Cuando eres pequeño, una de las pruebas rutinarias más habituales del pediatra es la de comprobar que, al retraer el prepucio, el glande queda totalmente descubierto. Si es así, todo bien (¡reto superado!), pero, si no, la conclusión es que el prepucio es demasiado estrecho para realizar esta función y se diagnostica fimosis. Una anomalía que puede ser congénita o producirse más adelante, en adultos, y que impide la higiene correcta del pene. Además, para personas con este problema, las relaciones sexuales pueden ser bastante dolorosas.
La fimosis es un diagnóstico muy común que puede traer de cabeza, ya que puede acarrear bastantes problemas. En Yasss te contamos todo sobre esta anomalía.
Como hemos dicho, la fimosis puede ser congénita o desarrollarse en la edad adulta. Dos motivos muy habituales para que se desarrolle son balanopostitis (inflamaciones del glande y el prepucio a consecuencia de una infección), ciertos tipos de infecciones o traumatismos peneanos, según explican desde la aseguradora médica Sanitas.
Hay distintos tipos de fimosis, y conviene identificarlas para saber qué tratamiento se le puede dar. Está la puntiforme, que es aquella en la que el estrechamiento del prepucio se da en la parte del orificio, por lo que suele dificultar la micción, y la cicatricial, que es el tipo de fimosis caracterizado por el endurecimiento o engrosamiento de la parte exterior de la piel del orificio del prepucio. Aquellas condiciones que no encajan con ninguna de las categorías anteriores se denominan anulas.
Sobre la parte que nos interesa, las consecuencias de las fimosis, solo hay que decir que en cada paciente se manifiestan de manera distinta. Las más comunes son las relaciones sexuales dolorosas, ya que el prepucio se retrae completamente durante la erección y eso resulta muy incómodo, los problemas para orinar, las infecciones, las parafimosis (una urgencia médica que se produce cuando el glande está inflamado y se fuerza su paso por el anillo del prepucio, por lo que este no puede volver a su posición original incluso sin erección) y, en ocasiones, el cáncer de pene. Esta es una posibilidad remota, pero los médicos recuerdan que está ahí: una fimosis mal tratada, que se mantiene después de la pubertad, puede provocarlo.
Una vez sabemos lo que puede hacer la fimosis en el cuerpo de una persona, solo queda preguntarse si hay tratamiento y en qué consiste. Y esta es una pregunta con respuesta sencilla y de cuatro sílabas: cir-cun-ci-sión. La intervención quirúrgica es la más frecuente en el tratamiento de fimosis, aunque apenas tiene riesgo: se trata de conseguir que el anillo del prepucio se fije a la parte posterior del glande. En ocasiones también se hacen prepucioplastias, que son intervenciones que permiten mantener el prepucio intacto, pero agrandan el anillo prepucial. Todo depende del caso y las condiciones de la fimosis.
Muchos niños pasan por esta intervención sin enterarse. En muchos países, por razones étnicas, sociales o religiosas, la circuncisión es un procedimiento común que se realiza a los bebés. En otros países, como Ghana, Filipinas o Estados Unidos, la circuncisión es un proceso que las madres deciden para sus hijos por cuestiones de higiene o salud.
La mejora en las relaciones sexuales también es motivo de circuncisión en todo el mundo, según explican en un documento del Programa Conjunto de las Naciones Unidas. En él se indica que el 11% de los jóvenes filipinos afirmó que decidía someterse a esa intervención porque “las mujeres preferían mantener relaciones sexuales con hombres circuncidados”, y el 18% de los encuestados en Corea del Sur apuntó que “la circuncisión podía aumentar el placer sexual”. Además, varios estudios apuntan a que los hombres circuncidados tienen menos riesgo de ser infectados por el VIH.
Algunas personas piensan que este procedimiento lleva a una pérdida de la sensibilidad en el pene, cuando no es así. Este miedo no solo es infundado, sino que puede resultar contraproducente: muchos estudios afirman que la eliminación del prepucio aumenta la sensibilidad y aporta otros beneficios de cara a las relaciones sexuales. Además, ayuda a prevenir las ETS, ya que el tejido que recubre la cabeza del pene es mucho más vulnerable a la contracción de infecciones (aunque, por aclarar, repite conmigo: el preservativo sigue siendo el único método anticonceptivo que previene contra las ETS).