El otro día fui sola a una boda. Ir sola a una boda ya podría dar para un artículo por sí solo, pero este no es el tema de hoy. El tema es que durante el baile se me acercó un chico que había trabajado en la misma empresa que yo y, claro, nos pusimos a hablar y no había manera de parar. ¡Había tantos salseos que compartir! Llevábamos tanto tiempo hablando que por un momento se me pasó por la cabeza: "madre mía, voy a tener que enrollarme con él por educación". Ya sabéis, porque iba sola a una boda. Porque en las bodas la gente se lía la manta a la cabeza. Y porque de unas bodas salen otras.
Se me pasó esa idea en plan de broma, lo quiero dejar bien claro. Pero era una broma para mí misma sobre un comportamiento que yo sí que he tenido en el pasado. Alguna vez me he liado con un chico solamente porque ha mostrado interés en mí. Porque me ha invitado a una copa, porque ha estado a "pico y pala" un buen rato, por no quedar mal, por no saber cómo pasar de él, o simplemente por miedo a decir que no. Y he hecho algo que no quería. Y eso tampoco te hace sentir muy bien después.
¿Por qué? Porque cuando me he liado con un tío solo porque él quería más que yo he priorizado los intereses de los demás por encima de los míos. Ni más ni menos. Cuando no te valoras lo suficiente o tienes la autoestima un poco tocadita es bastante habitual hacer cosas por agradar a los demás aunque a ti no te gusten.
Cuando tú no estás bien, tus relaciones, seguramente, estén solo regular. Si tú no te quieres a ti misma, es imposible que te dejes querer de una forma sana. Un patrón bastante común cuando nuestra autoestima no está a tope es irnos con el primero que pase. Aferrarnos a la primera persona que muestre interés en nosotros. Aunque, en el fondo, no nos guste nada.
Esto ocurre cuando las cosas van mal dentro de nosotros y los problemas empiezan a ponerse serios. En ese caso lo mejor es recurrir a ayuda profesional para recuperar nuestra autoestima, por supuesto. Sin embargo, se puede no tener problemas de autoestima severos y haber pasado también por él "bueno pues me voy a liar con él (o ella) por presión social".
"¿Por presión social? ¡A mí nadie me pone una pistola en el pecho para que le meta la boca a otra persona!" Claro que no, pero lo que hay detrás de estas situaciones, que paso a enumerar, seguro que te suena:
Porque vas sola a una boda y un tío te da conversación.
Porque eres la única soltera del grupo y tus amigas han encontrado un chico perfecto para ti y te lo presentan.
Porque un tío se fija en ti en la discoteca y te paga copas y "se lo curra".
Porque un tío que en principio te gustaba se pone muy pesado y ya no quieres hacerle el feo porque al principio tú también mostraste interés.
Porque te sientes solo/a, y si tienes pareja ya no estarás solo/a.
Porque sales de fiesta con tus amigos y los demás también se enrollan con otras personas.
Porque crees que si no lo haces, los demás pensarán que eres una aburrida o una frígida.
Porque te han preparado una cita de tres amigas, sus tres novios, el amigo soltero de los novios, y tú.
Porque sus amigos te acorralan y te insisten mucho en las ganas que te tiene su colega.
Si alguna vez has caído en algunas de estas "trampas", entonces has hecho algo que no querías por presión social.
Muchos de nuestros problemas en la vida se solucionarían si no nos sintiéramos mal cuando tenemos que decir que no a algo que no queremos hacer. Pero a veces nos forzamos o nos sentimos obligados porque pensamos que a la otra persona le hará ilusión o porque pensamos que la otra persona nos va a reñir por haberle dado una negativa.
No saber decir que no te anula por completo. Hace que tus sentimientos, tus deseos y tus opiniones dejen de importar. Y eso está fatal. Es importante ser una persona segura de sí misma y con una autoestima fuerte para "atreverse" a decir que no. Y quedarte tan pancha. Así nos quitamos de un plumazo todas las situaciones en las que nos hemos dejado manipular por una persona que quería conseguir algo de nosotros (un rollete, en el tema que nos incumbe) y se aprovechó de nuestra debilidad.
¡Resumiendo! Y citando a la gran Noemí Casquet, nuestra experta en sexualidad: "Si no estás segura de querer hacer algo, no-lo-hagas. Si quieres hacer algo, di "¡yo quiero hacer eso!", y si no quieres hacerlo, di "¡No quiero!", y no va a pasar absolutamente nada".