La ciencia ha estudiado muy fuerte por qué nos da por cortarnos el pelo en plan radical cuando estamos tristes (aquí cuento aquella vez en la que me lo teñí de rosa), pero todavía no veo que tengan alguna respuesta para explicarme por qué nos hacemos los cristos que nos hacemos cuando nos aburrimos. Porque eso pasa. Estás un día en tu casa sin saber muy bien qué hacer, y de repente te acuerdas de que tienes demasiado flequillo. Que es que te sobra. Que no ves. Y esto es como las pipas, que si no vas con un poco de ojo acabas arrasando con la bolsa.
A mí me pasó el otro día, y digamos que la cosa acabó regular. Como he dicho, estaba un poco sin saber qué hacer en casa. De repente, me acordé de dos cosas: que tenía el flequillo demasiado largo y que a Úrsula Corberó le quedaba bien el flequillo corto. Junté las dos ideas y me salió el planazo definitivo: hacerme lo mismo que ella con la ayuda de unas tijeras y su foto de google.
No es la primera vez que me corto el flequello. Igual llevo cuatro o cinco años haciéndolo y, de hecho, he conseguido tal nivel que no dejo que me lo toquen mucho en la peluquería. Pero, claro, el corte que me hago es siempre igual: larguito y despuntado. Y lo que estaba en mente era hacerme una especie de V. Vamos, el de Úrsula.
Humedecí el flequillo con un vaporizador de agua, y lo peiné cuidadosamente. Un poco a ojo de buen cubero calculé cómo tenía que ser la diagonal en cada lado, y empecé a cortar. Y en un lado quedó más o menos bien, pero en el otro me había hecho un trasquilón de aquí te espero.
Me sequé el pelo, a ver si se notaba mucho o no. Y sí. Después de darle muchas vueltas al problemita decidí que había que igualar, pero claro, por arriba. Ahora el flequillo volvía a ser recto, pero igual tenía 4 centímetros y había un lado más largo que el otro. Volví a igualar. Y así varias pasadas hasta que caí en la cuenta de que el flequillo ya era una cosa diminuta. Y estaba húmedo. No quería ni pensar cómo sería en plan seco.
Y la cosa era evidentemente un cristo sin solución. Había pasado de no tener apenas ojos a lucir una pedazo de frente que parecía una pista de aterrizaje, acompañada de un flequillo absurdo y corto que no había visto en mi vida por ahí. O quizás sí.
Me puse a buscar en internet gente que hubiera llevado el flequillo corto. Lo que encontré me dejó satisfecha, pero a medias. Emma Watson, Audrey Hepburn, Corberó, y un montón de modelos de peluquería que estaban estupendas. Me miraba al espejo y las miraba. Y había algo de parecido, pero rollo lo que pides en Alixpress y lo que te llega.
Al final me convencí pensando que esto en realidad era revolucionario, que tenía 25 años y que así podría contarles a mis nietos qué se siente al llevar un flequillo de tres centímetros. Por las risas ya merecería la pena. De hecho, hasta me hice un stories porque esto había que contarlo.
Al día siguiente me costó un poco salir de casa: el flequillo se había vuelto loco, y tan cortito era difícil de peinar. Al final lo apañé como pude y me preparé para el viaje en metro, en el que me mentalizaba de los chistes y los jejes Cuando llegué, la respuesta fue toda una sorpresa: que cómo molaba, que dónde me lo había hecho, que qué guay, que se lleva ahora… y es verdad. Resulta que es un flequillo estilo 'baby bang',
Mira, ni tan mal. Creo que volveré a repetir la experiencia de experimentar. Os iré informando de los 'cristos'.