Guerra de México contra la ‘apropiación cultural’: Carolina Herrera, Louis Vuitton y ahora, de nuevo, Isabel Marant
El Ministerio de Cultura exige a la diseñadora francesa que “explique públicamente con qué fundamentos privatiza una propiedad colectiva"
México busca, sin éxito hasta ahora, que los diseñadores compartan parte de sus beneficios con las comunidades que les inspiran con sus tradiciones
Lo mismo vestidos que sillas. Nada escapa a la lupa de Alejandra Frausto, secretaria (ministra) de Cultura de México. La guerra de Frausto -a la que se suma el Senado del país norteamericano- contra lo que considera "apropiación cultural" vuelve a señalar a Isabel Marant. Carolina Herrera o Louis Vuitton también estuvieron en la diana.
La diseñadora francesa es reincidente. Ya en 2015, según la ministra, usó los típicos bordados en las blusas de las indígenas mixes de Santa María de Tlahuitoltepec (Oaxaca) para una de sus colecciones. Que vendía a unos 290 dólares la prenda, unas diez veces más caras que las originales.
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Ahora, al parecer, la línea Etoile de la pasarela de invierno 2020-2021 incorpora colores y diseños de comunidades de los estados de Michoacán, Estado de México, Tlaxcala, San Luis Potosí y Oaxaca.
Alejandra Frausto ha escrito a Marant para que “explique públicamente con qué fundamentos privatiza una propiedad colectiva, haciendo uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado”.
Señala, como ejemplo, la capa gabin. Para la ministra, estas prendas son -en la versión de la carta previa a su traducción al francés- "producto de una creatividad colectiva que revela un pensamiento biocultural, que muestra la parte intangible de la cosmovisión de un pueblo originario de México".
El Senado, por su parte, ha tramitado una queja en la que denuncia que la diseñadora francesa se aprovecha del pueblo purépecha, radicado en el estado de Michoacán. Más que por usar su iconografía, por no repartir beneficios económicos con esta comunidad.
Llueve sobre mojado. En junio del año pasado, la destinataria de la misiva del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador fue Carolina Herrera. En su colección crucero -inspirada en "un amanecer en Tulum, la luz de Lima, un paseo por la ciudad de México…" -, la diseñadora de origen venezolano incluía, entre otros, un vestido blanco con bordados de animales, flores y plantas. Un bordado que, recordaba en aquella ocasión Frausto, "proviene de la comunidad de Tenango de Doria (Hidalgo); en estos bordados se encuentra la historia misma de la comunidad y cada elemento tiene un significado personal, familiar y comunitario".
El director creativo de Carolina Herrera, Wes Gordon, respondió vía comunicado que las prendas de su colección resort 2020 rendían homenaje a la "riqueza cultural mexicana", al tiempo que admiraba el "maravilloso y diverso trabajo artesanal" de México.
Aprovechaba en aquel momento la ministra para “hacer un llamado de atención y poner en la mesa un tema impostergable: promover la inclusión y hacer visibles a los invisibles”.
Pero para entonces ya estaba en el mercado una silla de la colección Dolls by Raw Edges de Louis Vuitton que también levantó suspicacias por su inspiración -sin regalías- en el arte mexicanoinspiración. Una con la misma estructura, aunque sin estampados, en la web de la firma se vendía por 15.200 euros. Ahora no está disponible.
En aquel caso, los responsables de política cultural del Ejecutivo de AMLO entendieron que en ese mueble se reproducían “elementos que forman parte y se identifican con los bordados que se elaboran y son propiedad intelectual de la comunidad de Tenango de Doria, en el estado de Hidalgo, así como de sus artesanos".
Estas denuncias apenas han significado avances en una legislación que proteja la creación de estas comunidades indígenas.
Quizás entre las soluciones más rompedoras figuran las de la poetisa mexicana y subsecretaria de Diversidad Cultural y Fomento a la Lectura de la Secretaría de Cultura, Natalia Toledo, quien, en un reciente acto público admitía: "Estamos trabajando desde la perspectiva del pensamiento indígena, mediante conjuros y proverbios que tienen los pueblos originarios respecto del plagio". De momento no han podido demostrar su eficacia.