Cuando hablamos de voluntariado, muchas personas piensan que se trata de viajar a otro país para ofrecer ayuda humanitaria, alejándose de sus familias y tomándose unos meses sabáticos en el trabajo o los estudios. Esta creencia es totalmente falsa, ya que para hacer voluntariado no tienes que moverte de tu ciudad ni poner tu vida patas arriba.
En todas las ciudades hay una gran variedad de programas de voluntariado, algunos coordinados por grandes ONGs y otros que surgen en pequeñas asociaciones de barrio. Dichos programas abarcan todo tipo de actividades: clases de español a migrantes, acompañamiento a enfermos terminales, cuidado de animales abandonados, talleres para personas mayores, animación cultural con niños, campañas de igualdad LGTBIQ+, comedores sociales, apoyo a víctimas de violencia de género, y un amplio etcétera.
En otras palabras, siempre habrá un voluntariado que encaje contigo, y para apuntarte solo necesitas hablar con la organización, realizar una formación gratuita y comenzar a ayudar a gente que realmente lo necesita. Y por si todavía tienes dudas, te traemos cinco razones para animarte y dar el paso.
A menudo ignoramos nuestros privilegios, y realizar voluntariado supone un ejercicio de deconstrucción. Conocerás situaciones completamente distintas a las de tu entorno, y también las habilidades de afrontamiento de esas personas que incluso en situaciones difíciles son capaces de seguir adelante.
El voluntariado es una cura contra el racismo, homofobia, transfobia, capacitismo (una forma de discriminación o prejuicio social contra las personas con discapacidad), machismo y edadismo. Aprenderás a entender la diversidad sin condescendencia. Tú eres el voluntario y la otra persona recibe ayuda, pero ambos sois iguales y merecéis el mismo trato y derechos.
Algunos jóvenes comienzan a realizar voluntariado cuando empiezan la carrera universitaria. En él descubren unas enseñanzas completamente diferentes a las que se imparten en las aulas, y es que el voluntariado no solo es “actuar”, sino que también implica un aprendizaje.
Aprendes del resto de voluntarios, aprendes de las personas a las que ayudas y, sobre todo, aprendes de ti mismo. Exploras tus límites, tus valores y tu ideología, y durante ese tiempo creces como persona.
Otra gran razón para comenzar un voluntariado es conocer gente con valores e intereses similares a los tuyos.
Si te acabas de mudar a una ciudad nueva y te sientes solo o estás en tu ciudad pero todos tus amigos se han ido fuera, el voluntariado es una gran opción para salir de tu zona de confort y enriquecer tu círculo social.
Al hacer voluntariado vas a poner a prueba tus habilidades, pero también vas a sentirte útil, parte de un proyecto y motor de cambio. Crecerás como persona y eso, inevitablemente, repercutirá en tu autoestima y en tu salud mental, pero también física.
Los datos confirman esto último, ya que según una revisión de la agencia gubernamental estadounidense AmeriCorps, hacer voluntariado produce tasas más bajas de depresión, reduce el riesgo de cardiopatías y aumenta la esperanza de vida.
Finalmente, el voluntariado es una experiencia que puedes incluir en tu currículum. Este tipo de actividades te aportan conocimientos teóricos, ya que muchas organizaciones ofrecen cursos para sus voluntarios, pero también habilidades prácticas y aptitudes personales que pueden aumentar tus oportunidades laborales en el futuro.
Además, durante el voluntariado puedes crear una red de contactos para tu futuro. Conocerás asociaciones, empresas y personas que el día de mañana te pueden ayudar a conseguir un trabajo.
La gran pregunta es por dónde empezar y qué voluntariado elegir.