Desde siempre existe cierta rivalidad entre Francia y España, algo que normalmente no pasa de enfrentamientos en competiciones deportivas o comportamientos más o menos apropiados por motivos de comercio. Una tensión que nada tiene que ver con las que se vivían en el pasado, situaciones que llevaron a tomar medidas para poder llegar a acuerdos y hacer mejor la convivencia.
La mayoría de estas medidas han ido pasando a mejor vida con el tiempo, algo lógico teniendo en cuenta que la situación actual nada tiene que ver con la de hace siglos, sin embargo, hay una tradición que se mantiene, cada año, Francia tiene que entregar tres vacas a España, cumpliendo con el que se considera el tratado en vigor más antiguo de Europa.
El 13 de julio es día señalado en el collado de Ernaz porque es aquí donde tiene lugar este curioso intercambio que se conoce como el Tributo de las Tres Vacas, concretamente en el punto llamado Piedra de San Martín. Los vecinos de los valles de Baretous (Francia) y de Roncal (Navarra) acuden fieles a la cita para continuar con esta tradición que parece haber sobrevivido el paso del tiempo.
Además de cumplir con el tratado internacional, este intercambio ha pasado a ser una fiesta, una tradición que ha sido declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial y Fiesta de Interés Turístico de Navarra. En este intercambio, los franceses se comprometieron a entregar cada año tres vacas pirenaicas de dos años, con el mismo astaje, pelaje y dentaje.
La historia de este conflicto, que se saldó con este tratado, viene de lejos, de hecho se apunta al siglo XIV, pero hay quien señala que todo empezó mucho antes, con la invasión de cimbros y baretonenses al Valle del Roncal y que hay datos de estas luchas desde el siglo anterior. En este valle tuvieron lugar numerosas disputas y desencuentros, que le costaron la vida a varios pastores, luchas que no llegaron a convertirse en grandes batallas, pero a las que fue necesario poner fin.
Al parecer, según recogen en El Español, el motivo final que llevó a tomar medidas para poner fin a estos enfrentamientos fue la que se denominó la batalla de Aguincea, en la que fallecieron 53 roncaleses y 200 baretoneses.
La ceremonia sigue celebrándose sin hacer grandes cambios, aunque no todo sigue igual. Las autoridades se reúnen para hacer el intercambio y cada una de las partes lleva su traje regional oficial, pero ya los animales no se intercambian como tal, esto es más un acto simbólico, pues en realidad lo que se entrega es la cantidad equivalente a esas tres vacas con las que pusieron fin a un conflicto de muchos años y que les costó la vida a muchos hombres y mujeres de ambos lados.
Una paz que por suerte ha durado muchos años y que nada hace suponer que vaya a romperse dentro de poco.