Desde que se iniciase la crisis del coronavirus, comenzó de forma paralela también otro drama para los que durante este tiempo se han visto afectados por los ERTE (Expedientes de regulación temporal de empleo). Parece que son números para las encuestas (el Ministerio de Trabajo ha cuantificado en 3.386.785 los afectados por ERTE en toda España, a fecha de 30 de abril) pero, en realidad, son historias y muchas más circunstancias las que hay detrás.
Ellos no aparecen en los registros del paro (que en el mes de abril afectó a 3.831.203 personas tal como señala el INE). Hay que llevar su suma aparte y, de esa escandalosa cifra no son pocos los que llevan desde el mes de marzo sin ingresar en su cuenta ni un euro. Según el Consejo General de los Colegios de Gestores Administrativos se estima que más de 900.000 trabajadores no han cobrado esta prestación de desempleo temporal a mediados de mayo, tal como recoge la encuesta realizada los pasados días 13 y 14 de mayo, a la que ha respondido el 16% de los mismos. Eso son muchas personas y ya una espera larga de hasta más de dos meses.
Las consecuencias no se han hecho esperar. Se está ante una realidad muy preocupante y los menores de 35 años son uno de los colectivos más afectados por esos más de 500.000 ERTE que se han presentado en toda España de marzo a abril, según Europa Press a partir de la información ofrecida por las distintas autoridades laborales de cada comunidad autónoma.
Esta generación que ya ha sido vapuleada por dos crisis está enfrentando esta situación con ayuda familiar y renunciando una vez más a muchos planes. Sus ingresos están en el aire y cuando los perciban tienen que ser conscientes de que serán por debajo de sus expectativas. De un día para otro se han encontrado con que todo el mundo habla de los ERTE. Una cosa son el número de ellos que han aplicado las empresas (más de 500.000 de marzo a abril) y otra el número de personas a las que estos están afectando (3.386.785 personas de marzo a abril y parece que la cifra no se va a quedar ahí). En medio de este drama están los jóvenes, la mayoría sin apenas ahorros a la espera de recibir esa famosa prestación.
Para eso tienen que tener en cuenta que se les pagará el 70% de su nómina y el tope a recibir será de 1.098,09 euros mensuales para aquellos que no tengan hijos. Con esos datos les tocará hacer ahora toda una suerte de cábalas para sortear los gastos del día a día en este giro inesperado de los acontecimientos. Eso si son los afortunados que reciben el pago en un tiempo prudencial. Los hay que llevan esperando dos meses y todavía no les han ingresado nada en la cuenta.
Las medidas son para todos, pero luego cada uno vive su caso particular. Oriol, Paula, Miriam, Alfonso y Pedro han sido algunos jóvenes afectados por los ERTE que han querido contar su experiencia en Yasss y cómo se están adaptando forzosamente a esta nueva situación económica.
Paula Codesido de 33 años es de San Fernando (Cádiz) aunque lleva ya nueve instalada en Madrid. Está estudiando Psicología a distancia por la UNED y la crisis del coronavirus le pilló trabajando de teleoperadora. Un desahogo para los gastos del día a día, más cómodo que todo lo relacionado con hostelería que había encadenado antes. Todo iba bien hasta que saltaron las alarmas. Empezaron a caer algunos compañeros de la oficina enfermos. "No había medidas de seguridad, pero tuvimos que seguir trabajando".
Con mucho miedo iba cada día a su puesto de trabajo, aunque el estado de alarma ya se había decretado y, finalmente ella también se contagió por coronavirus. A partir de ahí su preocupación se centró en recuperarse, en la baja y cuando estuvo bien y recibió el alta se encontró con la nueva medida de la empresa: aplicaron un ERTE el 18 de marzo.
"La empresa se encargaba de los trámites, pero no comunicaba nada del procedimiento y tampoco contestaba a nuestros correos con dudas y eso al final me empezó a generar ansiedad. Entre el haber estado mala antes y los nervios de después y el tener que tirar de ahorros porque sino no llegaba ha sido para mí difícil", nos confiesa. En total, han sido dos meses de no saber nada. "Llegué a pensar que perdería todos mis ahorros porque al final el alquiler, la compra y más gastos que llegan te van ahogando poco a poco". Calculó que podía estar así "unos dos meses", y justamente el pago llegó antes de tener que tomar una decisión drástica.
