Los tiempos cambian y, afortunadamente, la forma de entender la soltería también. Con los años, la imposición social de tener pareja ha desaparecido progresivamente. En otras palabras, las personas que se adentran en una relación lo hacen porque quieren y no por prejuicios sociales. Sin embargo, todavía hay quienes asocian estar soltero a la soledad.
Para reivindicar esta falsa creencia, el 11 de noviembre se celebra el Día del Soltero, una festividad que surgió en China a finales de los años 90.
Un grupo de estudiantes de la Universidad de Nanjing decidió plantar cara a la presión social que experimentan los jóvenes en el país para casarse de forma prematura, sobre todo en el caso de las mujeres. Pronto esta fecha se convirtió en una tradición universitaria. Es decir, en una excusa perfecta para salir de fiesta.
Sin embargo, no es esta historia la que popularizó el Día del Soltero. En la actualidad el mundo entero conoce la fecha porque las tiendas físicas y online chinas se llenan de ofertas con un propósito: impulsarnos a regalarnos cosas a nosotros mismos.
¿Es esta mentalidad consumista? Un poquito, pero San Valentín también, y el hecho de tener un detalle material con nosotros mismos nunca está de más.
¿Qué significa estar soltero?
En pleno 2020 el número de solteros en España asciende a casi 14 millones según el INE (Instituto Nacional de Estadística), representando al 36% de la población.
Se trata de una cifra más elevada que el año pasado, algo que podemos interpretar de dos formas: o bien el coronavirus ha separado a muchas parejas, o bien cada vez hay más personas que deciden conocerse mejor y adoptar la soltería como estilo de vida.
Al fin y al cabo, la soltería ya no significa lo mismo que hace cincuenta años. En la actualidad, estar soltero puede ser:
En la otra cara de la moneda, la soltería no es:
Por supuesto habrá situaciones donde esta definición se incumpla. Al igual que hay personas en relaciones infelices, también nos podemos encontrar a 'haters' de la soltería, pero esto ya no es la norma.
Para desmontar el mito que asocia la soltería con la soledad, la tristeza o el abatimiento, hemos preguntado a varios jóvenes que actualmente están solteros.
Para Candela, de 26 años, la soltería ha sido un tipo de terapia. “Me daba pánico ir sola a cenar o al cine, pero tener citas conmigo misma me ha quitado muchos miedos. He descubierto todas esas cosas que no me gustaban de mí y que nunca salían a la luz porque estaba ocupada volcándome en mis parejas”.
Nerea, de 25 años, salió de una relación disfuncional y ahora disfruta estando soltera. “Sé que no todas las parejas son así, pero lo pasé tan mal que no quiero tener nada con nadie. No es un celibato autoimpuesto ni tampoco es una fase. Para mí estar soltera significa saber bien lo que quiero y dármelo a mí misma. No quiero depender de nadie, y esa autonomía es lo que más me gusta”.
“Por mucho que les duela a mis padres, estar soltero me encanta”, afirma Alfonso, de 28 años. “He tenido novios, pero nunca he sido tan feliz con ellos como lo soy estando soltero. A lo mejor es que elijo mal a los hombres, pero yo creo que la soltería me da una libertad que las relaciones me quitan”.
Jorge, de 23 años, es el único soltero de su grupo de amigos. “Mis amigos son muy felices con pareja y muchas de sus novias son geniales, pero yo estoy bien así. Me fui de Erasmus durante la carrera sin ataduras y el año que viene probablemente me vaya fuera de España a buscar trabajo. Creo que tener pareja condicionaría muchos de mis planes”.
En el caso de María, de 26 años, la soltería le aporta felicidad. “He tenido pareja y he estado súper bien, y estando soltera también. Por eso sé que no me pierdo nada. No es que no haya conocido a nadie que no me haya gustado como muchos piensan. Es que no me apetece meterme en una relación ni abierta ni cerrada”, confiesa.
Nerea ha sido la única de los jóvenes entrevistados en encontrar pegas a la soltería. “Los comentarios de la gente son sin duda la gran desventaja de estar soltera. Yo no voy a mis amigas con novio a decirles que las veo amargadas o tristes y que estarían mejor solas, pero a mí sí me sueltan cosas así”.
Si bien la respuesta general es no, cada veinteañero ha aportado motivos diferentes:
Candela no descarta una relación, pero no es algo que le haga especial ilusión. “No me gustaría tener pareja como tal porque no es algo que entre en mis planes o busque, pero si conociese a alguien que me encantase y me enamorase tampoco le mandaría a la mierda”.
En el caso de Nerea, pesan más las ganas de autonomía que la presión social de sus amigas y familiares. “Creo que tener pareja ahora mismo me impediría superar cosas psicológicas con las que tengo que lidiar yo sola”.
Alfonso lo tiene claro. “Si estoy bien así, ¿para qué cambiarlo?”.
Para Jorge no hay un no rotundo, pero sí un poco de agobio al pensar en relaciones. “No quiero pareja porque creo que complicaría mucho mi vida. Lo pienso y encuentro muchos más contras que pros, aunque fuese la persona de mi vida. De todos modos, es algo que uno no puede elegir y a lo mejor en unos meses o un año me como mis palabras”.
En el caso de María, tener pareja no entra en sus planes dada la situación actual. “Con el coronavirus me he vuelto bastante reacia a conocer gente nueva”.