Es normal sentir un poco de miedo al coronavirus, sobre todo ahora que comienza la desescalada. Sin embargo, hay una pequeña línea que separa la preocupación saludable de la ansiedad irracional. Según Héctor, su compañero cruzó hace tiempo ese límite, y ahora mismo la convivencia es insostenible como le ha contado a Yasss.
Mantener unos hábitos de higiene y seguridad es más que necesario: lavarnos las manos si salimos de casa, mantener la distancia de seguridad, utilizar guantes y mascarilla en el supermercado o si damos un paseo… Pero también hay ciertas conductas que lejos de ser saludables o prudentes, pueden reflejar un problema de hipocondría.
Héctor tiene 21 años y vive en Sevilla desde que empezó la carrera. Al principio estaba en una residencia universitaria, pero decidió compartir piso para ahorrar. El tiempo se le echó encima y al final acabó conviviendo con una persona a la que no conocía mucho, pero era el único piso disponible que tuviese un precio razonable y estuviese cerca de su universidad. Ahora, tras 50 días de convivencia forzosa, Héctor se arrepiente de no haberse quedado en la residencia o haber buscado piso de manera más selectiva.
"Mi compañero de piso está fatal, pero fatal de verdad, y lo peor de todo es que me arrastra a mí con sus movidas". Así comienza su testimonio, y no es que no friegue los platos o que haga ruido a las 2 de la mañana. El problema es otro. "Es muy hipocondriaco, nivel que no ha salido de casa en toda la cuarentena ni para bajar la basura. Me ha tocado hacerlo a mí. También hacerle la compra o ir a la farmacia si necesitaba algo. Pensé que no pasaba nada, que el pobre muchacho lo estaba pasando mal y que en estos momentos hacía falta ser un poquito empático y ayudar, pero lo de ahora ya se pasa de castaño a oscuro…".
"No me deja salir de casa", confiesa riéndose con incredulidad. "Es que suena muy heavy, pero es así. El día 2 me desperté súper pronto para hacer deporte, y al volver a casa me montó el pollo más grande que me han montado en mi vida. Me llamo irresponsable y mala persona, me dijo que era un compañero de piso de mierda y que estaba poniendo en riesgo su salud. Que si moría, sería mi culpa, y que se me fuese quitando de la cabeza lo de salir más veces".
"Vamos a ver, que eran las 6 y media de la mañana y corrí por un camino en el que no había nadie. Me crucé con máximo 4 personas y a una distancia de más de 2 metros", comparte con incredulidad por la situación que está viviendo.
"El domingo quise salir a correr otra vez por la mañana, pero se puso el despertador a las 6 de la mañana y estaba despierto. Me empezó a decir de todo. La guinda del pastel fue cuando me dijo que si me iba, pondría la llave por dentro para que no entrase". Héctor es consciente de que esto es ilegal y que la situación es insostenible, pero para evitar conflictos decidió ceder. "Ahora mismo no sé qué hacer. Quiero que haya buen rollo, pero no quiero renunciar a mi libertad para que el señorito esté tranquilo".
Si bien la situación que está viviendo Héctor es muy extrema, no es el único que está sufriendo por compartir piso con alguien hipocondríaco. Es muy probable que haya discusiones y malas palabras, pero teniendo en cuenta que todavía quedan varias semanas de confinamiento, es necesario aprender a convivir: