La amistad implica escuchar, empatizar y apoyar a la otra persona, pero a veces se producen desigualdades que generan mucho malestar. En otras palabras, una de las partes se esfuerza en exceso y la otra persona se acostumbra a esta situación, dejándose cuidar sin cuidar de su amigo. Es muy fácil poner la etiqueta de ‘bueno’ al que se preocupa y de ‘malo’ al pasota, pero esta situación es más compleja de lo que parece. Hoy analizaremos las amistades desiguales de la mano del testimonio de Mireia, una chica de 21 años que está viviéndolo en primera persona.
Siento que doy más por la gente que ellos por mí, no se me ocurre otra forma de resumir mi problema. Siempre me ha pasado, sobre todo con amigos, pero también en el amor.
Por ejemplo, mi mejor amiga. Es una chica muy divertida y buena en el fondo, pero últimamente me ha hecho muchos feos. Hace unos meses estuvo pasando una racha un poco mala porque lo dejó con su novio de toda la vida. Vivimos en ciudades distintas por estudios, pero yo fui a verla varios fines de semana, estaba pendiente por WhatsApp, hacíamos videollamadas, intentaba animarla y me preocupaba por ella. Vamos, lo que hace cualquier amigo. Ella lo agradeció y poco a poco superó la ruptura.
Este año soy yo la que lo está pasando mal. Me siento muy perdida en la vida y desmotivada con la carrera, además mi padre tiene una enfermedad que no es grave pero que me tiene preocupada. No pretendo que mi amiga esté todo el rato pendiente de mí, pero siento que pasa bastante y que solo habla de ella. Da por hecho que estoy bien y no me pregunta por mí ni intenta animarme cuando estoy de bajón. No sé, me parece una actitud bastante egoísta y me afecta mucho.
Esto que me pasa con mi mejor amiga es solo un ejemplo, pero me he sentido así muchas más veces con muchas más personas. Sé que con alguna gente el problema es de ellos que se aprovechan de mí o que son egoístas, pero creo que en otras ocasiones es un poco culpa mía por no saber poner límites. Lo que me gustaría es en primer lugar saber cómo diferenciar a la gente que se aprovecha de mí de la que no, y en segundo lugar, aprender a ser más pasota y poner límites.
La situación es tal y como la describe Mireia. Una de las partes siempre está pendiente, sobre todo en los momentos malos, pero cuando necesita a su amigo hace bomba de humo y no está a la altura. Esta situación genera mucho malestar porque sientes que están tratándote injustamente, surgen sentimientos negativos hacia tu amigo, empiezas a preguntarte si has hecho algo mal, tu autoestima se deteriora y la amistad acaba dañada.
Una amistad puede ser desigual por distintas razones. Puede que una de las partes sea pasota sin darse cuenta o puede que esté aprovechándose de tu altruismo a propósito. La gran incógnita es cómo diferenciar estas situaciones.
Algunas señales de que se están aprovechando de ti son que:
Si te sientes identificado con estas señales, lo mejor que puedes hacer es en primer lugar hablar seriamente con tu amigo. Si nada cambia lo más sano es poner punto y final a la amistad y aprender a marcar límites para que esta situación no se vuelva a repetir.
Muchas veces la responsabilidad de las amistades desiguales recae sobre el amigo pasota, pero el amigo que es totalmente complaciente también tiene que cambiar un poco su forma de actuar.
El primer paso es entender que hay personas más complacientes y otras personas más despegadas. Es posible la amistad entre ambas, pero a veces es complicada. Para lograrlo hay que empatizar y entender que tu amigo a veces es más disperso y no está tan pendiente como tú, pero que en realidad le importas muchísimo. No todos expresamos el amor igual y no todos necesitamos la misma atención.
El segundo paso es aprender a poner límites para que no se aprovechen de nosotros y para que nuestra autoestima no sufra. ¿Cómo conseguirlo?
Y si todo esto falla y eres incapaz de gestionar esta situación en solitario, lo mejor que puedes hacer es pedir ayuda psicológica profesional.