A mediados de 2018 salió a la luz la noticia del “timo del voluntariado”: unos 200 jóvenes españoles atrapados en Sri Lanka y Ghana tras haber sido estafados por una supuesta ONG que resultó ser un fraude. Pese a que la organización responsable de aquella estafa hizo una bomba de humo y todo quedó en el olvido, todavía siguen produciéndose casos aislados similares. La diferencia es que no hay influencers de por medio y tampoco estafan a grupos grandes de personas. Las víctimas son personas aisladas que caen en las redes de estas empresas fraudulentas perdiendo muchísimo dinero. Esto es lo que le sucedió a Baltasar y Éric, dos amigos que vivieron en primera persona el timo del voluntariado.
Baltasar (o Balta, como prefiere que le llamen) y Éric llevaban tiempo con la idea de hacer voluntariado en un país extranjero. Habían participado en algún proyecto a nivel local y querían aprovechar para viajar y ya de paso ayudar a otras personas. Por desgracia su historia no tuvo un final feliz.
Éric: “Balta y yo nos conocimos en la universidad y nos hicimos muy amigos. En segundo curso nos animamos a hacer voluntariado porque nos gusta ayudar y además nos podía venir bien para aprender cosas prácticas en nuestra carrera.
Estudiamos Trabajo Social y como en la facultad todo era muy teórico, decidimos buscar alguna ONG. Digamos que así empezó nuestra “relación” con el voluntariado. Durante un par de años participamos en proyectos en la ciudad con personas mayores, gente sin recursos e inmigrantes, y al acabar la carrera tuvimos menos tiempo y nos tocó dejarlo.”
Balta: “Coincidió que este año los dos teníamos unos meses libres así que empezamos a planear alguna cosa relacionada con ayudar. No habíamos hecho ningún viaje de fin de carrera por falta de dinero y mezclamos las dos cosas: viajar y retomar el voluntariado. Siempre habíamos querido probar el voluntariado internacional, pero es bastante más complicado organizarlo que el voluntariado a nivel local, así que nos echábamos para atrás. Era o ahora o nunca.
Buscamos en internet y en una página de Facebook de voluntariado vimos a una chica que había ido a Kenia con una ONG. No decía el nombre de la ONG en el post pero contaba toda su experiencia con fotos y la verdad es que me llamó la atención, así que le pasé un pantallazo a Éric y él se puso en contacto con la chica.”
Éric: “Hablé a la chica por Facebook y desde el principio fue muy simpática. Me contó todo sobre su voluntariado y cuando le pregunté por la ONG me dijo que tenían una página web pero que lo mejor era que hablase con el que gestionaba su proyecto por mail.
Le escribí y empezamos a hablar. Todo parecía muy profesional y normal. En ningún momento sospeché. La página web también parecía normal, tenían muchas reviews y opiniones positivas.
Me dijo que ellos se encargaban del transporte y del alojamiento, que lo único que tendríamos que pagar nosotros sería el autobús desde el aeropuerto al sitio donde íbamos a dormir y los gastos de comida en Kenia. Le pasé la conversación a Balta y empezamos a cuadrar fechas con el coordinador del proyecto.”
Balta: “Cuando cerramos fechas, nos dieron un presupuesto en el que iba incluido lo que ha dicho Éric: los billetes de avión y el alojamiento en el albergue. Técnicamente íbamos a pasar allí un mes entero.
El presupuesto era de 2.150 euros cada uno, ya que parte del dinero iba destinada a labores humanitarias allí. No nos pareció excesivo porque se suponía que con esos dos mil euros teníamos cubierto todo el tema del alojamiento durante un mes y los vuelos de ida y vuelta, así que enviamos nuestros datos (DNI y todo eso) al coordinador, hicimos una transferencia y nos enviaron los billetes de avión.”
Éric: “Llegó el día de irnos y a esas alturas ya hablábamos con el coordinador por WhatsApp, así que él estaba al tanto de todo. Subimos al avión y todo iba normal, y al llegar a Kenia (tras unas 12 horas de vuelo incomunicados) fuimos a la dirección que nos había dicho el coordinador, donde estaba el albergue. Llegamos allí y nuestros nombres no estaban. No tenían alojamiento para nosotros y tampoco habían oído jamás hablar de nuestro coordinador.”
Balta: “Imagínate los nervios. Por suerte podíamos entendernos bien en inglés y nos dejaron conectarnos al Wifi del albergue. Abrimos la conversación con el coordinador para ver si nos habíamos equivocado de albergue y vimos que ya no tenía foto de perfil y que no le llegaban nuestros mensajes… Nos había bloqueado.
Llamamos desde el teléfono del albergue y no daba señal. La chica del Facebook que nos recomendó la web tampoco existía ya, había borrado su perfil. Nos metimos en la web de la ONG y llamamos al teléfono que figuraba. Contestó un chico y le contamos todo. Nos dijo que no le cuadraba lo que le estábamos diciendo. Nos pidió los datos del coordinador (nombre, correo electrónico y teléfono) y nos dijeron que llamásemos en media hora. Al rato llamamos y nos dijo que no les constaba ningún colaborador ni trabajador con el nombre y teléfono que le habíamos dicho, que nos habían estafado.”
Éric: “Yo me acuerdo que en ese momento me mareé de los nervios. No me lo podía creer. Pensaba que todo era una pesadilla o una broma. Es que era como si estuviese viéndome desde fuera.”
Balta: “Llamamos a nuestros padres y les contamos todo. Nosotros desde Kenia poco podíamos hacer.”
Éric: “Hablaron con la ONG real y les dijeron que ellos no podían hacer nada por nosotros porque no éramos responsabilidad suya. También hablaron con la policía, y obviamente les dijeron que teníamos que denunciar esa estafa. Nos compraron los billetes de vuelta y al llegar a España empezó todo el tema burocrático de poner una denuncia. Todavía no ha acabado el proceso judicial.”
Balta: “Nos han dicho que nos van a devolver el dinero sí o sí, pero eso es lo de menos. Nos da rabia imaginar cuánta gente habrá caído también en estas estafas. También asusta pensar en lo que nos podría haber pasado en Kenia, porque a fin de cuentas es un país en el que no conocíamos a nadie y en el que estábamos desamparados.
Lo peor de todo es que al investigar no encuentras nada, porque cada vez se hacen pasar por coordinadores de una ONG diferente. Nosotros fuimos los pringados que picaron y por eso queremos avisar a la gente que quiere hacer voluntariado. Hablad sólo con teléfonos y correos electrónicos oficiales, y si es en persona mejor. No os fieis de nadie.”