Somos muchos los que hemos experimentado problemas para conciliar el sueño durante el confinamiento, y es que la ansiedad y la falta de luz solar son el caldo de cultivo perfecto para el insomnio. Esta situación tan desagradable ha provocado que las ventas de medicamentos para dormir aumenten durante la cuarentena, a veces con receta, y otras sin ella. La gran pregunta es, ¿conocemos los riesgos de los fármacos para dormir?
Clara Vega, farmacéutica en Madrid, tiene claro que se ha producido un repunte en el consumo de medicinas para dormir: "Prácticamente todos los días viene alguien con problemas para dormir buscando un fármaco porque un amigo se lo ha recomendado o han leído por Internet que funciona".
"Cuando les digo que nosotros no vendemos ese tipo de medicamentos sin receta, o te insisten o se van de farmacia en farmacia hasta que encuentran una en la que sí se los venden", añade Clara.
Hay múltiples fármacos para tratar el insomnio, pero los más utilizados son las benzodiacepinas, que son nada más y nada menos que depresores del sistema nervioso. Es decir, que "apagan" el cerebro. Por eso se recetan a personas con ansiedad e insomnio, aunque tienen más usos.
En el caso del insomnio, la función de las benzodiacepinas es acortar el tiempo que tardamos en dormirnos y mejorar la calidad y duración del sueño.
El gran inconveniente de estos fármacos es que si se consumen durante mucho tiempo o sin control médico, provocan tolerancia y dependencia. Es decir, que cada vez se necesitan dosis más altas para que hagan efecto, y al intentar dejar de consumirlas, se produce un efecto rebote y mucho malestar. En consecuencia, muchas personas consumen benzodiacepinas durante años necesitando terapia psicológica e incluso asistir a programas de drogodependientes para poder superar la adicción.
Miguel, un joven sevillano de 24 años, empezó a tener problemas para dormir al comienzo de la cuarentena: "Lo pasaba fatal, porque hasta las 3 de la mañana o así no me dormía, y luego al día siguiente estaba hecho polvo". Le contó a su madre el problema y ella le recomendó tomarse media pastilla de Trankimazin que tenía en casa porque se lo habían recetado meses atrás por un problema muscular. "Yo no sabía ni lo que era el Tranquimazin, y en ningún momento dudé de mi madre. El problema es que empecé con media pastilla al día y ahora no puedo dormir sin tomarme una pastilla entera".
Probablemente ni Miguel ni su madre sabían al principio que el Trankimazin es el nombre comercial del Alprazolam, una de las benzodiacepinas más recetadas por los médicos y vendidas en farmacias.
"Cuando se me acabó el paquete de pastillas fui a comprar más, pero en la farmacia no me lo vendían sin receta. Al final le pedí a mi madre que fuese ella a comprármelas porque conocía al farmacéutico y al haber confianza se las vendió", confiesa Miguel.
Casi dos meses después, Miguel es incapaz de dormir sin pastillas y cuando intenta dejarlas ya no se duerme a las cuatro de la mañana, sino que puede permanecer despierto hasta que se hace de día. El efecto rebote ha sido devastador, y no sabe cómo dejar de consumir estas pastillas que, citándole, "le están jodiendo la vida".
Si sospechas que tienes una adicción a las benzodiacepinas o cualquier otro fármaco para dormir, debes acudir de inmediato a un profesional.
Algunas señales de alarma son:
Si bien las benzodiacepinas pueden ser útiles en muchos casos, siempre deben ser recetadas por un médico o psiquiatra, y se debe realizar un seguimiento periódico para ir ajustando las dosis. No son un tratamiento a largo plazo, sino algo ocasional.
Mario Ramos, médico especialista en psiquiatría, lo tiene claro. "No podemos demonizar las benzodiacepinas, pero tampoco recetarlas como si fueran caramelos porque estamos creando una sociedad adicta. Lo que no es normal es que alguien vaya al médico con problemas de insomnio y lo primero que se le recomienden sean pastillas sin indagar si tiene ansiedad o si ha cambiado su rutina en las últimas semanas. La mayoría de las veces los problemas del sueño se solucionan modificando hábitos, no recetando pastillas”.
Ramos recomienda como primera línea de tratamiento buscar un desencadenante del insomnio. Si el problema es de ansiedad o estrés, es el psicólogo quien debe tratarlo. "Las benzodiacepinas deberían ser el último recurso, y siempre a bajas dosis y durante un tiempo limitado", afirma el psiquiatra.