Sheyla Hershey, de 41 años, cree que solo será feliz teniendo el pecho más grande del mundo. Sueña con parecerse a la cantante Dolly Parron y para lograrlo está dispuesta a operarse por 39ª vez para aumentar el tamaño de sus senos.
Desde que se operase por primera vez a los 20 años, cuando se hizo una liposucción, Hershey ha gastado más de 372 000 euros en cirugías estéticas, según revela el diario británico ‘The Sun’.
“Algunas personas se obsesionan con el gimnasio, la mía es tener los senos más grandes del mundo”, admite, añadiendo que esto se debe a que de pequeña los niños criticaban su cuerpo y se metían con ella.
“He fantaseado con parecerme a Dolly Parton durante mucho tiempo. Amo su cuerpo y he tratado de parecerme a ella, ahora tengo los senos mucho más grandes que ella”, añade dispuesta a operárselos por 39ª vez el pecho.
No es lo único que se ha operado. Sheyla Hershey se ha hecho varias liposucciones, se ha puesto implantes de glúteos, se ha operado la nariz, se ha hecho dos abdominoplastias, se ha quitado dos costillas flotantes, levantado las cejas e inyectado varias veces botox.
Pasar por el quirófano ha llegado a poner en riesgo su vida y sabe que puede volver a pasar. “Me preocupa mi próxima cirugía porque voy a abrir la caja de Pandora de nuevo, pero prefiero morir feliz con los senos enormes que estar triste e infeliz”, expresa.
La primera vez que estuvo en peligro fue en 2005, tras sufrir una infección después de una liposucción y de quitarse las costillas flotantes. Cuatro años más tarde, cuenta, se quedó embarazada y tuvo que reducir el tamaño de sus pechos porque no dejaban espacio al bebé para crecer.
“Podría haberme quedado con mis implantes, pero mi hija pudo haber nacido con un defecto de nacimiento, así que los sacrifiqué”, relata, añadiendo que esto hizo que sufriese depresión por el tamaño de su pecho tras dar a luz la niña. “No pude mirarme en el espejo durante meses, lloré mucho porque había perdido mucho de mí mismo y, en mi momento más oscuro, traté de quitarme la vida”.
Esto hizo que quisiese pasar por quirófano para volver a aumentar el tamaño de sus pechos en 2011, tras lo que contrajo una peligrosa infección por la que los médicos tuvieron que retirarle los implantes. Durante un año, no podía volver a operarse y esto, de nuevo, derivó en depresión. Sheyla trató por segunda vez de quitarse la vida.
“Todo lo que tenía era mucha piel suelta y colgante y para mí, eso era un gran problema, en ese momento realmente sentía que quería morir sin mis senos”, así, pasado el tiempo de recuperación, se puso de nuevo implantes y, ahora, espera batir el récord mundial Guinness con la ayuda de implantes expansores hechos a medida en Alemania.
Viajará a Columbia para que se los coloquen y, durante los próximos dos años, los expansores se llenarán gradualmente con líquido salino para lograr tener la talla de pecho más grande del mundo.