Jesús de Miguel tiene 34 años y es de Palma de Mallorca. Lleva seis años viviendo en Madrid y, hace cinco, fue cuando se dio cuenta de que estaba perdiendo pelo gracias a una foto. Cada año, su familia se repite la misma imagen y se ha convertido en toda una tradición: todos los hermanos se colocan en la misma posición y la comparan con las de años anteriores. "Ahí dije: qué mal me ha sentado (físicamente) el cambio de ciudad", explica el joven a Yasss.
Sin embargo, aunque fue en ese momento cuando por primera vez fue consciente de su pérdida de pelo, tardó cinco años en hacerse un injerto capilar. Que no se sometiera a esto antes se debió a que quería ponerse a prueba con otra cosas, como dejar de fumar, antes de avanzar con ello. "Y ese era mi premio [el injerto] por conseguirlo. Incluso pasé por la fase durante la cuarentena de raparme por si no llegaba a hacérmelo. Eso sí, tenía tomada la decisión desde hacía dos años, cuando uno de mis mejores amigos se lo hizo en Turquía, y terminé de confirmarlo cuando un familiar lo hizo en Madrid, en la misma clínica y casualmente con la misma doctora que yo", relata.
La alopecia es uno de los principales complejos físicos entre los hombres; a partir de los 25 años uno de cada cuatro varones empieza a perder el pelo, según un estudio genético realizado por Svenson. Esta caída del cabello en ocasiones acompleja a muchas personas como Jesús: "La alopecia me ha causado muchísimos complejos, especialmente este último año, en el que todo son videollamadas, evitaba poner fondos virtuales porque lo hacían más evidente", asegura el joven.
Había determinadas situaciones que le hacían estar especialmente incómodo con su físico: "Controlaba el ángulo y mi posición en cualquier foto, me generaba ciertas inseguridades si estaba con alguien más alto que yo... En definitiva, no me gustaba lo que veía en el espejo. Ahora aún es pronto para decir que los complejos han desaparecido porque aún está creciendo, pero lo pienso menos".
Aunque poco a poco empieza a ser un tema más normalizado a nivel social, a día de hoy todavía sigue habiendo mucho tabú sobre esto. Por eso, ante la falta de información, aquellas personas que alguna vez han pensado en hacerse un injerto capilar tienen bastantes dudas al respecto: ¿Todo el mundo puede hacérselo? ¿Cuánto cuesta? ¿Es más barato hacerlo en Turquía o en España? ¿En qué consiste el pre y postoperatorio? ¿Cuánto tarda en salir el pelo? En Yasss vamos a tratar de responder a todas esas preguntas con la ayuda de Jesús.
Una de las grandes dudas, a la que Jesús ha respondido, es a la de si es muy caro o no operarse en España. Durante años ha sido muy común que este tipo de intervenciones se llevaran a cabo en Turquía, hasta donde a día de hoy siguen viajando miles de personas para operarse. Sin embargo, Jesús decidió operarse en Madrid, en la clínica MAN Institute y tuvo que pagar menos de 3.000€, aunque, según nos explica, el precio depende del pelo que se quiera poner cada persona.
Otra de las cuestiones que hay que saber antes de hacerse un injerto es que "hay ciertas limitaciones tanto de salud (una buena capacidad de cicatrización es importante), como de posibilidad de extraer de la parte donante (lo extraen de la parte de detrás y dependiendo el volumen pueden no recomendarlo)".
Tampoco podemos olvidar, a la hora de hacer un injerto, que hay que someterse a una intervención quirúrgica. El joven nos ha contado con todo detalle cómo fue para él ese proceso: "A las 7:30 h empezó todo con la visita a la doctora, en la que se comprueba la analítica de sangre, te dibujan con rotulador la zona que van a 'repoblar' y pasan a raparte el pelo".
La intervención, según cuenta Jesús, se divide en tres fases "que siempre simbolizo como si fuera 'jardinería': una primera fase en la que, tras anestesiar la zona, te extraen el folículo de la parte de la nuca ('la semilla'). 3.200 folículos en mi caso. Una segunda fase en la que abren los puntos en los que se injertará el pelo (lo que defino como, 'preparar las macetas') y una última fase que es el propio implante en el que, entre tres personas los implantan uno por uno".
Su preoperatorio comenzó bien temprano y la intervención terminó a las 16:30 h (ocho horas en total), "momento en el que volví a ver a la doctora para que pudiera darme las pautas postoperación y las recetas médicas".
Aquellos que se operan quieren ver los resultados del injerto lo más rápidamente posible, algo que se cumple, ya que según Jesús "empiezas a notarlo casi inmediatamente".
Sin embargo, los primeros días son los peores y hay que ser muy cuidadoso: "He de decir que la primera semana puede resultar molesta, ya que se han de drenar todos los líquidos y tienes la cabeza hinchada, debes dormir medio incorporado, no puede darte el sol. En mi caso aproveché un puente y tenía la suerte de poder teletrabajar para evitar salir de casa durante los primeros 10 días. A partir de esos 10 días sigues teniendo limitaciones de no poder hacer ejercicio y tener que taparte con una gorra para evitar que impacte la luz, pero es más llevadero".
También durante las primeras semanas "puedes hacerte una idea de cómo va a quedar, pero poco después cae todo lo implantado y crece como una pelusa. Así es hasta el segundo mes, en el que empieza a crecer más rápido y fuerte".
Así que, aunque "a los 3 meses ya está visiblemente mejor", no es hasta los seis meses cuando ya se ve el resultado definitivo.
Por último, Jesús ha querido lanzar unas recomendaciones o consejos que cuenta a todo el mundo que le pide opinión y que le habría encantado recibir antes de su intervención: