Acaba junio y empiezas a imaginarte cómo será el verano: calor insoportable, fiestas eternas, viajes inolvidables, conciertos y festivales, besos en la playa… Pasan las semanas y lo único que se confirma es que cada vez hace más calor. Todas las expectativas que formaste en tu cabeza no se cumplen y aunque el verano acabe siendo divertido, no es tan bueno como tú habías pensado, así que te decepcionas. ¿Te suena esta historia de algo? Si tú también sueles idealizar los meses de calor y acabas frustrándote, hemos recopilado varios consejos que te serán de mucha utilidad.
Desde que somos pequeños, esperamos las vacaciones de verano con la misma emoción con la que esperábamos el día de Reyes. Casi tres meses de desconexión. Cuando estos planes no se cumplen o no son tan buenos como nos lo habíamos imaginado previamente, nos sentimos decepcionados y enfadados con nosotros mismos e incluso con los demás por no haber cumplido nuestras expectativas.
Tener imaginación y fantasear no tiene nada de malo, pero esta costumbre de idealizar las vacaciones puede ser perniciosa porque nos impide disfrutar de lo que tenemos, anclándonos a lo que podríamos tener. Por eso hay que cortar por lo sano y aprender a disfrutar del verano sin ideas preconcebidas. ¿Cómo? Pues siguiendo los siguientes consejos…
A veces es difícil pensar en retrospectiva, pero intenta acordarte de cómo te sentiste al comienzo de los veranos anteriores y cómo te sentiste al final. A lo mejor te resulta más cómodo elaborar una tabla o escribirlo en un papel para poder ordenar tus ideas. Sea como sea, piensa en todos esos planes que no fueron tan buenos como imaginabas e intenta averiguar cuál es el motivo.
¿Fueron las compañías? ¿Quizá el evento en sí no era el más divertido de todos? ¿Tal vez fuiste tú con tus altas expectativas? Si tras analizar bien tus veranos pasados descubres que la responsabilidad recae en tu tendencia a idealizar las vacaciones, tendrás que ponerle remedio para que en 2019 no pase lo mismo.
Aprende a ser selectivo con tus planes. Mi recomendación es que de primeras te apuntes a todo, ya que muchas veces la vergüenza nos impide disfrutar del verano. Si después te das cuenta de que no te apetece nada de nada o bien porque la gente te cae mal, o bien porque ya has probado ese plan más veces y no disfrutaste, o bien porque tienes otras cosas mejores que hacer, explícalo con sinceridad.
También habrá veces en las que lo que más te apetecerá será quedarte en casa tranquilamente viendo una serie o una peli y comiendo patatas fritas. No te sientas culpable por querer un día de relax. No tiene nada de malo decir abiertamente que no te apetece hacer nada. Prioriza pasar tiempo contigo mismo y no inventes excusas.
Como veníamos diciendo, algo que frustra mucho es que no se vean cumplidas nuestras expectativas, y en la mayoría de los casos el motivo es que son desproporcionadas. Nos imaginamos haciendo el viaje de nuestra vida, asistiendo a las mejores fiestas o besándonos con nuestro amor de verano en una playa de agua cristalina.
A menudo los mejores recuerdos surgen de los planes más tontos: quedar para tomar algo en el bar del barrio, jugar a un juego de mesa hasta las 6 de la mañana, ir de camping con tus amigos, pasar tiempo con tus abuelos, quedar con amigos con los que habías perdido el contacto… No hace falta comprar entradas para el festival más ostentoso de Europa ni tampoco hace falta coger un avión para que tus vacaciones sean memorables.
En verano lo normal es tener más tiempo libre o, por lo menos, querer salir más. Todo el mundo está en las terrazas y cuando cae el calor lo que más apetece es salir a dar un paseo y ocupar nuestro tiempo. Inevitablemente vamos a tener horas vacías durante el día. Será muy tentador tumbarte en el sofá, encender la tele o el ordenador y ver pasar las horas. No pasa nada si hacemos esto de vez en cuando, pero tampoco debemos convertirlo en un hábito.
¿Recuerdas cuando en invierno decías “en julio me apunto a…”? Pues es el momento de cumplirlo. Haz una lista de todos esos planes para los que no tenías tiempo durante el curso y ordénalos en función de lo mucho o poco que te apetezcan. Por ejemplo, hacer voluntariado, apuntarte como monitor en un campamento, empezar a hacer algún deporte, hacer una ruta de senderismo… Tú conoces mejor que nadie tus gustos.
Otra forma de ocupar tu tiempo libre es invirtiendo en tu salud psicológica. Si llevas tiempo sintiéndote ansioso, triste o con preocupaciones que no sabes muy bien cómo gestionar, pide ayuda profesional y acude a un psicólogo. Aprovecha estos meses para recuperarte y mejorar tu estado anímico; así podrás retomar el curso con las pilas cargadas.
Este consejo es especialmente relevante cuando hablamos de la playa o la piscina. Si siempre evitas bañarte delante de gente porque te acompleja tu cuerpo, este verano es el momento ideal para superar tus inseguridades. Trabaja en tu autoestima y aprende a valorarte más y mejor.