Los gatos pueden convertirse en nuestros fieles compañeros, animales adorables que en ocasiones pasan de la ternura a la rabia, con arañazos o mordeduras inesperadas. A pesar de esos ataques gratuitos, son una mascota muy querida y sus dueños tratan de quererlos tal y como son, con su particular carácter.
Ahora, un estudio llevado a cabo por un equipo de científicos australianos ha determinado que ese carácter agresivo de los gatos está escondido, normalmente, por una dulce apariencia que oculta su verdadera actitud: son verdaderas máquinas de matar.
Para llegar a la conclusión, publicada en la revista Wildlife Research y recogida por RT en español, han analizado el comportamiento de las mascotas en Australia, han determinado que estos felinos pueden llegar a matar, al cabo de un año, hasta 186 reptiles, pájaros y mamíferos.
Esta cifra es casi la cuarta parte de las capturas anuales que realiza un gato salvaje en su hábitat natural, que rondan las 750 presas. Este instinto depredador de nuestras mascotas tiene un claro efecto en la fauna, y así han advertido los investigadores, que aseguran que los gatos domésticos matan hasta 50 veces más animales por kilómetro cuadrado en las zonas residencias que los gatos salvajes fuera de las ciudades.
El resultado del estudio muestra que el 71,1 % de los gatos domésticos salen de sus casas y campan a sus anchas por las zonas cercanas, y un 78,4 % de esos que salen vuelven a casa con una presa. Los investigadores advierten a los dueños de la importancia de mantener a los gatos dentro de las propiedades, para evitar así también riesgos innecesarios como atropello o envenenamiento del animal.
Científicos estadounidenses y japoneses han confirmado que los gatos pueden infectarse fácilmente con el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, y pueden ser capaces de transmitir el virus a otros gatos, a pesar de ser asintomáticos.
En su trabajo, publicado en la revista 'New England Journal of Medicine', los investigadores administraron a tres gatos el virus aislado de un humano. Al día siguiente, los investigadores tomaron una muestra de los conductos nasales de los gatos y pudieron detectar el virus en dos de los animales. En tres días, detectaron el virus en todos.
El día después de que los investigadores administraron el virus a los tres primeros gatos, colocaron otro gato en cada una de sus jaulas. Los investigadores no administraron el virus del SARS-CoV-2 a estos gatos. Cada día, los investigadores tomaron muestras nasales y rectales de los seis gatos para evaluar la presencia del virus.
En dos días, uno de los gatos no infectados previamente estaba librándose del virus, detectado en el hisopo nasal, y en seis días, todos los gatos estaban eliminando el virus. Ninguno de los hisopos rectales contenía el virus. Cada gato soltó el SARS-CoV-2 de sus conductos nasales hasta seis días. El virus no era letal y ninguno de los gatos mostraba signos de enfermedad. Todos los gatos finalmente eliminaron el SARS-CoV-2.