"Me veía volviendo a mi casa", nos cuenta y, aunque el futuro lo ve "con inquietud" parece que se le están arreglando las cosas. Su empresa ha vuelto hace un par de semanas a la actividad y en su caso se ha podido incorporar, eso sí, teletrabajando ya desde casa. Paula cobró su ERTE el pasado 19 de mayo. La mitad de marzo y abril. Dos meses de espera. "Han sido unos 850 euros porque te quitan un 70% de la nómina". Lo que espera de ahora es un poco de tranquilidad, lo ha pasado mal, pero se considera afortunada porque vuelve a estar en su puesto y solo quiere "seguir trabajando, recuperar lo perdido, aunque en el camino me he dejado muchas ilusiones", nos cuenta.
Oriol Panadès tiene 35 años es diseñador gráfico en Palma de Mallorca y la empresa con la que trabaja le informó el pasado 17 de marzo que les aplicaba un ERTE. Nada le hacía sospechar de lo que se le iba a venir encima cuando se hicieron todos los papeles con la gestoría, se presentó la documentación y se recibió la confirmación del SEPE. "Empezaba mi aventura", nos dice, por la que a día de hoy todavía no ha cobrado.
En su caso el ERTE "está aprobado, pero no cobrado y si accedo a la página del SEPE, (que lo hago a diario) no tengo ninguna prestación reconocida". Una situación tan extraña como complicada de entender, pero viendo el contexto de pandemia, Oriol decidió ser paciente, aunque con sus límites. "No imaginaba que se alargaría tanto en el tiempo".
Con unos ingresos totales desde el 17 de marzo de 500 euros (correspondientes a la primera quincena) Oriol empezó a mover los hilos en abril con el banco para que este le concediese una moratoria de préstamo viendo que tenía unos pagos fijos y que el cobro se iba a retrasar. A partir del 10 de abril aclara que es cuando se empieza a preocupar: "No puedo afrontar los primeros pagos de luz, teléfono, alquiler, tarjeta de crédito, recibo del préstamo y es cuando me pongo en contacto directamente con el SEPE".
Así es como empieza un bucle de llamadas sin respuesta, de teléfonos todo el día comunicando y de nervios a flor de piel. "Hice 45 llamadas diarias durante una semana hasta que conseguí hablar con el SEPE". La solución no llegó tras obtener una respuesta al otro lado del teléfono. Al revés, según él nos cuenta "en el volcado de datos no les aparecía nada y me abrieron una incidencia, sin más y cada vez que volvía a llamar para preguntar me atendía una persona distinta y otra vez era empezar desde cero".
Llegado a ese punto, Oriol decide lanzarse a las barricadas de Twitter para conocer más casos y hacer fuerza en las redes. Así ha conocido la cara más amable de este drama económico al escuchar situaciones similares y ver la generosidad con la que responde la gente. "He llegado a recibir Bizum de contactos de Facebook con mensajes de ánimo, llamadas de amigos o incluso el detalle de un bar del Polígono de Son Castelló de Palma. Ellos se presentaron en mi casa con dos cajas enormes de comida que tenían en sus neveras".
Tras poner una segunda incidencia, seguir llamando y tratando los mismos puntos con la gestoría y los funcionarios, Oriol sigue igual que al principio: sin cobrar y cada vez más agotado. "Estoy viviendo de la ayuda de mis amigos y familiares principalmente. A mi casero le voy pagando poco a poco, con algún ahorro y la ayuda de mi santa madre". Resulta "desesperante" que no den con el problema, aunque no se va a cansar de pelear. Su ERTE al que no duda en decir que "me tiene hasta el orto" está reconocido y en algún momento se tendrá que actualizar esa información en el SEPE. No parará hasta cobrar, aunque ya hayan pasado dos largos meses.
Viven juntos desde hace un año. Miriam Alonso y Alfonso Díaz, ambos de 32 años se han encontrado con el primer problema serio de su convivencia. "Todo era perfecto hasta que me dieron la noticia", cuenta Miriam que fue la primera en enterarse de que su empresa hacía un ERTE y ella estaba en la lista. Dependienta en un centro comercial de Madrid se imaginaba que la tienda cerraría y pasaría exactamente esto. Lo que no se esperaba es lo que pasó justo a la semana siguiente.
El 31 de marzo le tocó recibir la misma suerte a Alfonso, consultor y desde ese momento también un parado más a la espera en casa de cobrar el ERTE. "Nos llegaron los mil agobios", reconoce Alfonso porque haciendo cuentas y sabiendo que no iban a cobrar la totalidad de sus nóminas (que confiesan que "no son para tirar cohetes") se les descuadraba mucho el presupuesto sin contar con que se retrasasen sus pagos.
