Rubén, como muchas otras personas, tiene pánico a estar solo. Desde hace 6 años tiene pareja estable y se ha dado cuenta de que lo que les mantiene unidos no es el amor, sino su miedo al aislamiento. Pensar que el día de mañana se acaba la relación le genera sentimientos encontrados: por un lado ya no está enamorado, pero por otro lado tiene miedo a equivocarse y sentirse solo. Por eso se puso en contacto conmigo y, con su consentimiento, vamos a ver su consulta:
"Hola Marina. He visto un artículo tuyo sobre dependencia emocional y he pensado que a lo mejor podrías ayudarme con mi problema. Llevo con mi novia 6 años, pero desde hace un año o así los dos estamos muy distantes. Ella pasa más tiempo con sus amigos y yo con los míos y el hecho de no vernos como que me da un poco igual. Pensándolo mucho me he dado cuenta de que yo ya no siento lo mismo que antes.
Cuando pienso en dejarlo con ella hay una parte de mí que me dice que lo haga, que estaré mejor, que me sentiré desahogado, que esta rutina me agobia. El problema es que me duele hacerle daño, pero sobre todo me da miedo equivocarme y quedarme solo.
En todo este tiempo jamás lo hemos dejado y yo ya no me acuerdo de lo que es estar soltero. Es como que ahora estoy con ella por rutina, pero no me siento completo. Vamos a cenar y cada uno está con su móvil y cuando viene a mi casa o yo voy a la suya más de lo mismo. Estamos a lo nuestro.Sé que tengo que poner fin a esto, pero me da mucho vértigo. ¿Y si no sé estar solo?".
Por supuesto no estamos aquí para decirle a Rubén (ni a nadie) lo que debe hacer con su relación, ya que esa decisión recae únicamente sobre la pareja. Lo que sí vamos a hacer es analizar el gran problema que expresa este chico y que comparte mucha otra gente: el miedo a la soledad.
El miedo a estar solos no surge de la nada; no te despiertas un buen día pensando "hoy quiero estar con alguien a toda costa". Desde que somos muy pequeños nos educan para estar acompañados, y si bien eso es algo positivo y necesario porque todos los niños necesitan contacto socioemocional, deja una laguna muy importante: no aprendemos a disfrutar en solitario.
Crecemos creyendo que estar solos es algo malo, sinónimo de que la gente no nos quiere. Pensamos que se trata de un estado que debe acabar lo antes posible ya que genera mucho malestar, y para evitar la sensación de angustia provocada por la soledad nos embarcamos en relaciones que no nos llenan. Dando la vuelta al refrán, estamos mejor mal acompañados que solos (y no debería ser así). Poco a poco asociamos el bienestar a la compañía creando un potente vínculo muy difícil de romper.
¿Conoces a alguien que cuando lo deja con su ex tarda menos de una semana en empezar otra relación? Pues en el 99,99% de las veces no es nada sano. Lo mismo sucede con aquellos que invierten todo su tiempo en estar con amigos sin dejar ningún momento para el disfrute en solitario.
Pasar tiempo con uno mismo es bueno y estas son las razones:
Si la soledad te aterra y te provoca un gran malestar o interfiere en tu vida social o laboral/estudiantil, pide ayuda psicológica.