Para mí, los personajes son la base fundamental de cualquier historia. Nada tiene sentido sin ellos. Da igual si tu historia se ambienta en la Edad Media, en el futuro o en tu ciudad, con lo que se van a quedar las lectoras es con su amor (u odio) hacia los protagonistas y secundarios que vivan esa historia. Para ello, debes conocerlos perfectamente antes de ponerte a escribir.
Con esto me refiero a que no solo vale con saber qué nombre llevan o de qué color tienen el pelo, sino también cuáles son sus sueños, qué miedos tienen, qué les gustaría ser, cómo sería su pareja ideal, si tienen alguna colegiala al hablar o hay algún rasgo que los defina especialmente. Así, serás capaz de saber cómo reaccionarán en cualquier circunstancia. ¡Ah! Y no te olvides: nadie quiere leer sobre personajes perfectos, lo que nos hace únicos son también nuestras debilidades, diferencias y errores que cometemos.
Cuando hablamos de esto no pienses que solo es importante si tu historia está ambientada en un mundo inventado o en una época distinta: incluso si se desarrolla en la actualidad, en tu ciudad, con los buses y el Tinder, ¡hay que saber construirla bien! Aunque no lo parezca, nuestras realidades son distintas aunque parezcan la misma, y eso se tiene que notar. Utiliza mapas, haz que cada lugar que aparezca en la novela tenga un valor especial, que defina de alguna manera una parte importante de la historia o del personaje.
Si tu mundo es inventando, piensa también en la historia de ese lugar, las guerras que pudo haber en el pasado, los conflictos políticos o sociales, y no te olvides también de pensar en la flora y la fauna, y también en la geografía. Al fin y al cabo, no vivirá igual un personaje que nace junto al mar y debe ir a pescar todas las mañanas, que otro que vive en las montañas y debe pastorear cabras, ¿no?
Al final, construiremos buena parte de nuestra historia en base a los diálogos. Estas conversaciones que los personajes tengan entre sí también los van a definir. Según su estatus social, por ejemplo, hablarán con un vocabulario u otro. Lo mismo tu personaje es vergonzoso y parco en palabras, ¡que se note! Al final, es más fácil definir a un personajes si mostramos cómo es más que si lo describimos.
Piensa escenas donde puedan sacar su potencial y a la lectora le quede más claro quién es realmente tu protagonista. Ah, y una última recomendación sobre esto: no metas diálogos solo por rellenar, intenta que cada conversación cuente algo y añada información sobre la trama o sobre quiénes son ellos.
Es muy habitual empezar a escribir con toda la motivación del mundo y que, al cabo de unas páginas, te agobies y quieras dejarlo y ponerte con otra idea que te parece mejor. ¡Spoiler! No es que sea mejor, es que es distinta y ante el agobio de la página en blanco, es más fácil saltar a otra cosa. ¡No confundas el bloqueo lector con la pereza!
Yo te recomiendo que para evitar esto, antes de escribir la historia, te hagas un esquema poniendo lo que va a pasar en cada capítulo desde el primero hasta el último. De ese modo, este resumen te servirá como red de seguridad para no perderte en ningún momento. Si sabes adónde vas, tienes la mitad del camino hecho y será más difícil que te bloquees.
Al final, la única manera de escribir mejor es leyendo y practicando. No hay realmente más truco que ese. Las herramientas que vas a utilizar para construir tu historia son las palabras, y qué mejor manera de aprender a usarlas que viendo cómo lo han hecho otros. Al principio, hasta que tengas tu propio estilo, imitarás otros que te encantan y eso está bien.
Ya habrá tiempo de pulir, no te agobies. Y tampoco pienses que todo está ya escrito. Que qué vas a aportar tú, porque cada uno vemos el mundo de una manera distinta y precisamente eso es lo que tú vas a compartir: una mirada diferente, una voz especial para narrar tu historia.
¡Te deseo mucha suerte en el proceso!