Estamos inmersos en una frenética cultura de la ocupación, una manera de ver la vida que nos impulsa a llenar interminables listas de tareas por hacer y pasarnos todo el tiempo del que disponemos intentando llevarlas a cabo. La única actitud que parece estar bien vista es aquella que nos mantiene activos, capaces de realizar muchas cosas a la vez y se censura a las personas que paran, se relajan, se desactivan.
Pero esta vida que llevamos nos conduce a muchos problemas de salud relacionados con el trabajo y la actividad constante: el estrés, el agotamiento... Pero ante esta vida agotadora hay una alternativa, que los holandeses denominan Niksen. Este vocablo es un verbo que significa, literalmente, "no hacer nada". Es todo un arte difícil de dominar pero muy recomendable, según la mayoría de las holandeses y de cada vez más psicólogos en todo el mundo.
Tener una buena actividad física y mental es un elemento positivo pero la tendencia a no parar nunca, a estar siempre activo, no resulta tan beneficiosa. Hay muchas personas que, incluso, aprovechan los descansos laborales para seguir organizando tareas, adelantando trabajo o lo ocupan con otro tipo de tareas que les generan el mismo estrés, la misma ansiedad. Así aparecen cuadros de ataques de nasiedad, estrés generalizado, cansancio constante, falta de sueño y un largo etcétera que abarrota las consultas de los psicólogos de medio mundo.
Por lo tanto hay que saber parar. Pero parar del todo, no hacer nada. Hacerse un seguidor del Niksen, realizar eso que hacen los gatos cuando están tumbados en un sitio cómodo y pueden llegar a pasar largas horas sin moverse. En nuestro país, otra sociedad contagiada de la ocupación constante, las personas que mas se aproximan a ese estado pueden ser nuestros mayores, esos jubilados que descansan en un banco del parque, varias horas sin hacer realmente nada. Sólo observando a sus ocupados conciudadanos corriendo de un lado al otro, con una actividad frenética.
Por supuesto, los beneficios del descanso están más que documentados y no es un concepto nuevo, pero es que el Niksen va más allá de otras prácticas que se han venido proponiendo contra el estrés o la ansiedad: la práctica del deporte, la meditación, el yoga, los paseos por el campo, etc. Todas estas actividades son muy beneficiosas pero también implican una planificación, una concentración y que le busquemos un hueco en la agenda. El Niksen nos anima a no hacer nada: sentarnos cómodamente en el sillón, en mitad del silencio, y relajarnos mientras nos concentrarnos en nuestra respiración y nuestros pensamientos, darnos un baño largo sin pensar en nada más, sobre todo en nada que tengamos que hacer después, o pasarnos un buen rato mirando por la ventana, con la mirada perdida y relajada.
Hay que vencer ese viejo prejuicio de que "no hacer nada" solo es propio de vagos, de que solo es una pérdida de tiempo. Si estás agobiado, estresado, en un día de esos que se te ha acumulado todo y no sabes como enfrentarte a tantos problemas o tareas sin hacer, tómate un buen rato para desconectar. No hagas nada en absoluto. Y hazlo sin remordimientos, ya que es precisamente no ocuparte de nada durante un buen rato lo que te proporcionará muchos beneficios. Está demostrado que desconectar totalmente, hacer que tu cuerpo y tu mente no se ocupen de nada por un buen rato, tiene múltiples beneficios a nivel físico y psicológico. Tras estos momentos de "absolutamente nada" tu mente estará más despejada y será más eficaz para realizar esas tareas difíciles, de encontrar esas soluciones creativas que requerías.
Aunque puede parecer que "no hacer nada" es una tarea sencilla, que no requiere de mucho esfuerzo, no es así si no estamos acostumbrados. Al igual que la meditación y otras técnicas, no vale solo con sentarse, tumbarse y no hacer nada más. Es muy fácil que la mente nos juegue una mala pasada y nos pongamos a planificar nuevas tareas o a organizar nuestra agenda o, mucho peor, que necesitemos mirar el móvil para consultar las redes sociales o contestar a mails del trabajo. Conseguir practicar bien el Niksen requiere de práctica para que sea realmente beneficioso.
Por supuesto, alejarse del smartphone es casi una práctica obligada. Porque, aunque es cierto que muchas veces navegamos por las redes sociales o páginas de internet de manera muy poco concentrada, y es una práctica que nos relaja y nos hace pasar el rato de manera entretenida, normalmente el movil nos recuerda constantemente cosas que tenemos que hacer. Las notificaciones contantes, los mails, los mensajes... todo son tareas que posponemos, planificamos y que nos generan más estrés. Incluso leer sobre las actividades que están realizando otras personas también nos genera todo tipo de reacciones. Lo mejor es olvidarse del móvil para, verdaderamente, no hacer nada. Apágalo o siléncialo y déjalo lejos.
Hay que buscar el aburrimiento. Sin prejuicios y sin sentirse mal por ello. El aburrimiento es un indicador fabuloso para darnos cuenta de que hemos logrado llegar a ese "silencio mental" que nos acerca al Niksen. Si nos aburrimos es que no estamos ocupados, es que no estamos pensando en nada importante y tampoco en nada superfluo que nos ocupe. Busca aburrirte un buen periodo de tiempo y estarán practicando el Niksen. Y recuerda, si lo que estás haciendo es útil o productivo, ¡no es Niksen!
Si quieres saber más sobre el Niksen y aprender a incorporarlo a tu vida para mejorar tu salud mental, se acaba de publicar el libro ‘Niksen. El arte neerlandés de no hacer nada’, de Annette Lavrijsen y editado por Libros Cúpula.