Jack Higgins, en el acto de graduación de la escuela secundaria, se acercó al escenario para recibir su diploma con los dedos tapándose los oídos. Pensaba que sus compañeros lo recibirían con vítores y aplausos, pero no fue así puesto que guardaron silencio.
Higgins, que tiene una forma severa de autismo y es sensible al ruido, es muy conocido en la Carmel High School. Después de ocho años en el programa escolar para estudiantes con problemas cognitivos, de aprendizaje o de comportamiento, estaba listo para graduarse el 20 de junio.
Sus padres, Barbara y Pat, querían que él participara en la ceremonia. Por ello, acudieron a hablar con la maestra Erin Appelle. Sin embargo, existía la preocupación de que estaría abrumado sentado durante horas en un gran auditorio rodeado de cientos de personas.
Lou Riolo, director de Carmel High en el condado de Putnam (Nueva York), tuvo una idea: hacer que todos los alumnos se mantuvieran en silencio mientras Higgins cruzaba el escenario.
Los estudiantes a menudo pueden ser impredecibles y rebeldes, y lograr que todos estén de acuerdo no sería fácil. Pero cuando la gente le preguntaba a Riolo si el personal pensaba que podrían lograrlo, su respuesta siempre era sí. "A menudo hay que darle a la gente la oportunidad de estar a la altura de la ocasión. Realmente creo que las personas tienen un alma amable y compasiva y quieren ayudar, y esta fue una de esas ocasiones", dijo.
Antes de llamar a Higgins, Riolo pidió a todos los asistentes al Centro O'Neill de la Universidad Estatal de Connecticut Occidental que se callaran y ofrecieran solo una palmada de golf. Flanqueado por sus dos hermanos y el ayudante de la escuela Rob Ancona, Higgins se acercó al escenario con los dedos en los oídos, pero los ruidos fuertes que esperaba después de semanas de práctica con su maestro no se podían escuchar. Recibió una silenciosa ovación de pie.