"Nos hemos planteado volver cada uno a nuestras casas, hemos llorado y también visto muchas series con tal de no pensar en el mañana", nos dice Miriam. Este tiempo les ha dado para hacer recortes de gastos no tan necesarios y cancelar definitivamente un viaje a Cuba que querían hacer en verano. "Me siento tan ahorradora como mi abuela que miraba por todo, supongo que es lo que toca con lo que nos ha pasado", cuenta Miriam.
En su caso, la espera no ha sido tanta, aunque ya les urgía. A principios de mayo los dos han cobrado el ERTE. Un respiro, aunque no el suficiente porque tal como dice Alfonso "al haber caído a la vez, el bajón económico sí se nota". Y eso que él reconoce que su empresa les ha dado la buena noticia de que va a tratar de ingresarles lo que no cubre el ERTE para que cuenten con su nómina íntegra. Un motivo por el que alegrarse.
Así están pasando los días. Tratando de poner al mal tiempo la mejor de las caras, compartir momentos (que nunca han tenido tantos) para estar juntos en casa y pensar que este revés les hará más fuertes o por lo menos unos hachas en economía doméstica y en técnicas de ahorro.
Su caso no es de los del principio de la pandemia. A Pedro Torres de 34 años le comunicaron la noticia el 29 de marzo, pero no ha sido hasta mayo cuando ha empezado su ERTE. Y sí, reconoce que está temblando. Es consciente de las esperas que hay, de los retrasos en los pagos por boca de otros de sus compañeros y no puede evitar sentir miedo. "No puedo tirar de ahorros más de un mes porque básicamente no existen ahorros".
El suyo es el drama de una generación entera muy preparada, pero que ha vivido la precariedad de un trabajo a otro y eso ha impedido que tengan un colchón por lo que pudiera pasar (¡nada menos que una pandemia mundial!).
En su empresa él se dedica a la liquidación y presentación de impuestos ante diferentes organismos públicos, algo que ha hecho durante este tiempo por vía del teletrabajo, hasta que les han mandado a casa. "Fui de los últimos y me quedé un poco en shock con lo que se me iba a venir encima". Una realidad que no se puede dulcificar: alquiler en cuarentena en Madrid, más gastos fijos y nada de ahorros.
Ante esto y para liberarse un poco de esas cargas, Pedro pensó en dejar su piso y buscar una habitación, lo que pasa es que el estado de alarma no juega a favor y vio que meterse en una mudanza ahora era una tarea mucho más complicada. "Esto me generó ansiedad y estrés y opté por hablar con mi casera que ante mi nueva situación me redujo el alquiler y eso es algo que agradezco".
Eso le ha dado un poco más de tiempo hasta que en junio cobre (o eso es lo que él espera), pero no quita que su preocupación siga ahí. "No puedes dejar de pensar que el mes que viene cobras un ERTE, que algunos lo han recibido, pero otros aún no han visto el dinero, ¿qué me pasará a mí?".
En esa espera está ahora, viendo lo que le depara el destino y con muchos ofrecimientos tanto de dinero como de sofá por parte de sus amigos. Él no se cansa de agradecer estos gestos, aunque reconoce que "no es fácil aceptar ayudas" y solo espera que lo que venga a partir de ahora sea un tiempo un poco más fácil.
Hay quejas de la falta de información y otros la tienen del mismo proceso de consulta de dicha prestación en el propio portal del SEPE. Esta situación tan excepcional lo ha desbordado todo, pero en caso de dudas ¿dónde se puede acudir?
Para saber el estado de nuestra prestación (siempre que se haya aprobado el ERTE) es posible hacerlo desde la página web del SEPE. Hay que ir a la pestañita de 'procedimientos y servicios', pinchar en la opción de personas y llegar a la sección de consulte los datos y recibo de su prestación. Una vez aquí puedes acceder a ver el estado y la cuantía del cobro.
Si al hacer esta consulta nos apareciese un mensaje en el que se nos dice que no es posible permitir el acceso a la información porque los datos de la cuenta corriente no figuran en los ficheros, eso significa que el ERTE posiblemente no se haya aprobado aún y nos tocará estar pendientes o liarnos ya directamente con el teléfono.
Para eso hay un servicio de atención al ciudadano (900 812 400) desde las 8 hasta las 20 horas, aunque con tal avalancha de tanto ERTE no siempre se consigue el objetivo de ser atendidos en el momento en el que llamamos. Eso ya será una cuestión de suerte.