Vacaciones familiares: cómo gestionar las discusiones para que no os terminéis odiando
Aunque con la edad aprendemos a no discutir por tonterías, a veces surgen conflictos con nuestros padres y gestionarlos es complicado
Con la llegada del verano es inevitable pasar más tiempo con nuestra familia; o bien porque se acaba el curso universitario y toca volver a casa, o bien porque aprovechamos las vacaciones para hacerles una visita. En consecuencia surgen ciertas discusiones. Pensándolo bien, no es fácil readaptarte al entorno familiar tras vivir durante un tiempo independizado. Poco a poco hemos descubierto la importancia de la privacidad y llegar a una casa en la que nuestros padres, con toda la buena intención del mundo, entran en la habitación sin llamar, no mola. Por eso hemos recopilado varios trucos que te ayudarán a gestionar las discusiones con tus padres de una forma más calmada y empática.
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Con la edad, ¿discutimos más o menos?
¿Alguna vez te has preguntado si discutías más con tus padres cuando vivíais juntos o ahora que te has independizado? Obviamente la respuesta depende de cada persona, pero por norma general, a medida que maduramos discutimos menos con nuestros padres. Paradójicamente nos da la sensación de que sucede todo lo contrario porque cuando nos independizamos y volvemos a casa, las discusiones se concentran en un pequeño periodo de tiempo y nos resulta más fácil recordarlas. En cambio, cuando vivíamos con nuestros padres, las discusiones estaban un poquito más espaciadas y era difícil memorizar con exactitud cuándo, cómo y por qué sucedieron.
Como decía, con la edad se reducen las broncas. Hay varios motivos:
- La capacidad de reflexión de un adolescente de 15 años no es la misma que la de una persona de 20, al menos en la mayoría de los casos. A medida que maduramos empezamos a comprender mejor a nuestros padres. Nos ponemos en su piel e incluso les damos la razón en muchas discusiones que antaño teníamos.
- Nuestros padres dejan de vernos como niños. Empiezan a concedernos más responsabilidades, autonomía y privacidad, y pasan de vernos como "minihumanos a los que proteger", para considerarnos adultos a los que tratar de igual a igual.
- Las experiencias que tenemos cuando nos independizamos nos hacen valorar ciertos aspectos del hogar que antes odiábamos. Por ejemplo, la importancia del orden y la limpieza. No es lo mismo vivir en un piso de estudiantes con platos sucios acumulados durante días, que en tu casa donde todo se limpia al acabar de comer.
Cómo gestionar las discusiones familiares
Aunque discutamos menos que antes, es inevitable que surja algún conflicto. A veces la solución parece totalmente fuera de nuestro alcance, pero hay algunos consejos que pueden ayudarte a manejar estas situaciones de una forma más sana y madura.
1. Dónde fueres, haz lo que vieres
No eres ni el rey ni la reina de la casa, aunque hayas vivido allí durante 18 años. Ponte en situación… Das una fiesta en tu piso de estudiantes e invitas a varios amigos. Cuando llegan, empiezan a ensuciar las cosas, toquetean todo y desordenan tus objetos personales. ¿A que no te gustaría? Pues entiende que a tus padres tampoco les hace gracia que trastoquen su hogar y que a veces saltarán o se enfadarán. Estás en su casa así que adáptate a sus normas, aunque a veces te parezcan un poco ridículas.
2. Ten un poco de autocrítica
Tenemos una mala costumbre cuando volvemos a casa de nuestros padres. Seguro que en tu piso de estudiantes intentas limpiar lo que ensucias, fregar tus platos para que tus compañeros de piso no se enfaden, limpiar la mesa del comedor al acabar de comer, no dejar ropa tirada en zonas comunes… En cambio, cuando volvemos a casa nos volvemos un poco… ¿Cómo decirlo? Guarros.
Dejamos los platos en la pila con la esperanza de que alguien los limpie, la ropa tirada por ahí porque sabemos que alguien la recogerá y las zonas comunes desordenadas porque alguien lo colocará todo como cuando éramos pequeños. Intenta ser un poquitín más ordenado como cuando estás en tu piso de estudiantes.
3. Defiende tus argumentos sin necesidad de gritar
Hasta ahora he pintado a los padres como seres racionales que intentan vivir en paz y armonía, pero tenemos que reconocer que a veces son un poco sobreprotectores y pesados. Son padres, se lo tenemos que perdonar. El problema es cuando se enfadan por tonterías y surge una bronca monumental que sabes que no tiene ni pies ni cabeza.
Si esto sucede y empezáis a discutir, intenta mantener la calma. Es difícil, lo sé, pero no va a solucionar nada que entres al trapo y te pongas a gritar o a dar malas contestaciones. Sé educado y expresa tus argumentos sin alzar la voz, hablar con condescendencia o faltar al respeto. Si aun así siguen metiéndote caña, intenta abstraerte. Ya se les pasará.
4. Expresa tus sentimientos sin miedo a ser juzgado
Si sientes que están siendo injustos contigo, di lo que sientes y háblalo. Eso sí, escoge un buen momento. Aprovecha cuando estéis tranquilos y di lo que te ha molestado y cómo te has sentido. Aunque al principio se pongan a la defensiva, acabarán entendiéndote. Por otro lado, si eres tú el que ha hecho algo injusto, pide perdón. Saber disculparnos es una habilidad muy útil y sana, y aunque a veces creas que no hace falta pedir perdón a tus padres porque ellos ya saben cómo eres, siempre es de agradecer escuchar una disculpa.
No sólo debes decir lo “malo”. Tus padres saben de sobra lo que sientes, pero les hará ilusión oírlo de tu propia boca. Diles lo agradecido que estás, lo que te gusta de ellos o lo mucho que les quieres. Escuchar palabras de amor mejorará el clima familiar.