Tonerre es un pequeño pueblo francés de la región de Borgoña que guarda un misterio desde su fundación, allá por la época romana. Cuenta en su centro neurálgico con un enorme pozo, conocido como Fosse Dionne, del que surgen unas aguas cristalinas que han dado vida al pueblo y que fue la razón de que los romanos eligieran este lugar para fundar esta población.
Pero este inagotable manantial, del que surge una media de 311 litros de agua por segundo (que pueden aumentar hasta los 3.000 en días lluviosos), oculta un misterio: nadie conoce su origen. Aunque se sabe que el agua llega hasta esta enorme boca a través de una red de cuevas subterráneas de piedra caliza, nadie ha conseguido encontrar o establecer el origen del manantial.
A lo largo de los años tres han sido los submarinistas que han fallecido intentando dar con el origen. Dos de ellos perdieron la vida en una inmersión en 1974 y otro en 1996. El último intento se realizó en el año 2018, por parte del buceador profesional Pierre-Éric Deseigne, que fue contratado por el ayuntamiento de la localidad para intentar desvelar el misterio. El buzo consiguió descender más de 70 metros de profundidad, penetrando más de 370 metros de distancia desde la boca a través de los estrechos pasadizos inundados. Pero tampoco pudo llegar al origen. El ayuntamiento de Tonerre publicó este vídeo de la inmersión.
Se sabe que los romanos fueron los descubridores del manantial, el cual utilizaron para abastecer de agua la población que levantaron alrededor. Después, los celtas consideraron sus aguas sagradas y los franceses han seguido explotando la fosa durante años, incluso como una piscina pública. Ahora sigue siendo uno de los atractivos turísticos de la región. Pero su origen seguirá siendo un misterio, ya que es muy poco probable que ningún otro buzo intente llegar hasta él.