He sufrido acoso mientras estaba de fiesta y no mola nada: lo que tienes que hacer si te pasa
El 31% de las mujeres asegura haber sufrido acoso por parte de un desconocido en un lugar público, en el entorno laboral o en otro contexto, como por ejemplo de fiesta. A este porcentaje se suman todas aquellas personas que tienen tan interiorizadas estas conductas, que no las ven como algo negativo. Sin embargo, lo es. Incomodar a una persona e invadir su espacio personal pese a sus negativas no debería considerarse una conducta "normal con la que hay que lidiar".
Teresa, 18 años
"He sufrido muchas veces acoso de fiesta, pero antes lo veía como algo normal. Pensaba que algunas personas ligaban así y que yo tenía que acostumbrarme. Lo peor de todo es que encima me sentía culpable si decía algo. Una vez estaba con mis amigos de fiesta y un grupito se colocó detrás de nosotros. El bar estaba hasta arriba, así que estábamos muy pegados.
Pues un chico se pasó toda la noche sobándome, supuestamente sin querer, pero cuando me giraba se reía. Me tocó el culo varias veces, y llegó un punto en el que me harté y le dije que parase. Me dijo que era una gorda flipada, que más quisiera yo que él me tocase el culo. Me sentí fatal", nos explica Teresa.
Anónima, 23 años
"Una vez mi mejor amiga vino a verme. Era el primer año de universidad y salimos de fiesta. Pues un tío se puso pesadísimo. Nos empezó a hablar porque "estábamos solas". Al parecer si no hay ningún hombre en el grupo, las mujeres estamos solas. O por lo menos eso dio a entender. Cuando se empezó a pasar de la raya acariciándonos y pegándose mucho, le dijimos que nos dejase, y nos llamó "malfolladas", nos cuenta otra chica, que ha querido permanecer en el anonimato.
La clave: asertividad
Ante el acoso de fiesta lo más recomendable es actuar con asertividad, un estilo comunicativo basado en decir lo que pensamos claramente, defender nuestros derechos y respetar nuestras propias necesidades. En otras palabras, es el punto medio en una línea cuyos extremos son la agresividad y la pasividad.
El problema es que en ocasiones se confunde la asertividad con "bordería", cuando no tienen nada que ver. Por eso debemos tener una cosa clara: si alguien se ofende por defender tus derechos, es que esa persona no te respeta lo más mínimo, así que no le debes nada.
Javi, 19 años
"Estaba de vacaciones en Madrid con mi novio y fuimos a Chueca para conocer la zona porque nunca habíamos ido. Entramos en un bar y nos pedimos un par de copas. Estábamos hablando de nuestras cosas cuando un señor de 50 años se nos acercó para intentar ligar con nosotros.
Le dijimos amablemente que no estábamos interesados, pero siguió diciendo cosas como que "ojalá estar con chicos como nosotros", que "a nuestra edad se hace mejor", etc. Estábamos muy incómodos así que nos fuimos a otro bar, pero antes de irnos se nos acercó y nos preguntó que cuánto dinero aceptaríamos por hacer un trío con él. Ni respondimos. Fue horrible", nos cuenta Javi.
Adela, 17 años
"La vez que peor lo he pasado fue cuando un chico se acercó a mí y me dijo que si fuese mi ginecólogo se relamería los dedos. Así tal cual. Me quedé de piedra, es que ni le pude contestar. Luego el volvió con sus amigos descojonándose de la risa y yo me quedé con un mal cuerpo tremendo", nos cuenta Adela.
Actuar y defender
Sin duda, algo fundamental frente al acoso es actuar cuando lo vemos. Si alguno de tus amigos está siendo molesto con una chica, díselo. Me sorprende ver la cantidad de personas que condenan el machismo en redes, pero que cuando lo ven cara a cara en su grupo de amigos no dice nada. Hay situaciones que vulneran los derechos de las mujeres y no debemos pasarlas por alto, por ejemplo, acosarlas de fiesta, enseñar fotos íntimas sin su consentimiento a los amigos, gritarles obscenidades, etc.
Anónimo, 21 años
"Al principio yo me callaba cuando mis amigos hacían burradas, pero una vez se pasaron de la raya y cambié el chip. Volvíamos de fiesta y había dos chicas que iban delante nuestro andando. Empezaron a silbarles y a gritarles cosas, y las chicas empezaron a ir más rápido porque se asustaron. Ellos se lo tomaron a cachondeo, pero a mi no me hizo gracia y no me lo callé. Me llamaron aguafiestas y feminazi, pero por lo menos sé que ahora cuando yo salgo no hacen burradas de ese tipo para que no les dé el coñazo. Algo es algo", nos dice una persona que ha preferido quedar en el anonimato.
Albert, 26 años
"Yo soy camarero y con el tiempo aprendes a diferenciar el acoso del tonteo a la legua. Se nota en la cara de las chicas, que son las que más sufren esto. Lo que hicimos en mi bar fue crear un protocolo antiacoso que leímos en Internet. En el baño de chicas hay una pegatina que pone "si te están acosando, pide en la barra un chupito de licor de calabaza". Cuando las chicas lo piden, pedimos al acosador que deje de molestar o que se vaya del bar. A veces perdemos algún cliente, pero en nuestro bar nadie está incómodo", dice Albert.
Debemos aprender los límites del tonteo y la importancia del consentimiento, y condenar abiertamente el acoso en cualquier lugar, ya sea en una discoteca con copas de más o por la calle a pleno día. 'No es no'. O, mejor dicho, solo 'sí es sí'.