“Estoy en casa pero no tengo tiempo para mí”: el estrés que genera la sensación de estar siempre conectados

  • El problema no es la universidad o el trabajo, sino la manera que tenemos de entender tanto nuestro tiempo libre como el de los demás

  • "Se nos pide que rindamos igual o más que antes, sin tener en cuenta que el aislamiento está afectándonos y empeorando nuestra atención e incluso nuestra memoria"

  • Cuando es el jefe el que no te deja en paz, entonces es fundamentar definir nuestros límites e incluso dejarlos por escrito

Pasar 24 horas en casa da para mucho, por ejemplo, hacer pan, una rutina de cardio de 30 minutos, nuevas posturas de yoga, una videollamada con toda tu familia… Pero todo este tiempo libre es un arma de doble filo. Al fin y al cabo, todos saben que estamos en casa con el móvil a un metro de distancia, y esa sensación de disponibilidad constante genera mucho estrés.

Mucho tiempo en casa, poco tiempo libre

Si bien muchos países han implantado poco a poco la cultura del teletrabajo, España no es uno de ellos. Según Randstad, empresa líder de recursos humanos, sólo el 22% de la población de nuestro país tiene la opción de trabajar desde casa.

Y cuando hablamos de la universidad la cosa no mejora, al menos así lo creen la mayoría de los estudiantes: "se nos pide que rindamos igual o más que antes, sin tener en cuenta que el aislamiento está afectándonos y empeorando nuestra atención e incluso nuestra memoria", afirma Julia, estudiante de doble grado en derecho y administración y dirección de empresas.

"El otro día lo comentábamos en el grupo de WhatsApp de la universidad. Todos estamos igual de saturados, y es muy irónico que estemos todo el día en casa, pero no tengamos tiempo para nosotros mismos. Igual son las ocho de la noche y te llega un mail de un profesor. No puedes desconectar ni para cenar y eso hace que estemos quemados", añade Álvaro, compañero de clase y de piso de Julia.

Pero el problema no es la universidad o el trabajo, sino la manera que tenemos de entender tanto nuestro tiempo libre como el de los demás.

"Se cabreó conmigo por estar en línea y no contestar"

Un buen ejemplo de esta 'disponibilidad obligada' es nuestra impaciencia cuando hablamos por WhatsApp. Si escribimos a alguien y tarda más de 5 minutos en contestar pero está en línea, nos enfadamos como si acabase de soltarnos el mayor insulto jamás imaginado. Lo mismo sucede cuando alguien nos escribe a nosotros; una vocecita nos obliga a contestar instantáneamente para que la otra persona no piense que pasamos de ella.

No tiene nada de malo esperar 10, 15, 30 o 60 minutos antes de contestar, pero nos sentimos culpables e incluso nos inventamos excusas de lo más rocambolescas. En vez de decir "mira, he tardado en contestar porque estaba leyendo chorradas en Twitter", por nuestra boca sale una historia dramática como que teníamos que llamar a nuestra abuela porque está enferma. De verdad, no es necesario.

"El otro día discutí con una amiga porque me escribió por WhatsApp y no me apetecía contestar. Estaba de bajón y necesitaba hablar con mi hermana, que vive en otra ciudad. Total, que le dije que luego hablábamos porque estaba ocupada, y cuando volví a abrir la conversación me había dicho que tan ocupada no estaría si no dejaba de salirle en línea. Me quedé flipando", confiesa Laia, de 23 años y residente en un pueblo de Barcelona.

Debemos respetar el tiempo libre de los demás y, sobre todo, trabajar nuestra empatía. A lo mejor tu amigo no te contesta al WhatsApp porque está hablando con su jefe, haciendo 'sexting' con su novio, o discutiendo con su madre.

¿Qué hacer si el problema es con tu jefe?

Es fácil sincerarnos con nuestros amigos o familia, pero cuando es nuestro jefe el que no nos deja en paz la cosa cambia mucho.

Coque tiene 25 años y compagina los estudios con el trabajo. Mientras termina el máster para poder ser profesor, da clases particulares de inglés en una pequeña escuela de su ciudad. "No puedo más. Me va a dar algo entre algunos alumnos que me escriben cuando les da la gana y mi jefe, que igual son las 2 de la tarde y me llama mientras como con mi madre. La gente no respeta los horarios ni el tiempo libre de los demás, y lo que me da rabia es que me siento culpable si no respondo al WhatsApp o cojo el teléfono".

En estos casos es fundamental definir nuestros límites e incluso dejarlos por escrito. Por ejemplo, enviando un WhatsApp con nuestro horario a clientes y jefes. De esta forma sabrán a qué hora pueden contactar contigo y si en algún momento se saltan ese horario, no tendrás por qué contestar ya que has avisado de tu disponibilidad.