El orden es sinónimo de paz y control mental. No hace falta ser Marie Kondo para lograr tener todo en su sitio de manera que, al llegar a casa, te embriague la tranquilidad en vez de entrarte más estrés a la vuelta del trabajo. Con unos sencillos consejos conseguirás evitar el desorden en tu día a día.
Si habitualmente miras a tu alrededor y piensas “no sé por dónde empezar”, entonces es el momento de poner orden en tu casa (y en tu rutina). Con pequeños gestos puedes evitar acabar con todo por medio. Si tienes niños o compañeros de piso, haz que participen para que todo sea más fácil, así no llegarás al punto en que mires a tu alrededor y el desorden te desborde. Vayamos por partes.
Tendemos a dejar las cartas, revistas, mandos, cargadores y prácticamente cualquier cosa en la mesa de centro del salón, en la encimera de la cocina o en el recibidor de la entrada, con que llega un día en que nos damos cuenta de que hay una torre enorme de objetos que amenaza con venirse abajo, o no encontramos las llaves, sepultadas por tanto trasto.
Evita apilar trastos sin sentido usando bandejitas, un revistero o cestas de mimbre, que se llevan mucho. De esta manera agruparás los objetos con más lógica y no acumularás sin más.
Generalmente llegamos a casa tan cansados que pecamos de desordenados por pereza. Dejamos las llaves donde pillamos, el abrigo en una silla y nos quitamos las zapatillas en la entrada o el salón.
Los hábitos hay que construirlos día tras día. Empieza por colgar el abrigo en una percha, dejar los zapatos en el zapatero, y doblar la ropa al quitártela. Hazlo todos los días cuando entres por la puerta, hasta que te salga de manera mecánica.
Es frecuente en las casas encontrar pilas de ropa que hemos quitado del tendedero hace un par días sin guardar. Se va acumulando hasta que el mueble de debajo desaparece, y entonces la tarea de doblar y meter en cajones o darle una planchada a las camisas pasa de llevarnos unos minutos a robarnos horas.
Acostúmbrate a recoger la ropa tendida cuando esté seca. Ve apartando (en un lugar donde tenga sentido) la ropa que sea de planchar y hazlo lo antes posible, sin posponerlo demasiados días. Importante: no cojas costumbre de dejar las prendas sobre sillas hasta que no quede dónde sentarte.
¿Cuántos geles y champús usas cuando te duchas? Seguramente, muchos más de los que adornan tu baño. No abras un bote nuevo hasta que anterior este vacío o acabarás con un montón de productos con un mililitro de gel que estorban y se caen. Si no usas uno frecuentemente, ponlo en un lugar donde se vea menos y, definitivamente, tira los botes de productos que no usas jamás.
Lleva literalmente 5 minutos, a lo sumo. Sin embargo, hay muchísima gente que no hace la cama porque no le ve la utilidad. Así, cada vez que pasas por delante del dormitorio lo que se ve es una cama deshecha que produce de todo menos paz mental. Si te cuesta horrores realizar esta tarea tan simple, compra una colcha ligera o un nórdico y ahórrate las sábanas, para tardar menos, y no pongas demasiado cojín adornando la cama.
Cuando llega la hora de dormir, sobre todo entresemana, solemos estar KO. Dejamos el sofá arrugado, una manta por medio, y quizá una taza o un libro sobre la mesa del salón. Al levantarnos al día siguiente, tenemos demasiada prisa y no da tiempo a recoger el desastre, por lo que llegamos a casa del trabajo y todo sigue igual.
Para evitar el caos + caos que da como resultado un súpercaos, dedica los 5 o 10 minutos previos a irte a la cama a recoger lo que hayas dejado por medio y verás como tu vida se vuelve más ordenada.
Hay dos cosas que nos cuesta mucho ordenar por algún motivo: la ropa y los productos de higiene y cosmética. Acumulamos pintalabios que nunca usaremos, zapatos que nos hacen daño y ropa de hace tres temporadas que no volveremos a usar en la vida.
¿Te suena la “regla de los cinco”? Consiste en tirar cinco cosas que ya no necesitas cada vez que hagas limpieza de cajones, ya sea en el dormitorio o en el baño, de manera que no acumules sin ton ni son.
Las estanterías de los libros son para los libros. Puedes poner algún adorno, un marco de fotos o una planta para adornar, pero si recargamos las librerías puede que generen lo que se conoce como “ruido visual”, un caos que nos acecha desde la pared y da sensación de desorden. Es uno de esos casos en los que menos es más.
En las casas con niños mantener el orden no es nada fácil. El salón se convierte en el centro de juegos y acabas clavándote un lego en el pie o con plastilina pegada en el talón.
Enseña a los peques a poner las cosas en su sitio. Siempre es preferible que jueguen en su cuarto u otro independiente, pero si no queda más remedio que hacerlo en medio del pasillo o en el salón, las cajas serán tus mejores aliadas, de esta manera podrás esconder las cosas de los niños sin tenerlas a la vista todo el tiempo.
Papeles, un calendario, la agenda, una botella de agua y un puñado de bolígrafos… Cuando estamos trabajando, estamos trabajando. Por eso tendemos a tener a mano todo lo que necesitamos durante la jornada laboral y luego todo se queda ahí.
Ten siempre ordenado el despacho, cueste lo que cueste, sobre todo si trabajas en casa. Compra archivadores, estuches y tira lo que no necesites, pero nunca dejes que reine el desorden.
Entre la cafetera, el tostador, los utensilios para cocinar, el robot de cocina, las cartas del buzón y un largo etcétera, la encimera de la cocina suele convertirse en un caos absoluto.
Deja lo que utilices a diario y mete todo lo que puedas en cajones y armarios de la cocina.
No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Acostúmbrate a fregar los platos y sartenes que utilices siempre después de comer y, si no te da tiempo, hazlo antes de acostarte. Dejar la vajilla en el fregadero (sobre todo si tienes lavavajillas) no tiene sentido y además es poco higiénico.
Tenga puertas correderas o puertas abatibles, deja siempre cerrado el armario. Ver el interior de los armarios da sensación de desorden y tiene fácil solución.
Da igual si son los cajones de los dormitorios, de la entrada de casa, del baño o de la cocina. Una magia ocurre en su interior que hace que los objetos se multipliquen y desordenen con una rapidez asombrosa.
Para evitar que pase, haz limpieza de vez en cuando y usa organizadores, con separadores para la ropa interior en los cajones del dormitorio, cajitas pequeñas en el baño, y una bandeja a medida en el cajón de los cubiertos de la cocina. En el mueble recibidor, deja solo las llaves y lo que necesites al salir por la puerta, como puede ser un paraguas o las gafas de sol.
Vivimos en la era de los pedidos online. Todo llega en cajas de cartón que, por si acaso hay que devolverlo, acumulamos sin sentido. También lo hacemos con las cajas de electrodomésticos que compramos, a veces por si tenemos que consultar algo en un futuro y otras pensando que lo venderemos en unos años.
Si tienes trastero, quizá sea buena idea dejar allí todas las cajas que tienes por medio. No obstante, lo mejor es asumir que no estos envoltorios no pintan nada en tu casa y tirarlos a la basura directamente. Compensará el espacio ganado.