Carmen lleva tres años saliendo con su novio, con quien tiene una relación sana, estable y feliz. Todo iba bien hasta que hace un par de meses conoció a alguien en el trabajo: un chico atractivo y divertido que le excitaba sexualmente.
La joven de 26 años decidió seguir actuando con normalidad. Tenía claro que no iba a pasar nada con su compañero de trabajo, que era solamente una atracción física que ella llevaría en silencio, nadie tenía por qué enterarse. El problema es que esa atracción acabó convirtiéndose en una fantasía que Carmen no puede controlar.
“Llevo un mes masturbándome y teniendo sexo con mi novio pensando en este otro chico”, confiesa, “y me siento muy culpable”. El sexo ha mejorado mucho, explica, “y cuando mi novio me dice que le encanta, por dentro me quiero morir. Siento que es todo mentira, que le estoy poniendo los cuernos mentalmente”.
Esta fantasía es incontrolable para Carmen, y a más tiempo pasa, mayor es el malestar. “No entiendo por qué lo hago y me da miedo cargarme la relación. ¿Por qué me pasa esto?”, se pregunta.
Las fantasías sexuales son muy amplias: hay personas a las que les excita imaginar a su pareja siéndoles infiel, otras desean realizar un trío y algunas piensan en famosos, desconocidos o incluso exparejas mientras mantienen relaciones sexuales.
Si bien ninguna de estas fantasías es mala, los seres humanos tenemos a condenarlas y a sentirnos culpables por culpa de un fenómeno psicológico llamado fusión pensamiento-acción moral. Se trata de la creencia de que un pensamiento moralmente incorrecto es igual de grave que el hecho de llevarlo a la acción. En este caso, creemos que fantasear con una infidelidad es igual de grave que cometer dicha infidelidad.
La fusión pensamiento-acción moral puede dar lugar a dos situaciones:
No hay nada malo en tener fantasías que involucran a terceras personas. Al fin y al cabo, tus pensamientos son propiedad tuya, y a menudo son incontrolables, al igual que el deseo. Que te atraigan sexualmente otras personas es normal y no significa que quieras menos a tu pareja o que ya no estés enamorado.
Si bien no hay nada malo en fantasear, sí que hay que tener en cuenta ciertas situaciones que son problemáticas:
Como ves, todas estas tres situaciones tienen algo en común: para solucionarlas es importante que haya comunicación.
A veces nos da vergüenza admitir nuestras fantasías y también es frecuente sentir miedo a que la otra persona se pueda ofender. La solución no es convertir tu deseo en un tabú. Si realmente quieres a tu pareja y deseas seguir con la relación, debéis tener una conversación seria.
El nombre utilizado en el testimonio es falso para preservar el anonimato de la persona.