendemos'.
Y es que con todas sus circunstancias, pérdidas y quejas, nosotros les seguimos llamando héroes, pero él insiste que su realidad es que "solo son personas que aman su trabajo". Ya puede ser en unas urgencias o atendiendo desde casa las llamadas de los pacientes. Su vocación se adapta a todo.