Empecé a ir al psicólogo para aprender a decir 'no'
¿Qué es la asertividad?
La asertividad es la capacidad psicológica que nos permite defender nuestros derechos sin vulnerar los de los demás. A mí me gusta describirla como el punto intermedio entre la pasividad absoluta y la agresividad. Es decir, velar por nuestras necesidades, pero sin dañar las de los demás en el camino.
Ser asertivo va de la mano con tener una autoestima sólida, pero sin sobrarnos y creernos por encima del resto. Implica ser educados, fieles a nuestros principios, luchadores y buenos comunicadores.
Para comprender mejor la asertividad he elaborado un pequeño test. Imagínate la situación…
- Estás en un bar y el camarero te trae una tapa con pimientos. Tú los odias muchísimo. ¿Irías a la barra a decir que se han equivocado?
- Vas a una tienda a comprar un champú y el vendedor se pasa 15 minutos describiéndote uno, pero a ti no te acaba de convencer. ¿Te lo comprarías por no decirle que no?
- Tus amigos empiezan a hablar sobre política y tú no tienes muy claro a quién vas a votar. ¿Te sumas a la opinión de la mayoría para no quedar mal?
Si la respuesta a todas estas preguntas es afirmativa, te encuentras en el polo de la pasividad.
Veamos la otra cara de la moneda…
- En tu grupo de amigos estáis planeando salir de fiesta y tú eres el único que quiere ir a un bar en concreto porque sabes que las copas son más baratas y la música te gusta. El resto prefiere ir a otro sitio. ¿Te enfadarías y no saldrías de fiesta?
- Estás en el supermercado y un chico se cuela en tu fila. ¿Le dirías de malas maneras que tú estabas primero y que no tenga morro?
- Has quedado con un amigo y tenía que llevarte un libro, pero se le ha olvidado aunque se lo recordaste esa misma mañana. ¿Te cabrearías y reaccionarías de forma borde?
Si has respondido "sí" a todas las preguntas, tal vez reaccionas de forma un pelín agresiva.
El caso de Lorena
En el punto medio entre estos dos polos nos encontramos con la asertividad, y es de lo que nos viene a hablar Lorena en primera persona a través de su testimonio:
"Mi nombre es Lorena, tengo 21 años, estoy estudiando Traducción e Interpretación en la universidad y desde hace dos meses voy al psicólogo. Nunca me ha dado vergüenza admitirlo. Creo que hace unos años la gente te miraba un poco mal cuando decías que ibas al psicólogo, pero ahora es más normal. En mi caso tengo un problema de asertividad que estaba afectando a mi vida social y sobre todo a mi cabeza, porque me sentía muy mal conmigo misma.
Yo soy la mayor de mis hermanos y siempre he tenido la responsabilidad de cuidarles porque mis padres trabajaban. Digamos que desde pequeña he tenido que sacrificar muchas cosas tanto por mis padres como por mis hermanos. No me arrepiento porque mi familia es lo más importante para mí, pero si volviera atrás haría las cosas un poco diferentes para ahorrarme malos ratos en el futuro.
Me costaba (y me sigue costando a veces) decir que no a cosas que realmente no quiero hacer. Por ejemplo, salir de fiesta cuando me apetecía quedarme en casa, ir a sitios muy caros porque mis amigos del instituto tenían mucho más dinero que yo, llevar a mis hermanos a entrenar renunciando a mis clases de teatro, etc. Me daba mucho miedo decir lo que pensaba porque creía que los demás se iban a enfadar y me iban a odiar o algo parecido. Al final tragaba con lo que fuese. Por miedo a parecer egoísta dejé que todos me pisoteasen alguna vez y eso no es bueno.
Hace unos meses quedé con un chico con el que llevaba hablando tiempo. Estábamos en su casa y yo empecé a rayarme pensando que si no pasaba allí la noche parecería una rancia, que seguro que perdía el interés si no me acostaba con él y otras cosas del estilo. Aunque por fuera parecía que quería quedarme, por dentro no, y cuando estábamos besándonos me dio un ataque de ansiedad. Él se preocupo mucho y cuando me tranquilicé le conté lo que me pasaba.
Seguí quedando con él y empezamos algo serio y un día me dijo que igual me venía bien ir a un psicólogo para mejorar eso de mí y saber reconocer y expresar mis sentimientos. Al principio me ofendió porque era una inseguridad muy grande y verla en boca de otro impresiona, pero tenía razón.
Empecé a ir al psicólogo y en solo dos meses el cambio ha sido brutal. Gracias a la terapia he aprendido que una cosa es la timidez y otra bien distinta es la pasividad. Ahora soy capaz de decir lo que pienso sin miedo a que me juzguen porque sé que las personas que me quieren estarán ahí igualmente.
A veces la gente (sobre todo mis padres) se medio cabrean porque llevo toda la vida siendo de una manera y este cambio les trastoca sus esquemas, pero poco a poco están entendiendo que debo anteponerme a los demás.
Por eso recomiendo a todos que pidan ayuda y que no se avergüencen de ir al psicólogo. Es muy útil y cuando empiezas a ir y lo cuentas, todo el mundo conoce a alguien que va a terapia o han ido ellos mismos alguna vez. Es más normal de lo que pensamos, de verdad."
Los psicólogos no tratamos trastornos, sino personas. A veces estas personas tienen un diagnóstico clínico y otras veces sufren dificultades en su día a día como Lorena. Si no puedes gestionar la situación por tu cuenta, pide ayuda profesional.