Como casi todas las noches, cuando me voy a dormir me pongo algún programa en el ordenador o alguna serie. Como casi todas las noches, me quedo dormida con el ordenador encendido. Aquella noche me desperté de madrugada y vi que mi habitación estaba ligeramente iluminada en un tono azul. Aunque por la orientación de mi cabeza no podía ver mi ordenador pensé que esa tenue luz vendría de la pantalla, aún encendida. Antes de poder girarme para comprobarlo mi mirada se clavó en un punto muy concreto de mi dormitorio: delante de la puerta de mi armario, frente a mi cama, había alguien.
Aunque había un poco de luz, su silueta era completamente oscura. Pero podía distinguir perfectamente el contorno de su cuerpo y su cabeza, incluso la forma de su pelo. No sé si me miraba, porque no le distinguía los rasgos de su cara. Solo podía ver que era un hombre enano, o un niño, aunque de complexión fuerte, robusta, y que estaba de pie, parado, junto a mi armario, justo enfrente de mí.
Yo vivo con otra persona, y nuestros dormitorios son contiguos, así que pensé que lo más sensanto sería gritar como una descosida para despertarla y que viniera a socorrerme. Fue entonces cuando me di cuenta de que no podía gritar, ni podía moverme. Entonces lo comprendí todo. Cerré los ojos y volví a dormirme plácidamente.
No es la primera vez que me pasaba algo así. Bueno, sí era la primera vez que veía la silueta de una persona en mi cuarto, por la noche. Pero lo de no poder moverme ni gritar me había pasado más veces. Ya sabía lo que era, por eso traté de tranquilizarme y enseguida volví a quedarme dormida. Cuando me desperté al día siguiente, por supuesto, allí no había nadie ni resto de haberlo habido.
La primera vez que me pasó algo así lo pasé fatal. Me dio tanto miedo que todavía lo recuerdo con total claridad, a pesar de que ya han pasado unos once años. Fue una experiencia horrible y me obsesioné con ello durante un tiempo, hasta que descubrí de qué se trataba. Había tenido una parálisis del sueño.
Aunque todavía son desconocidas por la mayoría de la gente, se estima que entre el 50 y el 60% de la población sufre una al menos una vez en la vida. La parálisis del sueño es un trastorno que consiste en la imposibilidad de moverse y hablar cuando se pasa del sueño a la vigilia.
La teoría más aceptada por los investigadores es que lo que nos ocurre a las personas que hemos vivido ese momento tan angustioso de no poder ni pestañear es una disociación entre los mecanismos que provocan la relajación muscular del sueño MOR (sueño de movimientos oculares rápidos) y aquellos que mantienen el estado de alerta (cuando estamos despiertos, vaya). Dicho de una manera muy simplista: que nosotros nos despertamos pero nuestro cuerpo aún sigue dormido, por eso no lo podemos mover.
Según explica el doctor García-Borreguero, esto puede ocurrir de manera aislada o acompañada de otros síntomas. Uno de los más comunes son las alucionaciones hipnagógicas (alucionaciones auditivas, visuales y/o táctiles). Vamos, que crees oír cosas, crees ver cosas o crees que te están tocando. Todo muy guay y muy de relajarse al máximo.
Se pueden tener parálisis del sueño por varias causas:
Como síntoma de otra patología o enfermedad: cuando las parálisis del sueño son muy frecuentes pueden ir asociadas a otros trastornos como la narcolepsia.
Por la privación del sueño: si ocurre de manera casual, puede estar relacionada con la falta de sueño, el jetlag o el cambio de horarios, como la gente que trabaja de noche y duerme de día. También puede estar relacionado con momentos puntuales de estrés que alteran nuestro sueño.
Herencia familiar: es la menos frecuente, pero también puede explicar que tengas parálisis del sueño si tus padres o tus hermanos también las tienen.
No hay manera de verla venir. Simplemente pasa. Lo único que deberías tener claro es que, cuando pasa, no pasa nada. No hay ningún riesgo para la salud ni estás en peligro de ningún tipo. Por eso yo volví a cerrar los ojos y enseguida me volví a quedar dormida. Lo mejor que puedes hacer es volver a relajarte y se acabó.
Eso sí, si te pasa muy a menudo recuerda que puede ser síntoma de otra enfermedad. Si realmente te preocupa siempre puedes consultarlo con un especialista.
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