Los celos son lo más normal del mundo a determinadas etapas del desarrollo, y sino que se lo pregunten a cualquier hermano mayor. El problema surge o bien cuando los celos se cronifican en el tiempo, o bien cuando los celos son justificados. Esto es lo que le sucede a Emma y hoy su testimonio nos ayudará a aprender a gestionar la envidia en la familia.
"Antes de nada, yo quiero mucho a mi hermano y a mis padres. Tengo muy buena relación con ellos a pesar de las circunstancias y las discusiones. Dicho esto, si le tuviese que poner un nombre a mi problema es que tengo un poco de envidia de mi hermano.
Siempre me ha dado la sensación de que le llevan entre algodones y cuando comparo creo que han sido más duros y exigentes conmigo en la mayoría de cosas. Por ejemplo, cuando él aprobaba un examen era como si hubiese una fiesta en casa. Cuando yo aprobaba independientemente de la nota que sacase, lo pasaban por alto. Recuerdo un día que saqué un 9,5 en biología y cuando se lo dije a mis padres, me dijeron "pues la próxima vez un 10".
Esto me daba mucha rabia, porque mi hermano es igual de inteligente que yo. Entendería que le apoyasen más si hubiese tenido dificultades con el estudio o lo que sea, pero no.
También le dieron muchas más facilidades cuando empezó la universidad. Le acompañaron en la mudanza y le iban a visitar casi todos los fines de semana. En mi caso, cuando me mudé me las tuve que apañar sola y no me suelen visitar.
Otra cosa que me molesta es que mis padres siempre me cogen cosas mías para dárselas a él o a su novia. Si me lo pidieran, no me importaría, pero más de una vez he ido a casa un fin de semana y me había desaparecido algo de maquillaje o ropa. Al preguntar me enteraba que se lo habían regalado a la novia de mi hermano porque según ellos, si no me lo he llevado a mi piso de estudiantes es que no lo necesito.
Mi hermano es el primero que es consciente de lo que pasa y suele mediar. Intenta que no haya tantos favoritismos, pero a mi me duele que me traten así. Me siento desplazada y aunque está feo admitirlo, siento envidia de él.
Cuando nos imaginamos una familia feliz, es inevitable pensar en esas fotos de Instagram o en los videoblogs de YouTube en los que sonríen, se abrazan y disfrutan. No hay discusiones, no hay malas contestaciones y no hay sentimientos desagradables. Tampoco hay realidad. En cualquier casa hay algún malentendido y discusiones, y siempre y cuando se mantenga el respeto y el cariño, no pasa nada.
Dentro de cualquier familia real con varios hermanos, la envidia es el pan de cada día. A la hora de gestionarla es importante hacernos una pregunta: “¿Lo que siento está justificado o es una rayada mental mía?” La respuesta va a influir en la forma de actuar.
En ocasiones, la envidia es un sentimiento totalmente justificado teniendo en cuenta las circunstancias, sólo hay que fijarnos en el testimonio de Emma.
Si esto es lo que te sucede, el primer paso es hablarlo claramente con las personas implicadas. A menudo evitamos tener ciertas conversaciones con nuestros padres porque pensamos que no nos van a entender, que se van a enfadar o que van a minimizar nuestros sentimientos.
Una forma de facilitar la conversación es escribir previamente en un papel o en el ordenador todo lo que quieres decir. Así si te pones nervioso, tendrás un guion a mano para que no se te olvide nada.
No sólo es necesario hablar con tus padres, también con tu hermano o hermana. Dile cómo te sientes y pídele que intente actuar con imparcialidad. Es muy fácil y cómodo ser el que recibe mejor trato, pero si tenéis buena relación te entenderá y pondrá un poco de su parte.
Si la conversación va mal y tus padres se enfadan o tu hermano le quitan importancia, intenta distanciarte. La familia es un pilar muy importante en nuestra vida, pero no el único. Apóyate en tus amigos y en tu pareja y comprobarás que no estás solo.
Si te has dado cuenta de que los celos son una emoción irracional, el siguiente paso es descubrir por qué sientes eso.
Una opción es que tu autoestima este un poco floja. Cuando nuestro amor propio brilla por su ausencia, es más probable que sintamos celos por culpa de las inseguridades. Tómatelo como una señal que te manda tu cabeza para cuidarte y quererte más.
También es posible que los celos surjan por falta de comunicación en tu familia. Debes entender que cada persona tiene una personalidad diferente y tus padres no son robots. Es normal que sientan más afinidad hacia uno de sus hijos, y siempre y cuando no se dejen llevar por los favoritismos no pasa nada. Puedes querer por igual a dos personas, pero conectar más con una de ellas.
Esto también va a rachas, ya que nuestra forma de ser varía mucho con la edad. Lo más común es que en la adolescencia padres e hijos se lleven a rabiar, pero a medida que crecemos y maduramos la relación se vuelve más cordial.
En conclusión, el truco definitivo sea cuál sea la causa de tus celos es hablarlo claramente y si lo necesitas, pedir ayuda profesional. Un psicólogo puede enseñarte a manejar tus inseguridades y a ser más asertivo en tu día a día.