Parece que fue ayer cuando empezamos el confinamiento por la crisis del coronavirus y resulta que ya llevamos casi 50 días encerrados en casa. Con toda seguridad, desde que se proclamó el estado de alarma en España el 14 de marzo, hemos vivido una de las situaciones más raras de nuestras vidas al estar alejados de nuestros seres queridos y ver como nuestras rutinas y planes para el 2020 desaparecían más rápido que una mascarilla en una farmacia. Eso sí, también han pasado cosas "bonitas": la gente ha ligado más, se ha demostrado que el teletrabajo es eficaz y sobre todo, parece que ha unido más a las personas, sobre todo a algunos vecinos. Es el caso de Laura, una chica de 32 años que trabaja en una agencia de comunicación digital en Madrid y que está pasando la cuarentena sola. Para ella, sus tardes de confinamiento han sido mucho más alegres desde que dos de sus vecinos, músicos profesionales que tocan en la Orquesta Nacional de España, decidieron un día salir por sorpresa al patio común para interpretar todo tipo de temazos: desde el 'Let it go' de Frozen, el 'Bella Ciao' o el 'Mujer contra mujer' de Mecano, entre otros. Bienvenidos a la historia del 'patio fantasía' del barrio de Prosperidad.
Laura es una chica de Donosti que se fue a Madrid a estudiar Periodismo y Ciencias Políticas. En total, esta vasca que acaba de celebrar su cumple confinada, lleva en la capital unos 12 años y casi la mitad de ellos viviendo en ‘Villa Fantasía’, nombre que le ha puesto a la casa en la que está pasando la cuarentena sola (con su perrete Joy, eso sí) lejos de su chico, de su familia, de sus amigos o de sus compañeros de curro, como muchos de nosotros.
Durante estas siete semanas, Laura ha estado teletrabajando, ha seguido dedicándole sus ratitos de ocio a hacer las cosas que más le gustan, ha aprendido a gestionar las desconexiones digitales para no volverse loquita con tanta videollamada y hasta le ha dado tiempo a conocer un poco mejor a sus vecinos, esos a los que antes ni siquiera ponía cara y por los que hoy estamos aquí. Aunque fijo que ella ya sueña con esa 'nueva normalidad' del post-confinamiento de la que tanto se habla ahora, y que se empieza a hacer un poco realidad a partir de hoy con los paseos o la posiblidad de salir a hacer deporte, seguro que hay algo de la cuarentena que jamás va a olvidar y que hasta echará de menos: las tardes de música y de unión con sus vecinos.
El patio protagonista de esta historia está situado en el barrio de Prosperidad de Madrid, en alguna calle perdida entre Clara del Rey y López de Hoyos. El bloque de Laura y unos 9 más dan a él, que está delimitado por los patios de los vecinos de los diferentes edificios. Es decir, no comparten zonas comunes y parece que casi toda la superficie la ocupa un garaje cubierto por un techo de uralita.
Antes de la cuarentena, los vecinos del 'patio fantasía' apenas se habían visto las caras, algo que fijo les ocurre también a la mayoría de personas que comparten bloque en las grandes ciudades. Seguramente, incluso muchos de ellos habrían preferido en algún momento cambiar su piso, que da a ese patio interior, por uno exterior con vistas a la calle. Claro que lo que no se imaginaban era lo que iba a ocurrir ahí dentro "gracias" al aislamiento decretado por el estado de alarma a consecuencia de la crisis del coronavirus, una pandemia que lleva en España 215.216 casos diagnosticados (solo incluye los confirmados por PCR) y que se ha cobrado la vida de casi 25.000 personas hasta la fecha.
"Todo empezó los primeros días de los aplausos", explica Laura a Yasss por audio de WhatsApp. Manolo Blanco (35 años, Ciudad Real), trompetista solista internacional y Pepe, un virtuoso de la flauta travesera, que se conocían de antes (tocan en la Orquesta Nacional de España) junto a la mujer de Manolo, María, les sorprendieron una tarde a todos los vecinos para animarles compartiendo con ellos lo mejor que saben hacer: música. Así fue como un día, después del homenaje a los sanitarios, los dos músicos empezaron a interpretar durante media hora un montón de canciones famosas convirtiendo esa zona común en el 'patio fantasía'. Desde entonces, la música no ha parado de sonar ni una sola tarde: da igual que llueva o que sea festivo. Empezaron tocando de noche y, tras el cambio de hora, han acabado tocando la última canción de día.
Los encargados de montar el sarao son Manolo (trompeta), Pepe (flauta travesera), que vive con dos chicos jóvenes (uno de ellos siempre lleva peluca y canta) y, desde hace dos semanas Luis, que es el encargado de poner las música de fondo y que resulta que también canta flamenco. El 'modus operadi' funciona cada tarde más o menos así: el trompetista es el que lleva la voz cantante y el encargado de decirle a su vecino Luis qué música debe poner de fondo. Luego ya se une el flautista.
En cuanto al repertorio, Laura explica que es de lo más variadito: suele caer el 'Don Pepito', alguna de Disney dedicada siempre a Carmen (la única niña del patio), algún bolero y, por supuesto, clásicos cañís, canciones pop y algo más modernitas de Mariah Carey, Coldplay, Los chunguitos, Mecano, etc. Que Laura recuerde, en su patio ha oído 'Y nos dieron las 10', el 'Bella ciao', 'Mujer contra mujer', 'Over the rainbow', 'Libre', 'Bésame mucho', 'Me gustas mucho', 'Dos gardenias', 'El Talismán', 'La vida es bella', 'El patio' de Pablo López, 'Hijo de la luna'... Si tiene que hacer memoria con los clásicos de Disney, explica que no han faltado 'Se oye una canción', 'Let it go', 'Un mundo ideal', 'Supercalifragilisticoespialidoso', 'Quiero ser como tú' o 'Bajo el mar'.
Eso sí, aunque el repertorio varía de un día para otro, hay una canción que nunca falta y que se ha convertido en el himno vecinal: 'Color esperanza' de Diego Torres. Con ella dan por finiquitado el concierto todos los días a eso de las 21:00 hasta el día siguiente, después de los aplausos.
"Es bastante gracioso ver cómo, mientras uno de los músicos toca y lo da todo, su compañero de piso recoge la ropa del tenderete [como se puede ver ‘Mujer contra mujer’ en el vídeo de apertura]", ríe. "Desde el principio, hace ya siete semanas, todos los vecinos se han involucrado muchísimo y, aunque hay esporádicos, la mayoría somos fieles e incluso ya nos saludamos entre nosotros", reflexiona Laura sobre cómo ha evolucionado la relación entre ellos desde que empezó la cuarentena.
Abusando un poco de su confianza, le pedimos a esta vecina que nos haga una radiografía de los integrantes del patio. Prácticamente le sale de carrerilla y casi sin esfuerzo, al fin y al cabo, les ha visto cada tarde desde hace casi 50 días: "Hay de todo, desde parejas de 50 años a parejas mayores en los que una mujer baila con su perrito blanco, una chica que siempre sale con una copa de vino, una madre de familia que cada vez que gritan sus hijos le confiesa al patio que sí ‘son los suyos’". También hay dos señoras que ella no ve pero que sí que las oye, de unos 70 años, que ha bautizado como 'las supremas' y que son bastante graciosas: "El otro día fue muy divertido porque nos contaron que su compañía telefónica les había cobrado unos 110 euros de factura y los vecinos las empezaron a aconsejar que se hiciesen tarifa plana", ríe.
Pero la cosa no termina ahí: enfrente suya hay dos chicas, una familia compuesta por padre, madre y niño que siempre la saludan y la niña Carmen a la que le dedican canciones de un lado al otro retándola con un "¡Carmen, a ver si esta te la sabes!". "El otro día hicieron la de Frozen [que también puedes ver en el vídeo de arriba] y ella, aunque es un poco vergonzosa, iba disfrazada y bailó con su madre. Es gracioso porque cuando terminan las canciones infantiles, la pequeña se mete dentro y es entonces cuando la madre lo da todo", comenta Laura entre risas.
(Si le hubiésemos preguntado esto mismo a Laura dos meses atrás, ¿habría sido capaz de hacer el mismo ejercicio?).
"El 'patio fantasía' es algo único que me ha regalado la cuarentena y el confinamiento", valora Laura. "De otra manera no la habría vivido porque llevo 5 años en esta casa y no conocía a mis vecinos, no sabía quién era quién. Y ahora, no es que sepa quiénes son, es que estamos construyendo juntos algo superespecial como son versiones de canciones que a todos nos remueven. Hay días que está lloviendo y el escuchar el 'Mujer contra mujer' mientras miras al cielo es muy especial”, matiza.
Laura tampoco olvidará nunca el papel que tuvieron en su 'coronacumple' el pasado 5 de abril. Resulta que su madre desde San Sebastián (País Vasco) se había compinchado con una vecina para que Pepe, el flautista, la sorprendiese delante de todo el patio tocándole el cumpleaños feliz. Todos los vecinos la felicitaron y la aplaudieron. Para ella, esta unión con sus vecinos representa lo que de verdad le importa en su vida: "Me he dado cuenta de que la tele, lo digital, los políticos, las noticias que se contradicen me aburren. En cambio las personas y la cultura es lo que a mí, personalmente, me remueve y me importa", reflexiona Laura.
Tras siete semanas de encierro, hoy es el primer día que los vecinos podrán salir a pasear o hacer deporte. ¿Qué pasará entonces con los conciertos en el patio? ¿Lo habrán hablado? "Alguna vez hemos dicho que, cuando todo esto acabe, tenemos que celebrarlo en persona en el patio de algún vecino, pero no sabemos qué pasará. A mí me gustaría que lo que ha empezado en la cuarentena no acabe con su fin porque es muy especial. Hay veces que estoy escuchando y me pregunto si saldríamos a las terrazas o balcones sin cuarentena porque cada uno tenemos nuestra vida… Si dedicásemos a eso un huequito, y lo hiciéramos parte de nuestra vida, y de esa nueva normalidad sería precioso. Como no sabemos cómo será esa nueva normalidad ojalá haya espacio para cosas así", concluye Laura.
Quién lo diría: después de las terrazas o los balcones, la cuarentena nos ha enseñado a valorar también más que nunca a nuestros vecinos y hasta a los patios interiores. Nunca sabe lo que puede ocurrir ahí dentro.